Michael volvió a la oficina, pero sus pensamientos estaban con Emma y Natasha. Estaba molesto con la actitud de Ava hacia ellas; pero sobre todo estaba molesto consigo mismo.
Si en el pasado él no hubiese cedido al chantaje de su abuelo, las cosas fueran totalmente diferentes y no se habría perdido los primeros cinco años de su hija. ¡Cinco años!
El hombre se mesó el cabello con frustración. Estaba cansado de toda la mierda de su abuelo y sus amenazas. El sonido de su móvil llamó su atención, pero lo ignoró al ver de quien se trataba.
Andrew Collins era el último hombre sobre la faz de la tierra con quien le apetecía hablar ahora mismo.
Michael desvió las llamadas y marcó el número de Ryan, solo su amigo podía darle solución a sus principales problemas.
—Ryan —habló apenas el hombre contestó e
Michael sintió el dolor abrirse paso por su cabeza. Se maldijo una y otra vez por haberse excedido con los tragos, cuando sabía que su cuerpo era intolerante al alcohol. Hasta ese momento él no tenía idea de cuanto más se arrepentiría o mejor dicho estaba por descubrirlo.—¿Estás despierto cariño? —Michael abrió los ojos de golpe al escuchar la voz de Ava junto a su oído.Su primera impresión fue de shock y luego el enojo se abrió paso por su cuerpo al ver el estado de la mujer. ¡Estaba desnuda!—¿Qué mierda haces en mi cama? —gritó furioso, mientras Ava sonreía.—¿No lo recuerdas cariño? Anoche llegaste un poquito —hizo una seña con su mano y sonrió. —Un poquito feliz y me besaste apasionadamente como nunca lo habías hecho antes. Quise resistirme, pero ins
—¿¡Se puede saber que fue toda esa mierda de allá fuera!? —gritó Michael furioso, apenas las puertas de su oficina se cerraron con Ava y Andrew dentro.—¿No te ha quedado claro? —preguntó Ava caminando hacia él.—No te atrevas a acercarte a mí, porque te juro que soy muy, pero muy capaz de asesinarte con mis propias manos.—¡Basta, Michael! ¡No puedes hablarle de esa manera, está embarazada! —exclamó Andrew satisfecho.—¡Pero no de mí! ¡Jamás me he acostado con ella y estoy jodidamente seguro que ni ebrio pude hacerlo!Ava sintió la rabia invadir su cuerpo, pero esta vez Michael no iba a escapar de ella.—Estoy embarazada de tu hijo, Michael, no puedes negar lo que sucedió entre nosotros, traté de detenerte porque temía que esto fuera a pasar y míra
—Sí, espera en el jardín —habló la directora. Pero Emma no pudo dar un solo paso hacia el lugar donde Michael esperaba porque otro fuerte dolor le atravesó el vientre.—¡Aaahh! ¡Duele! —se quejó.—¡Hay que llamar a su madre! —habló la profesora.—Comuníquese con ella, le diré al padre de la pequeña que entre —anunció la directora.Mientras tanto, Michael caminaba de un lado a otro en el jardín, como si fuera un león dentro de una jaula.Estaba nervioso, no sabía qué le diría a Emma, apenas la viera. ¿Habría visto ella las noticias? O peor aún, ¿habría visto las fotos que estaban en el sobre? La incertidumbre lo mataba, pero de una cosa estaba seguro y es que no se marcharía sin tratar de explicarle a su hija la verdad.Michael se la
Michael supo inmediatamente que las palabras de Natasha no eran simples y vacías palabras. Podía ver la determinación en su mirada y asintió. Él no haría nada para dañar la oportunidad que le estaba dando de tener una relación con Emma.—Te aseguró que haré todo lo que esté en mis manos para cuidarlas, Natasha, sé del daño que te causé en el pasado, y…—Y no quiero hablar sobre el tema, Michael. Hay mucho dolor en el pasado que hablar al respecto sería como volver a vivirlo y créeme que esos meses no son en lo absoluto agradables para mí —le interrumpió con voz serena. Natasha miró a Emma dormir y agregó: —Ella es todo lo que tengo y te la estoy confiando, por favor no me decepciones —le pidió alejándose de él para sentarse en el sillón.Michael volvió a
Ava Smith caminaba de un lado a otro, miraba su reloj cada cinco minutos y nada de eso le ayudó a calmarse. Michael no había regresado a casa desde el día anterior. La secretaria de su oficina al parecer no sabía nada esta vez. Y estaba segura porque la había amenazado con despedirla si no le daba la ubicación de su marido, pero la mujer no sabía nada y terminó por dejarla en paz momentáneamente.—Deja de moverte, Ava, voy a terminar mareado, si continúas de esa manera —le regañó Andrew Collins.—¡Entonces has algo, Andrew! Tienes que hacer algo con Michael. Él no puede hacerme esto. ¡Estoy embarazada de su hijo! —exclamó furiosa por la actitud de su marido.—Pues lo está haciendo y tú no ayudas a la causa, deja que se distraiga un momento, tarde o temprano volverá —le dijo como si nada.&md
Los siguientes días fueron una montaña rusa para todos, en especial para Michael. El hombre dividió su tiempo entre la oficina y Emma. Mientras Natasha prefería ignorarlo de manera olímpica. Cuando Michael llegaba junto a Emma, ella se marchaba y se encerraba en su estudio a pintar.Michael era muy consciente de todas y cada una de sus fallas, sabía del daño que había hecho y por lo mismo no se atrevía a insistir o a discutir con Natasha. Sabía de sobra que podía salir perdiendo. Sin embargo, le preocupaba que Emma notase la molestia de su madre ante su presencia y que eso terminara por romper su burbuja de felicidad.—¿Irás al trabajo mañana? —preguntó Emma cuatro días después de salir del hospital. Afortunadamente, su cuadro clínico había mejorado con los antibióticos recetados por el pediatra y ella estaba como
—Buenas tardes, Rebeca, tiempo sin verte —saludó Andrew sentándose en la banca junto a la madre de Michael.—Habría preferido no volver a verte Andrew, ¿Qué haces aquí? ¿Qué más quieres de mí? —preguntó sin molestarse en girar su rostro para verlo.Andrew la observó detenidamente, a pesar de su enfermedad. Rebeca seguía siendo una mujer hermosa.—Sabes muy bien por qué estoy aquí. Habla con Michael, dile que desista de la estupidez de divorciarse de Ava, ¿Sabes todos los problemas que eso podría desencadenar para el buen nombre de mi familia? —le cuestionó con calma.—Tú lo has dicho, tu familia no la mía, Andrew. Te recuerdo que yo no tengo familia y que tú eras el responsable de cuidar de mí, se lo prometiste a mis padres ¿Recuerdas? —Rebeca se gir
Los días fueron pasando para felicidad de Emma, sus padres se acercaron un poquito y la tensión ya no podía cortarse con tijeras como antes.—¿Estás feliz, enana? —preguntó esa mañana el tío Gerald mientras la llevaba al colegio. Era su primer día luego de su hospitalización y ella habría deseado que sus madres la llevaran, pero su mamá tuvo que atender a un cliente muy importante en la Galería y su padre tenía una reunión, pero prometió llegar para recogerla por la tarde.—No sé de lo que hablas, tío. Será mejor que pongas atención en la carretera, o papá te cortará las…—¡Niña! —gritó espantado el francés.—¡Las manos! ¡Las manos! —dijo la niña ahogando una risa con su pequeña mano.—Eres