—¡Papi! ¡Papi! —los gritos de Emma alertaron a Michael quien salió de la biblioteca casi corriendo, seguido de cerca por Ryan.»¡Papáaaa! —gritó con más fuerza la niña chocando contra la pierna de su padre y casi cayendo al piso.—¿Qué ocurre, mi amor? —preguntó a la pequeña agitada.—Es mamá —dijo—. Los gemelos —balbuceo, pero ya Michael corría en dirección al jardín donde Natasha solía pintar con Emma por las mañanas.Natasha hacía un esfuerzo titánico para no gritar por las contracciones que empezaban a ser mucho más seguidas.—¡Cariño! —gritó Michael al verla morderse el labio.—¡Los bebés! ¡Están llegando! —gritó en medio del dolor.Michael se sintió por un momento perdido. La miró y luego buscó a Emma y a Ryan.—¡Iré por el bolso de mamá! —gritó la pequeña al recordar todo lo que ya tenían preparado para cuando llegara este momento—. ¡Papá muévete! —le urgió Emma antes de salir corriendo a la habitación de sus padres.Ryan no sabía qué hacer, así que corrió hacia su auto para tr
—¡Papáaa! ¡Papáaa! —gritó Emma al ver lo que sus hermanos habían hecho con su reciente cuadro.Emma era aficionada a la pintura, pero no era una artista como su madre y a sus dieciocho años, este hobby le ayudaba a despejar su mente de las responsabilidades que tenía como primogénita de la familia Collins.—No fue nuestra intención, Emma —dijeron al unísono los gemelos.Emma los miró con suspicacia. Peter y Patric eran como dos gotas de agua y había momentos en los que se le dificultaba reconocer quién era quién, pero hoy estaba segura que ambos habían sido los responsables del desastre en el estudio.—Nooo les creo —gruñó con enfado.Aunque sus cuadros jamás verían la luz, este era especial, porque era un regalo que pensaba hacerle a Nicholas. Un regalo que no sería posible entregar, porque todo estaba arruinado.—No le digas a papá, va a castigarnos —pidieron al mismo tiempo.Emma los miró fijamente.—Puedo perdonarlos, solo y solo si hacen algo por mí —dijo dibujando una sonrisa e
—Señorita no podemos seguir esperando, ¿Ha podido comunicarse con su novio?Natasha Jones negó con un movimiento de cabeza, mientras intentaba marcar el número de su novio por centésima desde que había llegado al juzgado y él no había aparecido.—Voy a intentarlo una vez más, por favor, ¿podría esperar un poco más? —pidió con aflicción.Sus manos temblaron, se equivocó dos veces intentando marcar el número de su novio y cuando por fin pudo hacerlo correctamente, saltó el buzón de voz diciendo que estaba lleno y no podía dejar más mensajes.—¿Dónde estás Michael? ¿Dónde? —se preguntó angustiada.Las flores de su ramo de novia, estaban apachurradas y marchitas, se arrepintió de haber elegido un ramo natural, no sabía que é
«Natasha sonrió al sentir el cosquilleo de una ligera caricia sobre su columna vertebral que le impidió seguir durmiendo. Se giró y estiró la mano para devolver aquella suave caricia.—Buenos días, hermosa —el susurro de Michael a su oído le hizo suspirar al sentir el escalofrío que recorrió todo su cuerpo, provocando que su piel se erizara hasta la punta de sus pies.—Buenos días, guapo —respondió dejando un beso sobre la punta de la nariz de su novio.Michael sintió que la respiración se le cortaba al ver el fuego en la mirada de Natasha.Sin embargo, la muchacha se perdió momentáneamente en sus pensamientos. Eran pocas las veces que podían disfrutar de un momento privado como ese. Siendo ella quien era; pero confiaba en Michael, tanto que no le había importado mantener en secreto su relación por varios mes
Nat observó la ciudad de Nueva York desde las alturas. Cerró los ojos y apretó las manos en dos suaves pero firmes puños.Habían pasado cinco largos años desde la última vez que había pisado aquel aeropuerto. Nat no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo.—¿Estás bien, cariño? —preguntó el hombre.La mujer le dirigió una mirada y asintió en silencio. Aunque sabía muy bien que no podía mentirle a Gerald; ese hombre la conocía tan bien como a la palma de su mano.Si no fuera por él, llevaría cinco años muerta. Luchó por apartar aquellos pensamientos, odiaba que la culpa le remordiera la conciencia. En ese momento ella no había podido pensar en nada que no fuera terminar con el dolor que laceraba su corazón.—Ven, el chofer nos espera para que puedas d
Natasha casi dejó de respirar al escuchar la pregunta que su hija le había hecho a Michael, jamás se imaginó esta escena ni en sus más terribles pesadillas y vaya que había tenido muchas y en cada una de ellas Collins era el cruel y frío protagonista.—Mamá… ¿Es él mi papi? —insistió Emma sin verla. Sus ojitos grises estaban fijos sobre Michael.—Creo que te has equivocado de papi, querida. Este hombre que ves aquí es mi esposo y solo tendrá hijos conmigo —respondió Ava con crueldad, al notar que los presentes empezaban a mirarlos con curiosidad.—Vamos Emma, tenemos que marcharnos —Natasha hizo un esfuerzo titánico para controlar su temperamento.—Pero mamá, no podemos irnos así, ¿No has visto lo parecido que somos? —insistió la niña.—Emma —ha
Emma no respondió, en su lugar se despidió con un beso de su madre y se dirigió a su habitación convencida de que su mamá esta vez le mentía. No sabía explicar lo que sentía, pero ella podía jurar que ese hombre, Michael Collins, era su padre.Natasha cerró los ojos, odiaba mentirle descaradamente a su hija, más no tenía otra opción, la conocía bastante bien, como para saber que de confesarle la verdad insistiría una y otra vez en acercarse a él y francamente Michael no se merecía tener una hija como Emma, la verdad sea dicha, él no merecía nada de Emma.Mientras tanto en otro lugar a pocos kilómetros de ahí, Ava Smith lanzó el bolso sobre el sofá, antes de desatar su ira.—¿¡Es tuya!?—¿Quién? —preguntó Michael aflojando su corbata.&mdas
A la mañana siguiente Natasha y Emma se reunieron con Gerald para desayunar en la terraza del hotel.—¿Mala noche? —preguntó Gerald, apenas las vio llegar.—Algo así, no ha sido nada fácil este primer encuentro —dijo en tono bajo para no llamar la atención de Emma, quien fingía ver la pecera con interés y lo hacía. Sus ojos estaban fijos sobre aquellos peces de colores, pero sus oídos estaban muy atentos a lo que decían los adultos.—No puedes negarle la verdad a Emma, es una niña muy inteligente, bastó ver a Collins para asimilar que es su padre, Natasha, considera oportuno decirle la verdad —le sugirió el hombre.—No es tan sencillo y mucho menos fácil, Gerald. Sabes todo lo que he sufrido por causa de ese hombre; no quiero exponer a Emma a lo mismo. Además, él está casado con otra mujer