—Señorita no podemos seguir esperando, ¿Ha podido comunicarse con su novio?
Natasha Jones negó con un movimiento de cabeza, mientras intentaba marcar el número de su novio por centésima desde que había llegado al juzgado y él no había aparecido.
—Voy a intentarlo una vez más, por favor, ¿podría esperar un poco más? —pidió con aflicción.
Sus manos temblaron, se equivocó dos veces intentando marcar el número de su novio y cuando por fin pudo hacerlo correctamente, saltó el buzón de voz diciendo que estaba lleno y no podía dejar más mensajes.
—¿Dónde estás Michael? ¿Dónde? —se preguntó angustiada.
Las flores de su ramo de novia, estaban apachurradas y marchitas, se arrepintió de haber elegido un ramo natural, no sabía que él podía demorarse.
—Lo siento señorita, no podemos seguir esperando, tenemos otras bodas que oficiar. ¿Tendría la amabilidad de desalojar el área? —le pidió el hombre y ella no pudo hacer nada más que obedecer.
Salió fuera del salón donde se suponía se llevaría a cabo su boda. Caminó hasta el siguiente salón, su vista viajó a la enorme pantalla de televisión instalada en lo que parecía ser una sala de descanso para los trabajadores.
Pero eso no era importante, no; lo importante era lo que en esa gran pantalla podía ver.
Era Michael Collins del brazo de otra mujer, una hermosa mujer vestida de novia. Los dos caminaban hacia el altar «¡Va a casarse con otra mujer!» quiso gritar, pero de su garganta un gemido ahogado salió.
—Esta boda ha sido la más esperada del año y no podíamos dejar de transmitirla para ustedes queridos televidentes. No todos los días tenemos la oportunidad de poder llevarles a ustedes algo como esto —dijo el periodista.
—No todos los días vemos como dos conglomerados se unen en uno solo. La familia Collins y la familia Smith nacieron para grandes cosas —expresó la mujer.
Natasha ya no puso atención a las palabrerías de los reporteros, su mirada estaba fija sobre el rostro de Michael Collins, el hombre que se había burlado de ella de una manera tan ruin y cruel.
«No podías esperar menos Natasha, ese hombre no era para ti. Lo único que quería de ti era…» Natasha movió su cabeza con fuerza para acallar su conciencia.
Natasha salió del juzgado con el corazón herido y roto en miles de pedazos, lanzó el ramo de flores al primer bote de basura que encontró. Deseaba poder arrancarse el corazón y dejarlo tirado en el mismo lugar.
No supo exactamente cómo había llegado al aeropuerto y tampoco era consciente del espectáculo que estaba dando vestida de novia y con el maquillaje corrido por el llanto. En realidad, a Natasha Jones ya no le importaba nada, solo quería alejarse de la ciudad para siempre.
—Pasajeros del vuelo 2105 con destino a París, favor de abordar el avión por la sala nueve.
Natasha caminó como si fuera una muerte viviente, ni siquiera fue consciente de cómo había pasado el registro, solamente sabía que estaba en el avión con rumbo a otro país, un vuelo que debió ser el de su luna de miel.
«Natasha sonrió al sentir el cosquilleo de una ligera caricia sobre su columna vertebral que le impidió seguir durmiendo. Se giró y estiró la mano para devolver aquella suave caricia.—Buenos días, hermosa —el susurro de Michael a su oído le hizo suspirar al sentir el escalofrío que recorrió todo su cuerpo, provocando que su piel se erizara hasta la punta de sus pies.—Buenos días, guapo —respondió dejando un beso sobre la punta de la nariz de su novio.Michael sintió que la respiración se le cortaba al ver el fuego en la mirada de Natasha.Sin embargo, la muchacha se perdió momentáneamente en sus pensamientos. Eran pocas las veces que podían disfrutar de un momento privado como ese. Siendo ella quien era; pero confiaba en Michael, tanto que no le había importado mantener en secreto su relación por varios mes
Nat observó la ciudad de Nueva York desde las alturas. Cerró los ojos y apretó las manos en dos suaves pero firmes puños.Habían pasado cinco largos años desde la última vez que había pisado aquel aeropuerto. Nat no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo.—¿Estás bien, cariño? —preguntó el hombre.La mujer le dirigió una mirada y asintió en silencio. Aunque sabía muy bien que no podía mentirle a Gerald; ese hombre la conocía tan bien como a la palma de su mano.Si no fuera por él, llevaría cinco años muerta. Luchó por apartar aquellos pensamientos, odiaba que la culpa le remordiera la conciencia. En ese momento ella no había podido pensar en nada que no fuera terminar con el dolor que laceraba su corazón.—Ven, el chofer nos espera para que puedas d
Natasha casi dejó de respirar al escuchar la pregunta que su hija le había hecho a Michael, jamás se imaginó esta escena ni en sus más terribles pesadillas y vaya que había tenido muchas y en cada una de ellas Collins era el cruel y frío protagonista.—Mamá… ¿Es él mi papi? —insistió Emma sin verla. Sus ojitos grises estaban fijos sobre Michael.—Creo que te has equivocado de papi, querida. Este hombre que ves aquí es mi esposo y solo tendrá hijos conmigo —respondió Ava con crueldad, al notar que los presentes empezaban a mirarlos con curiosidad.—Vamos Emma, tenemos que marcharnos —Natasha hizo un esfuerzo titánico para controlar su temperamento.—Pero mamá, no podemos irnos así, ¿No has visto lo parecido que somos? —insistió la niña.—Emma —ha
Emma no respondió, en su lugar se despidió con un beso de su madre y se dirigió a su habitación convencida de que su mamá esta vez le mentía. No sabía explicar lo que sentía, pero ella podía jurar que ese hombre, Michael Collins, era su padre.Natasha cerró los ojos, odiaba mentirle descaradamente a su hija, más no tenía otra opción, la conocía bastante bien, como para saber que de confesarle la verdad insistiría una y otra vez en acercarse a él y francamente Michael no se merecía tener una hija como Emma, la verdad sea dicha, él no merecía nada de Emma.Mientras tanto en otro lugar a pocos kilómetros de ahí, Ava Smith lanzó el bolso sobre el sofá, antes de desatar su ira.—¿¡Es tuya!?—¿Quién? —preguntó Michael aflojando su corbata.&mdas
A la mañana siguiente Natasha y Emma se reunieron con Gerald para desayunar en la terraza del hotel.—¿Mala noche? —preguntó Gerald, apenas las vio llegar.—Algo así, no ha sido nada fácil este primer encuentro —dijo en tono bajo para no llamar la atención de Emma, quien fingía ver la pecera con interés y lo hacía. Sus ojos estaban fijos sobre aquellos peces de colores, pero sus oídos estaban muy atentos a lo que decían los adultos.—No puedes negarle la verdad a Emma, es una niña muy inteligente, bastó ver a Collins para asimilar que es su padre, Natasha, considera oportuno decirle la verdad —le sugirió el hombre.—No es tan sencillo y mucho menos fácil, Gerald. Sabes todo lo que he sufrido por causa de ese hombre; no quiero exponer a Emma a lo mismo. Además, él está casado con otra mujer
El miedo invadió el cuerpo de Natasha. El miedo de que Michael fuera muy capaz de quitarle a Emma si comprobaba que era su hija; él tenía el dinero y el poder para lograrlo y aunque en ese momento ella era una mujer reconocida y con dinero; ante la familia Collins seguía estando en desventaja. Nada podía compararse con ellos; una batalla por la custodia de la niña en los tribunales podía darla como perdida.—Nat, ¿Qué sucede? —Gerald había pasado etapas muy difíciles al lado de la muchacha y podía saber con exactitud cuándo algo iba mal. Y tenía la sospecha de que esto no solo se trataba de algo malo, sino muuuuy malo.—¡Va a quitármela, Gerald!, va a apartarme de la vida de mi hija. ¡Michael va a llevársela! —exclamó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro.—Calma Natasha, no puedes alter
«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi!»«¡Soy Emma…!»«¡Soy Emma…!»El cerebro de Michael repetía las palabras una y otra vez como un mantra, mientras su secretaria esperaba una reacción de su parte.—¿Emma? —preguntó, no podía creer que la pequeña estuviera al teléfono.—Síi, papi soy Emma, ¿podrías venir al hotel, por favor? —medio preguntó medio pidió con un deje de súplica en la voz—¿Al hotel? ¿Qué sucede, estás bien? —preguntó sintiendo su corazón latir fuerte dentro de su pecho.—No, no estoy bien. He tenido una pesadilla y mi mamita no está por ningún lado. Tengo miedo papito, tengo
Michael tenía sentimientos encontrados, miraba y miraba a la pequeña dormida en la cama y su corazón se estrujaba dentro de su pecho. Era una sensación a la que no podía ponerle un nombre o siquiera explicar.Emma era tan parecida a él, que le bastaba verla para saber que era suya, sangre de su sangre y carne de su sangre y mientras él se sentaba en el sillón a los pies de la cama de la pequeña, en la otra habitación la situación era totalmente distinta.Natasha no podía creer que le había permitido a Michael entrar no solo a su cuarto de hotel, sino también a su vida. Porque al no negarse le dio a entender que era el padre de Emma; pero… ¿Cómo podría haberse negado al mirar los ojitos ilusionados de su hija? Sin duda la situación no era la mejor y ella una hora antes había deseado que ese momento se alargara hasta cien años