A la mañana siguiente Natasha y Emma se reunieron con Gerald para desayunar en la terraza del hotel.
—¿Mala noche? —preguntó Gerald, apenas las vio llegar.
—Algo así, no ha sido nada fácil este primer encuentro —dijo en tono bajo para no llamar la atención de Emma, quien fingía ver la pecera con interés y lo hacía. Sus ojos estaban fijos sobre aquellos peces de colores, pero sus oídos estaban muy atentos a lo que decían los adultos.
—No puedes negarle la verdad a Emma, es una niña muy inteligente, bastó ver a Collins para asimilar que es su padre, Natasha, considera oportuno decirle la verdad —le sugirió el hombre.
—No es tan sencillo y mucho menos fácil, Gerald. Sabes todo lo que he sufrido por causa de ese hombre; no quiero exponer a Emma a lo mismo. Además, él está casado con otra mujer y parece muy feliz —su tono era celoso, se lamentó por eso, pero no pudo evitar sentirse herida al ver como aquella mujer se colgaba de su brazo.
Odiaba sentirse vulnerable, pero no podía mentirse a sí misma. Le dolía que Ava Smith pudiera llamarlo mío, mi esposo en público, mientras ella solo fue un sucio secreto para Michael durante un año y medio que duró su relación.
—Sé que no debe ser fácil para ti, pero Emma merece saber la verdad, ella ama a su padre, porque tú nunca le has hablado mal de él; ella cree que se marchó simplemente y que un día volverá. ¿No te has fijado en lo celosa que es contigo? Incluso lo hace conmigo, no deja que te toque o que te demuestre cualquier tipo de afecto. Ella espera a que su padre vuelva.
Natasha se mordió el labio, miró a Emma para asegurarse de que no estuviera escuchando y habló:
—Ava Smith no aceptará a la hija de otra mujer en la vida de su esposo, prefiero que Emma siga esperando y que no sufra una desilusión, Michael Collins ya ha demostrado en el pasado que no es un hombre en quien uno pueda confiar.
—Pero eso no cambia que él sea el padre de Emma —insistió Gerald.
—No lo cambia y tampoco soluciona nada, para el caso estaríamos igual o mucho peor —espetó a la defensiva.
—Será mejor olvidarnos del tema, no llegaremos a nada y discutir contigo por él sería una completa tontería —Gerald comprendía que la situación no estaba para estirar la cuerda, no quería dañar su relación con Natasha y menos por un hombre que la había lastimado de una y mil maneras en el pasado.
Emma se acercó cuando ellos guardaron silencio, saludó y se sentó a la mesa. El desayuno fue en completo silencio. Comprendiendo que hablar ahora estaba de más.
Mientras tanto Michael no podía concentrarse en nada que tuviera que ver con el trabajo. Su cabeza, mente y corazón estaban con Natasha.
Se mesó el cabello con impaciencia, miró el reloj más veces de las que podía imaginarse. Desde que Natasha se marchó el tiempo dejó de importarle, porque todos los días, todas las horas, minutos y segundos eran exactamente lo mismo sin ella.
—Lamento interrumpirlo señor, pero necesito que me firme estos documentos y el cheque mensual para los medicamentos de su madre —Michael levantó la mirada para ver a su secretaria, en cinco años había cambiado a más de diez, porque en todas quiso encontrar una Natasha, para él todas eran deficientes y Aurora era la única que le había aguantado más.
—No se preocupe, Aurora, esto es importante y no importa lo que yo esté haciendo o incluso en el lugar donde yo me encuentre su trabajo es hacer que yo firme esto cada mes sin falta —le recordó y la mujer asintió.
—Sí, señor Collins —respondió recibiendo los documentos y el cheque antes de salir de la oficina.
Michael cerró los ojos, estaba cansado de todo lo que le rodeaba, si no fuera por Natasha y su madre, él seguramente habría renunciado a todo desde años atrás. Lamentablemente, no podía darse ese lujo. Si al menos su padre viviera, quizás su vida hubiera sido menos complicada.
«Deja de lamentarte, no llegarás a ningún lado. Recuerda quién eres Michael, siempre debes dar la cara por la gente que amas, debes defenderla, así tengas que sacrificar tu propia vida.» Las palabras de su padre se abrieron paso por su mente que estaba a punto del colapso. Por lo que se vio agradeciendo a la persona que llamaba a su móvil personal.
—Tengo algo para ti, he conseguido el número personal de la señora Petit, ¿Estás interesado? —Michael casi sonrió al escuchar las palabras de Ryan.
—Pasaré por tu despacho esta tarde, quizás con suerte me tengas algo más que un simple número de teléfono —dijo esperanzado.
—No puedo garantizarte nada, pero podría ser que sí. Dasha Petit es un verdadero misterio —le adelantó y Michael asimiló la razón, era porque la famosa y aclamada Dasha Petit no existía.
Michael se despidió con un poco más de esperanza en el corazón, pronto tendría las respuestas que deseaba.
Cerca de las cuatro de la tarde al otro lado de la ciudad: Emma buscaba información sobre Michael Collins en el navegador y minutos más tarde se desplazaron varias páginas con datos del empresario.
—Michael Collins, es uno de los empresarios más ricos de la ciudad de Nueva York, con tan solo treinta años, ha asegurado su imperio y amasado una cuantiosa fortuna para que por lo menos tres o cuatro generaciones de su familia no pasen ninguna necesidad, pero… ¿Cuál es la razón para que a fecha de hoy no tenga hijos con la hermosa Ava Smith?
Emma arrugó la nariz, mientras escuchaba por los auriculares las noticias. Buscó otros artículos con la esperanza de que se hablara de su madre y él, pero no había nada ¡Nada que le indicara que en verdad era hija de Michael! Hasta que…
—Esa mujer es mi mamá —susurró al ver una foto de Michael y Natasha, no era una foto romántica, era más bien una foto para la revista de negocios, pero Nat como asistente personal de Michael había sido fotografiada con él aquel día.
Emma suspiró, leyó el artículo con un poco de dificultad, el inglés no era su fuerte, sobre todo porque en París hablaba francés y pocas veces español.
—¿Emma, abre la puerta cariño? ¿Por qué has pasado el seguro? —gritó Natasha al otro lado de la puerta.
La pequeña cerró las páginas del navegador y bloqueó la Tablet antes de caminar y abrir la puerta para dejar pasar a su madre.
—¿Emma?
—Lo siento mamá, no me di cuenta de que estaba cerrada con seguro —se disculpó moviendo el piecito, fingiendo inocencia.
—Está bien, cariño. Me preocupo por ti y sinceramente no quiero que estés molesta conmigo por lo sucedido ayer por la noche.
—Yo solo quería saber si ese hombre. Michael Collins era mi padre, pero si dices que nuestro parecido es una mera casualidad, lo aceptaré mamá, pero por favor no me mientas —le pidió abrazando la cintura de Natasha.
El corazón de la mujer se arrugó dentro de su pecho al escuchar las palabras de su hija. De alguna manera no se acostumbraba a la madurez que tenía a tan corta edad; cuando ella tenía cinco años su única prioridad era jugar a las muñecas, pero Emma era todo lo contrario, había ocasiones en las que se sorprendía tanto que hasta se asustaba.
—Lo siento cariño, siento tanto no haber podido darte un padre. No sabes el dolor que me causa —le dijo con lágrimas en los ojos.
—No llores mami, tú has sido una maravillosa madre, solo quisiera que también fueras feliz. Quizás papá tuvo un motivo muy grande para dejarnos, tal vez él no quiso hacerlo —Natasha no supo qué responder ante aquellas palabras e hizo lo único que podía hacer. La tomó en sus brazos y la abrazó tan fuerte como si su vida dependiera de ese momento.
—Te amo, Emma, quiero que sepas que no hay nada más importante en el mundo para mí que tú. Eres mi motor, mi vida, mi todo —le confesó con toda la sinceridad y amor de la que fue capaz.
—Yo también te amo mami, eres mi cielo, mi cielo —dijo tomando las mejillas húmedas de su madre, para luego dejarle un beso en la frente.
El corazón de Natasha explotó de felicidad y dolor al mismo tiempo, era una sensación abrumadora. Ella no quería mentirle a su hija, pero no estaba preparada para contarle la verdad, su verdad.
—Te llamaré cuando la cena esté lista, ¿o prefieres darte un baño antes? —le preguntó cambiando el tema.
—Cenaré primero y luego me daré un baño, ¿puedo quedarme en mi habitación? —Natasha sabía que aquello no era una pregunta, era una petición y sonrió.
—Claro que sí cariño. Mientras le pediré al tío Gerald que se ocupe de conseguirte un colegio para que no pierdas clases —anunció antes de salir de la habitación.
Emma volvió su atención de nuevo a la Tablet, buscando más y más información de su padre…
Natasha se dejó caer sin ceremonia sobre el sillón, echó la cabeza hacia atrás y suspiró consciente de que no podría engañar a su hija por mucho más tiempo.
El sonido de su móvil le hizo apartar aquellos pensamientos de su cabeza y con resignación abrió el mensaje. Un mensaje que la dejó fría. Aunque decir fría era un término que no lograba abarcar lo que le había provocado aquel corto, pero peligroso mensaje. Cuatro palabras que casi hicieron detener a su corazón.
«¿Es Emma, mi hija?»
El miedo invadió el cuerpo de Natasha. El miedo de que Michael fuera muy capaz de quitarle a Emma si comprobaba que era su hija; él tenía el dinero y el poder para lograrlo y aunque en ese momento ella era una mujer reconocida y con dinero; ante la familia Collins seguía estando en desventaja. Nada podía compararse con ellos; una batalla por la custodia de la niña en los tribunales podía darla como perdida.—Nat, ¿Qué sucede? —Gerald había pasado etapas muy difíciles al lado de la muchacha y podía saber con exactitud cuándo algo iba mal. Y tenía la sospecha de que esto no solo se trataba de algo malo, sino muuuuy malo.—¡Va a quitármela, Gerald!, va a apartarme de la vida de mi hija. ¡Michael va a llevársela! —exclamó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro.—Calma Natasha, no puedes alter
«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi!»«¡Soy Emma…!»«¡Soy Emma…!»El cerebro de Michael repetía las palabras una y otra vez como un mantra, mientras su secretaria esperaba una reacción de su parte.—¿Emma? —preguntó, no podía creer que la pequeña estuviera al teléfono.—Síi, papi soy Emma, ¿podrías venir al hotel, por favor? —medio preguntó medio pidió con un deje de súplica en la voz—¿Al hotel? ¿Qué sucede, estás bien? —preguntó sintiendo su corazón latir fuerte dentro de su pecho.—No, no estoy bien. He tenido una pesadilla y mi mamita no está por ningún lado. Tengo miedo papito, tengo
Michael tenía sentimientos encontrados, miraba y miraba a la pequeña dormida en la cama y su corazón se estrujaba dentro de su pecho. Era una sensación a la que no podía ponerle un nombre o siquiera explicar.Emma era tan parecida a él, que le bastaba verla para saber que era suya, sangre de su sangre y carne de su sangre y mientras él se sentaba en el sillón a los pies de la cama de la pequeña, en la otra habitación la situación era totalmente distinta.Natasha no podía creer que le había permitido a Michael entrar no solo a su cuarto de hotel, sino también a su vida. Porque al no negarse le dio a entender que era el padre de Emma; pero… ¿Cómo podría haberse negado al mirar los ojitos ilusionados de su hija? Sin duda la situación no era la mejor y ella una hora antes había deseado que ese momento se alargara hasta cien años
La humillación que había sufrido por culpa de esa mocosa no iba a quedarse sin castigo y si Michael pensaba que era fácil deshacerse de ella, estaba muy equivocado. Ella había sido paciente, pero no era tonta, aparcó en el estacionamiento del hotel y caminó hasta el lobby, allí los esperaría y le demostraría a esa mujer quien era Ava Smith y el poder que tenía en Nueva York.Haría que se arrepintieran por humillarla de esa manera, ella era una princesa, fue criada y educada entre sedas y algodones. Su familia era respetada y siendo la señora Collins jamás en cinco años alguien se había atrevido a llevarle la contraria.Mientras tanto, Natasha cogió la mano de Emma y pagó el desayuno que ni llegaron a tocar por la interrupción de la mujer de Michael.—Natasha, por favor, necesitamos hablar —le pidió Michael caminando det
Michael volvió a la oficina, pero sus pensamientos estaban con Emma y Natasha. Estaba molesto con la actitud de Ava hacia ellas; pero sobre todo estaba molesto consigo mismo.Si en el pasado él no hubiese cedido al chantaje de su abuelo, las cosas fueran totalmente diferentes y no se habría perdido los primeros cinco años de su hija. ¡Cinco años!El hombre se mesó el cabello con frustración. Estaba cansado de toda la mierda de su abuelo y sus amenazas. El sonido de su móvil llamó su atención, pero lo ignoró al ver de quien se trataba.Andrew Collins era el último hombre sobre la faz de la tierra con quien le apetecía hablar ahora mismo.Michael desvió las llamadas y marcó el número de Ryan, solo su amigo podía darle solución a sus principales problemas.—Ryan —habló apenas el hombre contestó e
Michael sintió el dolor abrirse paso por su cabeza. Se maldijo una y otra vez por haberse excedido con los tragos, cuando sabía que su cuerpo era intolerante al alcohol. Hasta ese momento él no tenía idea de cuanto más se arrepentiría o mejor dicho estaba por descubrirlo.—¿Estás despierto cariño? —Michael abrió los ojos de golpe al escuchar la voz de Ava junto a su oído.Su primera impresión fue de shock y luego el enojo se abrió paso por su cuerpo al ver el estado de la mujer. ¡Estaba desnuda!—¿Qué mierda haces en mi cama? —gritó furioso, mientras Ava sonreía.—¿No lo recuerdas cariño? Anoche llegaste un poquito —hizo una seña con su mano y sonrió. —Un poquito feliz y me besaste apasionadamente como nunca lo habías hecho antes. Quise resistirme, pero ins
—¿¡Se puede saber que fue toda esa mierda de allá fuera!? —gritó Michael furioso, apenas las puertas de su oficina se cerraron con Ava y Andrew dentro.—¿No te ha quedado claro? —preguntó Ava caminando hacia él.—No te atrevas a acercarte a mí, porque te juro que soy muy, pero muy capaz de asesinarte con mis propias manos.—¡Basta, Michael! ¡No puedes hablarle de esa manera, está embarazada! —exclamó Andrew satisfecho.—¡Pero no de mí! ¡Jamás me he acostado con ella y estoy jodidamente seguro que ni ebrio pude hacerlo!Ava sintió la rabia invadir su cuerpo, pero esta vez Michael no iba a escapar de ella.—Estoy embarazada de tu hijo, Michael, no puedes negar lo que sucedió entre nosotros, traté de detenerte porque temía que esto fuera a pasar y míra
—Sí, espera en el jardín —habló la directora. Pero Emma no pudo dar un solo paso hacia el lugar donde Michael esperaba porque otro fuerte dolor le atravesó el vientre.—¡Aaahh! ¡Duele! —se quejó.—¡Hay que llamar a su madre! —habló la profesora.—Comuníquese con ella, le diré al padre de la pequeña que entre —anunció la directora.Mientras tanto, Michael caminaba de un lado a otro en el jardín, como si fuera un león dentro de una jaula.Estaba nervioso, no sabía qué le diría a Emma, apenas la viera. ¿Habría visto ella las noticias? O peor aún, ¿habría visto las fotos que estaban en el sobre? La incertidumbre lo mataba, pero de una cosa estaba seguro y es que no se marcharía sin tratar de explicarle a su hija la verdad.Michael se la