Llegué a casa buscando esconderme de esa bestia que interrumpió en mi trabajo. Tener que correr por mi vida era por lejos, la sensación más terrible que hubiera vivido. Mis rodillas estaban magulladas por las caídas intentando defenderme para escapar y mis pies, acalambrados por el esfuerzo. Logré llegar a casa con el mas grande de los esfuerzos y algo más de buena suerte. No podía ser lógico que un lobo de ese tamaño estuviera buscándome, tenía que tratarse de alguna clase de pesadilla. La desesperación me invadía recorriendo mis huesos y haciendo palpitar mi corazón de una manera indescriptible.
—No te escaparás de mí, Sara. —dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos.
Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros.
—¿Qué es lo que quieres, Mark? —pregunté, temblando, buscando cubrir mi rostro trigueño con mis manos.
No me dio tiempo siquiera a pedir ayuda, cuando me cargó entre sus enormes brazos. Poseía una fuerza abrumadora y no tenía idea de a quien acudir para que me salvara. Yo vivía sola en mi departamento después de todo.
Desperté con los huesos entumecidos, en una cama de plumas suave. Lo vi sentado a mi lado, con el torso enseñando los tatuajes que lo hacían ver tan peligroso. El miedo recorrió mi espalda y busqué a tientas cubrirme con mis mantas, el escote de mi camisa develaba mi femineidad.
—Así es como quería tenerte, ¿Acaso no te acuerdas de mí? —preguntó Mark, pasando su mano por mi cuello, como si estuviera a punto de matarme.
Yo quería hacerme la desentendida, eso sería mejor para su furia, pero yo no era mentirosa. Aquel hombre tan guapo, había sido un adolescente tímido al cual rechacé para el baile de la escuela mil veces y le negué todas las citas. Estaba tan cambiado, aunque siguiera teniendo esos ojos profundos tan característicos.
—Eres un lobo… —empecé a decir a duras penas, tartamudeando.
—Sí, y tu serás mi mate. Pero eso no me hace odiarte menos. —se levantó de golpe y me quitó la manta de encima, dejándome al descubierto.
Mis sentidos se agudizaron y mi corazón galopó sin control alguno.
—No entiendo nada de lo que dices… —supliqué, temía por mi vida.
El estaba cubierto de sangre, pude verlo bien cuando se puso de pie. Era un asesino, una bestia sin freno que ahora tenía un completo control sobre mí. Divisé la puerta cerrada y me lamenté en silencio.
—Vas a hacer todo lo que yo te diga, ahora estás bajo mi propiedad y te aseguro, que me vengaré los rechazos del pasado. —su sonrisa maliciosa brilló, tenía los dientes relucientes.
Con una de sus manos tomó una soga que había sobre la mesa de noche, eso podía significar cualquier cosa. Se me heló la sangre nuevamente cuando la arrojó al suelo.
—Te asustas muy fácilmente Sara, pero no eras tan temerosa cuando me ignorabas y te reías de mis cartas… —apretó los labios.
Mark se arrojó sobre mi con delicadeza, apretando mi cuello entre sus manos y hundiendo su nariz en mi cuello. Esto era una locura, el era un lobo y me había secuestrado para vengarse. Quitó la ropa de mi cuerpo y deslizó su tacto por mis piernas. La sensación cambió, ya no sentía miedo, sino que una parte de mi comenzaba a humedecerse y no quería admitirlo.
Busqué apartar la vista de su presencia, era imposible. Su rostro era perfecto, misterioso y al mismo tiempo, portaba una maldad que no podía describir. Me atraía y eso me hacía dar más odio, porque no lograba dejar de sentirme seducida por su imponente porte y su tacto de otro mundo.
Me colocó unas esposas en las muñecas y soltó una risita malévola. Luego, acarició mi cabello echándolo para atrás, agotando enteramente mi paciencia. Solté un quejido desde mi boca, aunque mi corazón pedía más contacto.
Allí, me dejó completamente sola. Recordé al antiguo Mark que conocí en la escuela, el tímido chico que no hablaba en voz alta, yo lo ignoré por mucho tiempo y me parecía tan raro… Ahora, era una bestia indomable. El me odiaba, siempre lo haría, el rechazarlo y humillarlo por tanto tiempo me pasaría factura.
La puerta se abrió y a la habitación ingresó un hombre que parecía salido de la televisión. Llevaba el cabello también oscuro y los ojos color verde oliva, de tez trigueña y fuerte, en efecto era el hombre más imponente después del nuevo Mark.
—Me presento, soy él beta de esta manada. Te he traído ropa limpia. —Su sonrisa brilló, tan amable como un caballero de su gran belleza podía mostrarse. —Mi nombre es Adren.
Depositó las prendas en la cama, sin mirarme con atención ni percatarse de que me hallaba esposada y casi sin ropa.
—¿El me detesta? —pregunté sin dar más preámbulos, si esta sería mi tortura la afrontaría desde la verdad.
El sonrió con algo de pena.
—Claro, te odia más que a cualquiera. Tú rompiste su corazón. —se encogió de hombros. —Si necesitas café, hay una maquina en la sala de al lado. —continuó, cambiando de tema como si yo fuera una simple invitada.
—Yo no he hecho tal cosa. —me excusé, buscando mostrarme ofendida. No me salía en lo absoluto, me sentía intimidada al estar esposada a una cama.
—El es mi hermano, Sara. —hizo una mueca de fastidio. —Cuando el te escogió como mate, hace tantos años, cuando los dos iban a la preparatoria, yo fui el que lo vio llorar.
—Santo cielo, solo fueron citas a las que no fui… —tragué saliva, comenzaba a recordad con más claridad esos sucesos del pasado.
—Para ti fueron eso, pero él, lloró toda la noche. Siempre ha sido sentimental, los demás lobos somos diferentes, solo tomamos lo que queremos y sino, la sangre se derrama. —el brillo rojo en sus ojos me hizo dar escalofríos.
Adren tenía el rostro diferente a cuando ingresó, parecía que su parte bestia iba a emerger. Se lo notaba mucho más sádico que Mark a pesar de mostrarse más amable para el exterior. Recordé la cena a la cual lo dejé plantado aquella vez, lo había olvidado por completo. Él no me gustaba para nada en ese entonces. Me aterraba cuantas otras cosas habría olvidado de nuestro tiempo en la escuela.
Él beta me miró con atención.
—Bienvenida a la manada, Sara, eres la mate más odiada de todas. —sonrió. —Lo mejor está por venir.
Otro escalofrió recorrió mi piel de pies a cabeza, el viento se filtraba por las pocas prendas que llevaba.
No me di cuenta de que me había dormido, pero al despertar, me sobresalté terriblemente. Volver a verme en esa casa extraña y lujosa me hacía creer que era toda una alucinación de parte de mi mente.—¿No te has vestido todavía, luna? —preguntó la voz de una dama al costado de la cama.Yo no había notado su presencia hasta que habló. La mujer debía ser la hermana de Mark, porque la recordaba vagamente de la escuela. Era mayor que nosotros, otra cosa que olvidé.—Tu falta de memoria es preocupante. —observó ella, al tiempo en que extendía su mano para darme las prendas de ropa.Escogí la falda negra y el suéter grueso de lana violeta, me pareció que abrigarme haría que me sintiese mucho más segura. La casa estaba llena de personas que también me despreciaban.—Lo siento, buen día. —saludé, con los ánimos puestos en caerle bien. —Esto es una locura para mí.—Los lobos somos criaturas leales, nadie te lastimará aquí. —La mujer suspiró. —A pesar de lo que has hecho.Tragué saliva, santo ci
La sala era inmensa, un edificio nuevo al contrario de lo que yo pensé. Llegamos en una enorme camioneta azul, que condujo Mark, haciendo que me sentara a su lado. No me dirigió la palabra en todo el viaje, como esperé.Me sentía algo rara con ese atuendo coloquial, debía ser una reunión con personas de alta alcurnia, de lo contrario esta vestimenta quedaría fuera de lugar. El también se veía elegante, su físico era imponente y su rostro, increíblemente hechizante.No abrió mi puerta, no era cordial ni un caballero conmigo. Ingresamos a esa sala extensa tomados de las manos, a pesar de que el seguía odiándome. Las personas allí nos observaban, murmurando por lo bajo. Todos se hallaban vestidos de manera pulcra y perfecta, con los peinados impecables.Saludaban solo a Mark, a mi me ignoraban como si no existiera. El me soltó la mano cuando estuvimos ubicados en una mesa. El buffet ofrecía una amplitud de platillos y pude escoger algo de mi agrado. Me serví los bocadillos de carne de re
Después de mi escena con Susan, era de suponer que su venganza llegaría tarde o temprano. La muy desgraciada rompió mi vestido con una de sus garras. No pensé que en forma humana podría hacer uso de sus garras, pero así fue y por poco quedé desnuda en medio de la multitud.Allí estuvo él a pesar de su odio y me cubrió con su abrigo ante los ojos de los otros invitados. Me aferré a Mark y nos apartamos hacia el vestíbulo.—¿Te encuentras bien? —preguntó él, con menos hostilidad.—No finjas que te importo, se que ella es tu amiga. —dije con furia, la rabia subió a mis mejillas y me dejó de un color rojo el rostro. —Quiero irme de aquí, este sitio es espantoso, todos aquí son viles monstruos.Sentía tantas ganas de llorar, de llamar a mi madre para que me buscara y lo arreglara todo. Quería volver a casa, olvidarme o despertar de este sueño caótico.—Sara, tu no podrás irte hoy ni mañana. Mañana serás mi esposa y estarás bajo mi poder para siempre. —la voz de Mark retumbó en el vestíbulo
—Buenas noches, luna. —dijo la voz de la mujer, esa que me atacó prácticamente el primer día de mi estadía en esta locura.Ignoré todos los saludos de buenas noches, porque portaban una gran malicia, ellos sabían que significaría mi muerte. Lo único que se me ocurrió en aquel momento fue encerrarme en un cuarto, taparme con las mantas y esperar a que se hiciera de día.Busqué ni siquiera asomar la cabeza, porque el temor me dominaba. Creía que entrarían por esa puerta miles de lobos dispuestos a asesinarme y Mark, no haría nada al respecto. El me rechazaba y despreciaba tanto que mi muerte podría incluso alegrarlo.Alguien llamó a la puerta.—¿Estás ahí, luna? —preguntó una voz más suave y apacible.Me extrañó aquello, no identificaba de quien provenía la voz exactamente.—He venido a protegerte de los demás lobos, me ha mandado Mark. —dijo ella, tenía un tono agudo, casi infantil.Dudé en si abriría la puerta, no confiaría a ciegas en alguien solo porque decía querer protegerme. Me q
—¿Estás jugando de un modo cruel conmigo? —le dije, al cubrirme con la manta que me ofreció.Estábamos los dos en aquella gran cama, había sido transportada allí por el lobo que me odiaba.—No entiendo lo que dices. —soltó Mark, con su tono de recelo habitual, brusco.—Pienso que me has salvado para jugar con tu presa, que ahora me matarás. —respondí, porque era lo que yo creía.No confiaba en nadie, no después de lo que ocurrió con esa niña que parecía inofensiva.El no me respondió nada, estaba mirando fijamente a la pared. Volvió a su forma humana, acercándose a mi lado con cautela. Luego, poco a poco, comenzó a olfatearme. Eso me resultó de lo más extraño.—¿Qué estás haciendo? —pregunté, riendo, porque me estaba causando cosquillas.—Me doy la razón. No puedes morir hoy, mate. —dijo él, con su voz ronca, olfateando mi cuello.—Tu no me quieres aquí. —objeté, no quería hacerme falsas ilusiones, ahora solo podía rogar por la supervivencia.—No, no te quise aquí. —suspiró. —Veo que
La noche fue transcurriendo mientras mi lobo alfa me cuidaba, para que nadie pudiera estar siquiera cerca de mi con malas intenciones. Mark durmió a mi lado, las pocas horas que nos quedaban de sueño.La luz del sol se filtró por la ventana y me despertó, haciendo que frotara mi frente por el calor.—Buenos días. —le dije a Mark, al ver que también abría los ojos.Recién levantado se veía todavía más guapo, con el cabello desaliñado y unas ojeras oscuras que lo hacían ver más misterioso. Me miró con atención, pude notar en sus ojos que todavía no se acostumbraba a mi presencia.—Buen día, Sara. —respondió a secas.No era amable, el amor se había ido con la noche, sin que pudiera aferrarme a ese recuerdo. Busqué quedarme en silencio para no caer en la locura, otra vez esa sensación de que me odiaba. Quería volver de nuevo a casa.Adren ingresó en el cuarto con una orden en la mano.—Vas a volverte loco cuando escuches esto. —dijo él, mirando con preocupación a su hermano.Mark prestó a
Un sueño, esas palabras describían mi situación actual. Pero no uno bueno, ni deseado, sino algo diferente y misterioso. Una parte de mi creía que nada de esto era real y que estaba en coma o algo así, pero otra parte de mí, disfrutaba estar en este caótico mundo de bestias a las que no comprendía. Quizás mi rutina en el fondo, me había aburrido y necesitaba este cambio. Era una locura, lo sé, porque el peligro me acechaba todo el tiempo. Sin embargo, no podía evitar querer seguir en el juego.—Estás hermosa, luna. —dijo una de las chicas, a ella no la conocía. Había muchas personas nuevas en la casona, expertas en el maquillaje y peinado.El cumplido me hizo sonreír, desde hacía bastante tiempo que nadie me elogiaba, aunque fuera por cortesía. Las lobas de la manada de Mark solo me arrojaban miradas desafiantes y de rencor.El peinado que elegí fue alto y con bucles en las puntas, un baño de iluminación me hizo ver como una publicidad de estilista. Sonreí al verme así, parecía una pr
Después de la boda, una vez estuve marcada por el alfa, me llevaron hacia mi iniciación. Era un salto brutal en mi vida, ver a tantos lobos aullándole a la luna y rindiendo sus respetos. Me pregunté si en realidad me protegerían o si conspirarían contra mí como los hermanos de Mark dijeron.Mark me tomó de la mano, en su forma humana, mirando a los lobos a su alrededor. Tomé impulso para seguir caminando por esa multitud de animales enormes, sedientos de sangre.—Luna. —decían todos, al unísono casi, con la voz ronca por los aullidos.Divisé a la manada de mi esposo, que aullaba con recelo, podía notarlo. Ellos no me querían en su familia y no lo harían jamás. Yo era culpable de algo, algo que no recordaba ni me parecía cierto, pero ellos lo creían con fervor. Algún día sabría de lo que se me acusaba, estaba segura de ello.—Esposa. —murmuró Mark a mi oído.Era como ver a un ángel disfrazado de demonio, el rostro de Mark era perfecto, siniestro y oscuro al mismo tiempo. Sus rasgos var