—Buenas noches, luna. —dijo la voz de la mujer, esa que me atacó prácticamente el primer día de mi estadía en esta locura.
Ignoré todos los saludos de buenas noches, porque portaban una gran malicia, ellos sabían que significaría mi muerte. Lo único que se me ocurrió en aquel momento fue encerrarme en un cuarto, taparme con las mantas y esperar a que se hiciera de día.
Busqué ni siquiera asomar la cabeza, porque el temor me dominaba. Creía que entrarían por esa puerta miles de lobos dispuestos a asesinarme y Mark, no haría nada al respecto. El me rechazaba y despreciaba tanto que mi muerte podría incluso alegrarlo.
Alguien llamó a la puerta.
—¿Estás ahí, luna? —preguntó una voz más suave y apacible.
Me extrañó aquello, no identificaba de quien provenía la voz exactamente.
—He venido a protegerte de los demás lobos, me ha mandado Mark. —dijo ella, tenía un tono agudo, casi infantil.
Dudé en si abriría la puerta, no confiaría a ciegas en alguien solo porque decía querer protegerme. Me quedé en mi escondite y en unos pocos segundos, la persona ingresó por la puerta abriéndola con llave.
—Tengo otra llave, un duplicado. Todos tenemos llaves de nuestra propia casa. —dijo ella, con los ojos pardos brillantes. Era de menuda estatura y rasgos delicados.
Ella debía ser la otra hermana de Mark, la menor, que tampoco recordaba, obviamente. Mi carencia de memoria era fatal. Me sentí como una tonta al haberme confiado en que no entraría si no la dejaba.
Se sentó a los pies de la cama y me miró con comprensión.
—Lamento que te aterraran con historias feas, los lobos no somos esas criaturas sádicas que te han vendido. ¿Sabes? —suspiró. —Pero a ellos a veces les gusta asustar humanas.
—Ah, eso se oye genial. —dije con sarcasmo, la verdad eso me parecía una grosería.
—Sí, no es amable. —arqueó una ceja. —La naturaleza de una presa es la de pensar y la de un cazador, ganar. Es nuestro lema, en nuestra manada no te pasará nada. Mark te escogió como mate, ese es tu seguro de vida. —sonrió.
Me quedé callada por unos segundos antes de preguntarle, es que las ganas de respuestas me iban carcomiendo por dentro. Necesitaba saber más de este mundo, o no podría desenvolverme y sería una rata asustadiza para siempre. Si tan solo conseguía algo de información, no estaría tan desprotegida.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté con dulzura, para intentar acercarme.
—Kily. —contestó ella, risueña. —Soy una omega. Pero que eso no te haga creer que soy débil, me enviaron a cuidarte porque estoy capacitada.
—No dudo de ello. —murmuré, con la cabeza confundida. —¿Puedo hacerte una pregunta, Kily?
—Claro.
—¿Tú sabes porque todos aquí dicen que soy la enfermedad del alfa? —pregunté al fin, tenía la esperanza de que se apiadara de mí.
Ella hizo una pausa por unos minutos, sin decir ni una sola palabra. Eso me hizo poner mas nerviosa, a pesar de que para ellos omega era el rango más débil, ella podía matarme si quisiera. Estar rodeada de bestias era terrible, la sensación de miedo no se marchaba jamás de mi lado.
—Bueno, esas son cosas privadas de Mark. —dijo con la voz temblorosa. —No tengo la libertad de hablar de mi hermano así.
—Estoy tan afligida de no saber nada. —me lamenté, viendo que era imposible sacarle a la chica información. —Lo siento, no quise ponerte en esa situación, es incomodo y lo sé.
Kily me miró con pena y comenzó a hablar, poco a poco.
—Es difícil ser la persona más débil de la casa, lo entiendo, yo lo fui en el pasado. —dijo con comprensión, era muy empática y eso se notaba bien.
—Tú eres una loba como ellos, no deberías sentirte menos. —contesté.
Eso la hizo sonreír, era aficionada a los cumplidos al ser casi una niña.
—Ellos dicen que eres una enfermedad, no es un juego de palabras. Nosotros lo tomamos todo literal y tú, luna, nos has traído la muerte una vez. —cerró los ojos con pena, como si estuviera sintiéndose muy triste. —No es agradable recordar una época tan fatal.
—¿Te refieres a cuando Mark y yo éramos adolescentes?
Asintió con la cabeza.
—No comprendo, yo no he matado a nadie. —dije con los ojos muy abiertos.
—Tú finges no entenderlo y no recordarlo. —fueron sus palabras tajantes, su tono fue aterrador.
Se me heló la sangre de golpe y busqué a tientas algo con lo cual defenderme, sentía el peligro tan de cerca y yo, no lograría hacer nada para cambiar nuestra situación.
—No finjo nada, Kily. —balbuceé, con nervios.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó con rencor. —No estoy dispuesta a seguir aguantando tu falsedad, luna. Tienes hartos a todos y esperé ser una excepción. Te haces la inocente, la chica sin memoria que está aquí en contra de su voluntad, pero yo se la verdad sobre ti. La sangre que derramaste.
—No se de que estas hablando, lo juro. —comencé a llorar desconsolada, con la mirada en la suya, buscando piedad.
La niña se transformó en loba y a pesar de ser de un tamaño menor que el de los otros de la manada, era muy intimidante. Intenté levantarme y ella me lo impidió, rasguñando con sus garras mi brazo derecho y provocándome un inmenso dolor. Solté un grito de lamento, mi llanto ya no era suficiente.
—Me das asco, Sara. —dijo al fin, cuando comenzó a mostrarme sus colmillos. —La muerte de Jason será vengada por mí, ahora. —su voz resonó en la habitación entera.
Dicho esto último, comenzó a gruñir de tal forma que empecé a temblar y llorar desconsoladamente, pidiendo piedad a los gritos. Ella sonreía, lo supe, aunque no estuviera en su forma humana. Yo ni siquiera sabía quien era Jason o porque me culpaban por su muerte.
Lo único que deseaba era volver a mi vida normal.
—No… No lo hagas por favor… —empecé a decir mientras la sangre corría por mi brazo, el rasguño era profundo.
Me infringió una segunda herida tan cerca del cuello que podría haberme matado. No llegó a seguir lastimándome porque la puerta se destruyó en astillas, en mil pedazos. El lobo enorme ingresó con una velocidad increíble y tumbó a la loba al suelo. Los dos se gruñían entre sí, con los ojos rojos de ira.
—Deja que la mate ahora, no tendrás que soportar su asquerosa presencia. —murmuró la loba.
Reconocí que ese lobo imponente, el más grande de todos, era Mark. Lo había visto anteriormente, cuando me atacó por primera vez. Solté una exclamación de sorpresa cuando lo vi acercarse a mi y rodearme. No podía creer lo que mis ojos veían, ese lobo que tanto me odiaba estaba protegiéndome. Se puso entre la loba y yo, sin dejar que me hiciera daño.
—Vete, Kily. Si vuelves a acercarte a mi mate, te mataré. —dijo con la voz ronca y severa.
El me cargó en su lomo y me llevó hacia otro sitio, una habitación más lujosa todavía. Yo no lograba caer en la cuenta de lo que había sucedido con la niña. Mi cuerpo estaba en extremo tensionado y tenía un fuerte sentimiento de angustia. Mis preguntas se multiplicaban en lugar de disminuir. Solté un lamento, abrazándome al pelaje del lobo con fuerza.
Mi corazón latía de un modo frenético y creí que me daría un infarto, pero él me cubrió, haciendo que poco a poco me estabilizara. Cerró la puerta, dejándonos a los dos, solos en aquel nuevo cuarto.
—¿Estás jugando de un modo cruel conmigo? —le dije, al cubrirme con la manta que me ofreció.Estábamos los dos en aquella gran cama, había sido transportada allí por el lobo que me odiaba.—No entiendo lo que dices. —soltó Mark, con su tono de recelo habitual, brusco.—Pienso que me has salvado para jugar con tu presa, que ahora me matarás. —respondí, porque era lo que yo creía.No confiaba en nadie, no después de lo que ocurrió con esa niña que parecía inofensiva.El no me respondió nada, estaba mirando fijamente a la pared. Volvió a su forma humana, acercándose a mi lado con cautela. Luego, poco a poco, comenzó a olfatearme. Eso me resultó de lo más extraño.—¿Qué estás haciendo? —pregunté, riendo, porque me estaba causando cosquillas.—Me doy la razón. No puedes morir hoy, mate. —dijo él, con su voz ronca, olfateando mi cuello.—Tu no me quieres aquí. —objeté, no quería hacerme falsas ilusiones, ahora solo podía rogar por la supervivencia.—No, no te quise aquí. —suspiró. —Veo que
La noche fue transcurriendo mientras mi lobo alfa me cuidaba, para que nadie pudiera estar siquiera cerca de mi con malas intenciones. Mark durmió a mi lado, las pocas horas que nos quedaban de sueño.La luz del sol se filtró por la ventana y me despertó, haciendo que frotara mi frente por el calor.—Buenos días. —le dije a Mark, al ver que también abría los ojos.Recién levantado se veía todavía más guapo, con el cabello desaliñado y unas ojeras oscuras que lo hacían ver más misterioso. Me miró con atención, pude notar en sus ojos que todavía no se acostumbraba a mi presencia.—Buen día, Sara. —respondió a secas.No era amable, el amor se había ido con la noche, sin que pudiera aferrarme a ese recuerdo. Busqué quedarme en silencio para no caer en la locura, otra vez esa sensación de que me odiaba. Quería volver de nuevo a casa.Adren ingresó en el cuarto con una orden en la mano.—Vas a volverte loco cuando escuches esto. —dijo él, mirando con preocupación a su hermano.Mark prestó a
Un sueño, esas palabras describían mi situación actual. Pero no uno bueno, ni deseado, sino algo diferente y misterioso. Una parte de mi creía que nada de esto era real y que estaba en coma o algo así, pero otra parte de mí, disfrutaba estar en este caótico mundo de bestias a las que no comprendía. Quizás mi rutina en el fondo, me había aburrido y necesitaba este cambio. Era una locura, lo sé, porque el peligro me acechaba todo el tiempo. Sin embargo, no podía evitar querer seguir en el juego.—Estás hermosa, luna. —dijo una de las chicas, a ella no la conocía. Había muchas personas nuevas en la casona, expertas en el maquillaje y peinado.El cumplido me hizo sonreír, desde hacía bastante tiempo que nadie me elogiaba, aunque fuera por cortesía. Las lobas de la manada de Mark solo me arrojaban miradas desafiantes y de rencor.El peinado que elegí fue alto y con bucles en las puntas, un baño de iluminación me hizo ver como una publicidad de estilista. Sonreí al verme así, parecía una pr
Después de la boda, una vez estuve marcada por el alfa, me llevaron hacia mi iniciación. Era un salto brutal en mi vida, ver a tantos lobos aullándole a la luna y rindiendo sus respetos. Me pregunté si en realidad me protegerían o si conspirarían contra mí como los hermanos de Mark dijeron.Mark me tomó de la mano, en su forma humana, mirando a los lobos a su alrededor. Tomé impulso para seguir caminando por esa multitud de animales enormes, sedientos de sangre.—Luna. —decían todos, al unísono casi, con la voz ronca por los aullidos.Divisé a la manada de mi esposo, que aullaba con recelo, podía notarlo. Ellos no me querían en su familia y no lo harían jamás. Yo era culpable de algo, algo que no recordaba ni me parecía cierto, pero ellos lo creían con fervor. Algún día sabría de lo que se me acusaba, estaba segura de ello.—Esposa. —murmuró Mark a mi oído.Era como ver a un ángel disfrazado de demonio, el rostro de Mark era perfecto, siniestro y oscuro al mismo tiempo. Sus rasgos var
Cuanto me hubiera gustado en ese momento tener algún tipo de antídoto para mi humanidad. Se que suena confuso, pero si hubiera existido algo que me hiciera una loba, aunque fuera por unos escasos segundos, lo hubiera hecho sin pensar. Ser la única humana de allí me hacía sentir en extremo insegura. Porque necesitaba un poco más de fuerza, lo supe cuando llegamos a la gran mesa donde los de la manada tomaban su desayuno.Me miraron con un desprecio habitual, queriendo devorarme sin lugar a dudas.—Bienvenida. —dijo Kily, con una simpatía fría.Era la única que al menos hacía el intento de no odiarme. Mark se sentó a mi lado y me sirvió el desayuno. Noté que eran todas cosas que, si me gustaban, había comprendido que yo era en extremo quisquillosa con la comida y me sirvió todo lo que si comería. Los muffins eran de canela, algo que siempre me gustó.Sonreí al notarlo, aunque no se lo dije, porque eso podía hacer que se enfadara. Pude desayunar tranquila a su lado, porque me protegería.
Cuando el lobo amable se marchó, me quedé a solas allí, con mi propia vergüenza. Aunque ya no me apenaba tanto, al ser que me habían ayudado un poco. Al parecer Mark estaba llamando a todos los lobos de la manada para una reunión de emergencia. Por ello no había terminado de hablar con el otro sujeto, solo supe que se llamaba Collin.Me quedé a solas en el pasillo cuando el sonido de un grillo me llegó al oído. Era algo extraño, parecía hacerse más fuerte. Comencé a seguirlo para ver de dónde provenía, siguiendo hasta el final del pasillo. Aquella era una habitación muy grande, sin nadie dentro, porque todos se hallaban en la reunión. Ingresé allí sin pensarlo dos veces, al parecer mi curiosidad no podía ser controlada. O quizás estaba perdiendo toda clase de miedo al estar rodeada de esa clase de criaturas.Miré a mi alrededor para ver si hallaba al insecto, buscando en el suelo. No me di cuenta que la presencia era humana, diferente, hasta que el sujeto tocó mi hombro. Era el extrañ
El rapto de Kily había complicado mi situación, la mayoría de los miembros de la manada sabría que yo no me llevaba bien con ella. Éramos rivales prácticamente, ella me odiaba a pesar de ser joven. No quería que los demás pensaran que yo había conspirado para que la raptaran. Pero lo pensarían, lo sabía, porque Adren también me odiaba y quien sabe, quizás muchos más allí tenían rencores ocultos conmigo.Esta falta de memoria comenzaba a tornarse pesada. Empecé a sufrir una migraña espantosa, con los recuerdos vagos en mi cabeza de mi relación pasada con Mark. Extrañamente, mientras ocultaba mi rostro en la almohada, sentía culpa por haberlo rechazado. Era absurdo, no tenía porque salir con él, no tenía ninguna clase de obligación.—Allí está. —dijo una voz al otro lado, entre susurros. Me costó mucho reconocer de quien era, debía ser un desconocido.—No entres bruscamente, el alfa lo sabrá y nos cazará. —dijo la otra voz, los pasos se acercaban débilmente.Oh no, pensé, demonios, pron
Hasta ahora, las cosas que había visto me parecían tan increíbles que a veces volvía a creer que, en realidad, solo me había vuelto loca. Un brote psicótico tal vez, y que tarde o temprano despertaría de esta fantasía.Pero por más que quisiera convencerme de que esto no era real, seguía viviendo esta locura. Era muy real, aunque no quisiera aceptarlo. Todos estos lobos existían, este mundo diferente era tan real como lo vivido.Collin comenzó a recobrar parte de su consciencia, abriendo los ojos y dejando de sentir ese dolor insoportable. Lo miré con atención, su piel había recobrado el color.—Estás… Sanando… —dijo Tanya tartamudeando, estaba estupefacta, no podía creer lo que había visto.—Sí. —dijo Mark, igual de sorprendido. —Está vivo gracias a Sara.—Gracias, Sara. —dijo Collin, tratando de ponerse de pie. Sus ojos parecían incluso más claros.—¿Cómo te sientes? —preguntó Tanya, estaba desconfiando, su mirada lo decía todo.El lugar estaba lleno de sangre, el suelo rojo parecía