Después de mi escena con Susan, era de suponer que su venganza llegaría tarde o temprano. La muy desgraciada rompió mi vestido con una de sus garras. No pensé que en forma humana podría hacer uso de sus garras, pero así fue y por poco quedé desnuda en medio de la multitud.
Allí estuvo él a pesar de su odio y me cubrió con su abrigo ante los ojos de los otros invitados. Me aferré a Mark y nos apartamos hacia el vestíbulo.
—¿Te encuentras bien? —preguntó él, con menos hostilidad.
—No finjas que te importo, se que ella es tu amiga. —dije con furia, la rabia subió a mis mejillas y me dejó de un color rojo el rostro. —Quiero irme de aquí, este sitio es espantoso, todos aquí son viles monstruos.
Sentía tantas ganas de llorar, de llamar a mi madre para que me buscara y lo arreglara todo. Quería volver a casa, olvidarme o despertar de este sueño caótico.
—Sara, tu no podrás irte hoy ni mañana. Mañana serás mi esposa y estarás bajo mi poder para siempre. —la voz de Mark retumbó en el vestíbulo, solo estábamos nosotros dos allí.
Era una sentencia tan estricta, el me tomó por las caderas, sin dejarme moverme ni un poco. Su respiración estaba cerca de mi boca, él quería demostrarme que yo era suya y no podía decidir mi propio destino. Sentí como su piel rozaba la mía y quise apartarme, pero su tacto era adictivo, mi cabeza no funcionaba bien cuando estábamos así de cerca.
Pero no duró mucho nuestra atmosfera de romance tan encantador, el volvió a verme con los ojos llenos de odio y me hizo a un lado con brusquedad, gruñéndome. Me apoyé contra la pared, desconsolada.
—¿Qué es lo que te he hecho? Mark, éramos adolescentes. —dije con fastidio, era un dramático total si seguía pensando en ello.
Cada parte de su rostro demostraba lo mucho que me detestaba. El frunció el ceño y se cruzó de brazos, sin dirigirme la palabra.
—Eres lo peor que me pasó en la vida. Y estoy condenado a pasar el resto de mi existencia a tu lado. —contestó, su voz se oía quebrada por la rabia. —Me han castigado, eres mi mate y mi tormento. Nos iremos ya, la boda será mañana y mi familia debe planearlo todo.
Diciendo esto me tomó del brazo con su correspondiente modo severo y dominante, para que volviéramos a la camioneta. No me salían las lágrimas por la confusión. Mi memoria no me permitía saber que era lo tan terrible que le había causado a este lobo. Debía escarbar en mis recuerdos, pero como él no había sido importante en mi vida, me costaba mucho.
Al llegar a la casa nuevamente, Mark me condujo esta vez hacia su cuarto.
—Dormirás conmigo. —ordenó, señalando mi lado de la cama y la ropa de dormir que estaba doblada.
Era demasiado provocativa, sabía que aquello lo divertía porque amaba verme así de sometida. No le daría el gusto de ponerme esa ropa, prefería dormir con jeans a complacerlo así. De todas maneras, no dije ni una palabra para no provocar esa ira asesina que poseía.
—Entonces, esta es la bienvenida a mi nuevo hogar. —suspiré, al tiempo en que examinaba la habitación.
Pude notar que allí había un baño en suite, lo que develaba que habría una ventana que podía ser la clave para un posible escape. Como me esperé, Mark se dedicó a ignorarme mientras cenaba, sin ofrecerme siquiera un vaso con agua.
Con el pasar de las horas mi estomago comenzó a rugir del hambre y llegué caminando hacia un comedor, donde abrí el refrigerador en busca de algo que me saciara. El lobo apareció ante mi y lo reconocí de inmediato. Adren, me tenía atrapada y no me dejaría seguir.
—¿Robas en nuestra cocina, luna? —preguntó con desprecio, su mirada se tornó cínica.
El era el más amable de esa manada, por lo cual debía caerle sumamente mal como para que me tratara así.
—No moriré de hambre. —busqué decir con cortesía.
—Estarás casada mañana, hasta ese entonces, deberás sobrevivir aquí. —sonrió maliciosamente.
—¿A que te refieres? —pregunté con temor.
—Es simple, ¿No oíste las palabras en la fiesta? Los lobos somos diferentes a los humanos que conoces… —negó con la cabeza, su tono era burlón y afilado. —Los que no te quieran en su camino aprovecharan esta noche para matarte.
—No tiene sentido, yo no quiero casarme. —dije de inmediato, esto se tornaba cada vez más oscuro.
—Yo no andaría sola por esa gran casa, no sabes lo fuertes y rápidos que pueden ser los lobos cuando comienzan una cacería. Tú serás una presa, Sara, eres la humana que rechazó al alfa. —guiñó un ojo.
—Mark me cuidará. —dije con convicción, aunque me odiara, el quería que yo fuera su esposa y eso implicaba que tendría que protegerme.
—Confía en eso entonces, no puedo asegurarte eso. Lo has hecho sufrir tanto, ni siquiera te ha dicho la verdad. —Adren me enfocó en sus ojos de lobo, tan feroz que podía devorarme en cualquier momento. —Tu eres la enfermedad de la manada.
—¿Qué? ¿Se han vuelto locos? —pregunté horrorizada, aquellas palabras eran muy fuertes e hirientes. —Voy a ir con la policía.
—Inténtalo, luna. —volvió a hacer una mueca de sonrisa. —A ver cuanto duras allá afuera, sola, hasta llegar a tu casa. Eres un cordero que busca a sus humanos, que no pueden protegerla.
El miedo subió por mi garganta y me hizo ahogar un grito de espanto. Adren colocó una caja frente a mí, de terciopelo. Se veía perfectamente lo que albergaba dentro, un vestido de novia, blanco como la nieve y una diadema, junto con otras joyas preciosas que complementaban un bello estilo antiguo.
En ese momento, deseé que Mark me perdonara por lo que sea que hubiera hecho en el pasado. Deseaba que me protegiera de los otros lobos, que me quitara todo este sufrimiento. Tomé la caja entre mis manos y regresé al cuarto matrimonial vacío, para lograr pensar en que haría para sobrevivir esta noche.
—Buenas noches, luna. —dijo la voz de la mujer, esa que me atacó prácticamente el primer día de mi estadía en esta locura.Ignoré todos los saludos de buenas noches, porque portaban una gran malicia, ellos sabían que significaría mi muerte. Lo único que se me ocurrió en aquel momento fue encerrarme en un cuarto, taparme con las mantas y esperar a que se hiciera de día.Busqué ni siquiera asomar la cabeza, porque el temor me dominaba. Creía que entrarían por esa puerta miles de lobos dispuestos a asesinarme y Mark, no haría nada al respecto. El me rechazaba y despreciaba tanto que mi muerte podría incluso alegrarlo.Alguien llamó a la puerta.—¿Estás ahí, luna? —preguntó una voz más suave y apacible.Me extrañó aquello, no identificaba de quien provenía la voz exactamente.—He venido a protegerte de los demás lobos, me ha mandado Mark. —dijo ella, tenía un tono agudo, casi infantil.Dudé en si abriría la puerta, no confiaría a ciegas en alguien solo porque decía querer protegerme. Me q
—¿Estás jugando de un modo cruel conmigo? —le dije, al cubrirme con la manta que me ofreció.Estábamos los dos en aquella gran cama, había sido transportada allí por el lobo que me odiaba.—No entiendo lo que dices. —soltó Mark, con su tono de recelo habitual, brusco.—Pienso que me has salvado para jugar con tu presa, que ahora me matarás. —respondí, porque era lo que yo creía.No confiaba en nadie, no después de lo que ocurrió con esa niña que parecía inofensiva.El no me respondió nada, estaba mirando fijamente a la pared. Volvió a su forma humana, acercándose a mi lado con cautela. Luego, poco a poco, comenzó a olfatearme. Eso me resultó de lo más extraño.—¿Qué estás haciendo? —pregunté, riendo, porque me estaba causando cosquillas.—Me doy la razón. No puedes morir hoy, mate. —dijo él, con su voz ronca, olfateando mi cuello.—Tu no me quieres aquí. —objeté, no quería hacerme falsas ilusiones, ahora solo podía rogar por la supervivencia.—No, no te quise aquí. —suspiró. —Veo que
La noche fue transcurriendo mientras mi lobo alfa me cuidaba, para que nadie pudiera estar siquiera cerca de mi con malas intenciones. Mark durmió a mi lado, las pocas horas que nos quedaban de sueño.La luz del sol se filtró por la ventana y me despertó, haciendo que frotara mi frente por el calor.—Buenos días. —le dije a Mark, al ver que también abría los ojos.Recién levantado se veía todavía más guapo, con el cabello desaliñado y unas ojeras oscuras que lo hacían ver más misterioso. Me miró con atención, pude notar en sus ojos que todavía no se acostumbraba a mi presencia.—Buen día, Sara. —respondió a secas.No era amable, el amor se había ido con la noche, sin que pudiera aferrarme a ese recuerdo. Busqué quedarme en silencio para no caer en la locura, otra vez esa sensación de que me odiaba. Quería volver de nuevo a casa.Adren ingresó en el cuarto con una orden en la mano.—Vas a volverte loco cuando escuches esto. —dijo él, mirando con preocupación a su hermano.Mark prestó a
Un sueño, esas palabras describían mi situación actual. Pero no uno bueno, ni deseado, sino algo diferente y misterioso. Una parte de mi creía que nada de esto era real y que estaba en coma o algo así, pero otra parte de mí, disfrutaba estar en este caótico mundo de bestias a las que no comprendía. Quizás mi rutina en el fondo, me había aburrido y necesitaba este cambio. Era una locura, lo sé, porque el peligro me acechaba todo el tiempo. Sin embargo, no podía evitar querer seguir en el juego.—Estás hermosa, luna. —dijo una de las chicas, a ella no la conocía. Había muchas personas nuevas en la casona, expertas en el maquillaje y peinado.El cumplido me hizo sonreír, desde hacía bastante tiempo que nadie me elogiaba, aunque fuera por cortesía. Las lobas de la manada de Mark solo me arrojaban miradas desafiantes y de rencor.El peinado que elegí fue alto y con bucles en las puntas, un baño de iluminación me hizo ver como una publicidad de estilista. Sonreí al verme así, parecía una pr
Después de la boda, una vez estuve marcada por el alfa, me llevaron hacia mi iniciación. Era un salto brutal en mi vida, ver a tantos lobos aullándole a la luna y rindiendo sus respetos. Me pregunté si en realidad me protegerían o si conspirarían contra mí como los hermanos de Mark dijeron.Mark me tomó de la mano, en su forma humana, mirando a los lobos a su alrededor. Tomé impulso para seguir caminando por esa multitud de animales enormes, sedientos de sangre.—Luna. —decían todos, al unísono casi, con la voz ronca por los aullidos.Divisé a la manada de mi esposo, que aullaba con recelo, podía notarlo. Ellos no me querían en su familia y no lo harían jamás. Yo era culpable de algo, algo que no recordaba ni me parecía cierto, pero ellos lo creían con fervor. Algún día sabría de lo que se me acusaba, estaba segura de ello.—Esposa. —murmuró Mark a mi oído.Era como ver a un ángel disfrazado de demonio, el rostro de Mark era perfecto, siniestro y oscuro al mismo tiempo. Sus rasgos var
Cuanto me hubiera gustado en ese momento tener algún tipo de antídoto para mi humanidad. Se que suena confuso, pero si hubiera existido algo que me hiciera una loba, aunque fuera por unos escasos segundos, lo hubiera hecho sin pensar. Ser la única humana de allí me hacía sentir en extremo insegura. Porque necesitaba un poco más de fuerza, lo supe cuando llegamos a la gran mesa donde los de la manada tomaban su desayuno.Me miraron con un desprecio habitual, queriendo devorarme sin lugar a dudas.—Bienvenida. —dijo Kily, con una simpatía fría.Era la única que al menos hacía el intento de no odiarme. Mark se sentó a mi lado y me sirvió el desayuno. Noté que eran todas cosas que, si me gustaban, había comprendido que yo era en extremo quisquillosa con la comida y me sirvió todo lo que si comería. Los muffins eran de canela, algo que siempre me gustó.Sonreí al notarlo, aunque no se lo dije, porque eso podía hacer que se enfadara. Pude desayunar tranquila a su lado, porque me protegería.
Cuando el lobo amable se marchó, me quedé a solas allí, con mi propia vergüenza. Aunque ya no me apenaba tanto, al ser que me habían ayudado un poco. Al parecer Mark estaba llamando a todos los lobos de la manada para una reunión de emergencia. Por ello no había terminado de hablar con el otro sujeto, solo supe que se llamaba Collin.Me quedé a solas en el pasillo cuando el sonido de un grillo me llegó al oído. Era algo extraño, parecía hacerse más fuerte. Comencé a seguirlo para ver de dónde provenía, siguiendo hasta el final del pasillo. Aquella era una habitación muy grande, sin nadie dentro, porque todos se hallaban en la reunión. Ingresé allí sin pensarlo dos veces, al parecer mi curiosidad no podía ser controlada. O quizás estaba perdiendo toda clase de miedo al estar rodeada de esa clase de criaturas.Miré a mi alrededor para ver si hallaba al insecto, buscando en el suelo. No me di cuenta que la presencia era humana, diferente, hasta que el sujeto tocó mi hombro. Era el extrañ
El rapto de Kily había complicado mi situación, la mayoría de los miembros de la manada sabría que yo no me llevaba bien con ella. Éramos rivales prácticamente, ella me odiaba a pesar de ser joven. No quería que los demás pensaran que yo había conspirado para que la raptaran. Pero lo pensarían, lo sabía, porque Adren también me odiaba y quien sabe, quizás muchos más allí tenían rencores ocultos conmigo.Esta falta de memoria comenzaba a tornarse pesada. Empecé a sufrir una migraña espantosa, con los recuerdos vagos en mi cabeza de mi relación pasada con Mark. Extrañamente, mientras ocultaba mi rostro en la almohada, sentía culpa por haberlo rechazado. Era absurdo, no tenía porque salir con él, no tenía ninguna clase de obligación.—Allí está. —dijo una voz al otro lado, entre susurros. Me costó mucho reconocer de quien era, debía ser un desconocido.—No entres bruscamente, el alfa lo sabrá y nos cazará. —dijo la otra voz, los pasos se acercaban débilmente.Oh no, pensé, demonios, pron