Los siguientes días fueron una montaña rusa para todos, en especial para Michael. El hombre dividió su tiempo entre la oficina y Emma. Mientras Natasha prefería ignorarlo de manera olímpica. Cuando Michael llegaba junto a Emma, ella se marchaba y se encerraba en su estudio a pintar.
Michael era muy consciente de todas y cada una de sus fallas, sabía del daño que había hecho y por lo mismo no se atrevía a insistir o a discutir con Natasha. Sabía de sobra que podía salir perdiendo. Sin embargo, le preocupaba que Emma notase la molestia de su madre ante su presencia y que eso terminara por romper su burbuja de felicidad.
—¿Irás al trabajo mañana? —preguntó Emma cuatro días después de salir del hospital. Afortunadamente, su cuadro clínico había mejorado con los antibióticos recetados por el pediatra y ella estaba como
—Buenas tardes, Rebeca, tiempo sin verte —saludó Andrew sentándose en la banca junto a la madre de Michael.—Habría preferido no volver a verte Andrew, ¿Qué haces aquí? ¿Qué más quieres de mí? —preguntó sin molestarse en girar su rostro para verlo.Andrew la observó detenidamente, a pesar de su enfermedad. Rebeca seguía siendo una mujer hermosa.—Sabes muy bien por qué estoy aquí. Habla con Michael, dile que desista de la estupidez de divorciarse de Ava, ¿Sabes todos los problemas que eso podría desencadenar para el buen nombre de mi familia? —le cuestionó con calma.—Tú lo has dicho, tu familia no la mía, Andrew. Te recuerdo que yo no tengo familia y que tú eras el responsable de cuidar de mí, se lo prometiste a mis padres ¿Recuerdas? —Rebeca se gir
Los días fueron pasando para felicidad de Emma, sus padres se acercaron un poquito y la tensión ya no podía cortarse con tijeras como antes.—¿Estás feliz, enana? —preguntó esa mañana el tío Gerald mientras la llevaba al colegio. Era su primer día luego de su hospitalización y ella habría deseado que sus madres la llevaran, pero su mamá tuvo que atender a un cliente muy importante en la Galería y su padre tenía una reunión, pero prometió llegar para recogerla por la tarde.—No sé de lo que hablas, tío. Será mejor que pongas atención en la carretera, o papá te cortará las…—¡Niña! —gritó espantado el francés.—¡Las manos! ¡Las manos! —dijo la niña ahogando una risa con su pequeña mano.—Eres
Natasha observó en silencio a Michael y Emma, los dos parecían muy entretenidos jugando en el jardín. Su hija había estado probando hacer una granja y Michael, como siempre la apoyaba en todas sus locuras, apartó la mirada de ellos y volvió su atención al lienzo.Desde que se graduó de la escuela de Artes en París, esta era la primera vez que retrataba a Michael ¡Y no solo eso! Lo estaba haciendo al lado de Emma.—El amor se respira en el aire —dijo Gerald recargado en el marco de la puerta.Natasha no lo había sentido llegar y ya era tarde para intentar cubrir el cuadro.—¿Nadie te enseñó a tocar la puerta? —le preguntó y Gerald tuvo la osadía de reírse.—Por supuesto que sí, cuando no lo hacía mi madre cogía lo primero que tenía a la mano y me lo recordaba a golpes —b
Mientras Emma ideaba el plan perfecto para lograr que su padre conquistara el corazón de su madre. Ava Smith organizaba y planificaba los suyos…—¿Qué es lo que harás Ava? —preguntó Aiden sirviéndose un trago.—Ya lo sabrás muy pronto. Si yo no puedo ser feliz, él tampoco lo será —respondió acariciando su vientre de cuatro meses.—No entiendo la necedad de Michael, ¡estás embarazada de su hijo! —dijo el hombre con evidente frustración.—Lo estoy, pero él ha preferido perderse con esa pintora de quinta y su hija. Te juro que no voy a dejar que ninguna de ellas le quite a mi hijo lo que le corresponde —sentenció con enojo.Ava era una mujer herida y eso le hacía una enemiga peligrosa. Y no cabía duda que buscaba la mejor manera de actuar y que las cosas salieran a su favor.
Natasha y Michael se dedicaron a complacer a su hija durante el resto de la fiesta. Eran una familia perfecta, como siempre debieron ser, si en el pasado no se hubieran separado.—¡Tienes unos padres geniales! —exclamó Nicholas acercándose a Emma.—Los mejores del mundo. Ellos son mi todo —respondió con voz orgullosa.—¡Está fiesta es genial! Y tus padres disfrazados son lo máximo —Emma sonrió divertida por las palabras de su amigo.—No puedes copiar, si tú quieres algo como esto —la niña hizo una seña con la mano para mostrar lo que quedaba de la decoración. —Tienes que preguntarme primero, pero no puedes hacerlo igual —añadió.—No lo sé, esto es muy de niñas, yo prefiero algo más varonil —dijo Nicholas antes de llevarse un pedazo de tarta a los labios.&
—Tú y yo no tenemos nada de que hablar, así que te pido te marches de mi oficina en este momento o llamaré a seguridad —dijo Natasha lo más calmada posible.—Pues te equivocas Dasha, tenemos mucho de qué hablar, como, por ejemplo: Mi embarazo —respondió y Natasha sabía que estaba burlándose de ella.La artista miró a Ava acomodarse en la silla sin ser invitada y por muy difícil que todo parecía debía aceptar el hecho de que esa mujer estaba embarazada y muy embarazada.—¿Qué pasa, Dasha? ¿Te comieron la lengua los ratones? —pronunció esbozando una sonrisa cruel mientras acariciaba su vientre.—Ya te lo he dicho antes Ava. No tengo nada que hablar contigo, no estoy interesada en nada de lo que quieras decirme —respondió mirando a Emma.—Vaya, vaya, si aquí tenemos a
Natasha estaba en shock, su cuerpo temblaba como si fuera una hoja, había pasado media hora y era la media hora más larga de su vida. Sus manos aún estaban manchadas de la sangre de Ava. No sabía siquiera cómo había llegado a tocarla, pero tras su desmayo se había preocupado, lo quería o no, la mujer estaba en su oficina y, por lo tanto, todo la condenaba.—¡Natasha! —Michael entró como un rayo a la sala de espera y lo primero que miró fueron las manos rojas de Nat y el miedo corrió por su cuerpo.—Michael —susurró al ver al hombre frente a ella.—¿Estás bien cariño? ¿Qué ha sucedido? —preguntó preocupado.—Es Ava, ella vino a mi oficina y trató de matarme, forcejeamos y ella se terminó golpeando contra la mesa y luego todo fue un caos —sollozó.&mdas
—¡Estás completamente loca! No voy a hacerte ninguna promesa descabellada y menos cuando sabes la verdad —explotó Michael furioso. Estaba rabioso como un animal herido. Era más que evidente lo que Ava quería conseguir con aquel sucio juego.—Te estoy dando una oportunidad de mantener a Dasha Petit alejada de prisión por unos cuantos días.—Estás tratando de que sea yo quien la envié a prisión. Tienes una mente retorcida —respondió Michael con enfado.—¿Y cuál es tu maldito miedo? ¿Acaso no estabas cien por ciento seguro que mi hijo no era tuyo? ¿Qué tienes que perder, Michael? —le cuestionó la mujer.—En tres días estarán listas las pruebas de ADN, y te aseguro que no habrá necesidad de continuar con tu juego.—Entonces promete que, si las pruebas son p