Natasha estaba en una bruma llena de felicidad, no podía creer que estaba allí frente al espejo viéndose por segunda vez con un traje de novia.Luchó para que el recuerdo del pasado no arruinara lo que hoy estaba a punto de suceder. Las cosas siete años atrás habían ido mal, por muchas situaciones que tanto ella como Michael no pudieron prever.Pero ahora era distinto. Su familia estaba de acuerdo, tenían una hija hermosa y dos pequeños de camino, aunque aún no sabían el sexo de los bebés, ella estaba segura, se trataba de un niño y una niña.—¿Estás lista? —preguntó Gerald asomando la cabeza por la puerta.Natasha lo miró, tenía tantas ganas de decirle que sabía la verdad, que no estaba enojada y que sería la mujer más feliz del mundo al escucharlo llamarla hermana, pero entendía que para él quizá las cosas no eran fáciles.—Sí —respondió sintiendo como su garganta era apretada por una fuerza invisible.Gerald no había entrado del todo y no era porque no quería, sino porque Emma esta
Michael y Natasha se despidieron de la familia. Emma se mostró serena y muy madura para dejar marchar a sus padres sin ella.La luna de miel fue pospuesta debido al embarazo de Natasha, pero su noche de bodas iban a pasarla en uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad.—Menos mal que no pueden encargar más hermanitos —susurró Emma apenas el auto de sus padres salió por el sendero y atravesó la reja.—¿Cómo? —Gerald miró a Emma como si a la niña le hubieran salido dos cabezas y tuviera diez ojos.—Que es una suerte que no puedan encargar más hermanitos, con dos creo que es suficiente —respondió Emma en medio de un suspiro.—Me temo que hay que vigilar a esta pequeña, sabe demasiadas cosas para su edad —intervino Ryan cruzándose de brazos.Emma giró su rostro para verlo y achicó los ojos para tratar de intimidar al hombre.—Quita esa cara, Emma. No te va a funcionar conmigo —le advirtió elevando una ceja y dibujando una sonrisa en los labios.—Me caías bien, ¿sabes? —dijo la niña
—¡Papi! ¡Papi! —los gritos de Emma alertaron a Michael quien salió de la biblioteca casi corriendo, seguido de cerca por Ryan.»¡Papáaaa! —gritó con más fuerza la niña chocando contra la pierna de su padre y casi cayendo al piso.—¿Qué ocurre, mi amor? —preguntó a la pequeña agitada.—Es mamá —dijo—. Los gemelos —balbuceo, pero ya Michael corría en dirección al jardín donde Natasha solía pintar con Emma por las mañanas.Natasha hacía un esfuerzo titánico para no gritar por las contracciones que empezaban a ser mucho más seguidas.—¡Cariño! —gritó Michael al verla morderse el labio.—¡Los bebés! ¡Están llegando! —gritó en medio del dolor.Michael se sintió por un momento perdido. La miró y luego buscó a Emma y a Ryan.—¡Iré por el bolso de mamá! —gritó la pequeña al recordar todo lo que ya tenían preparado para cuando llegara este momento—. ¡Papá muévete! —le urgió Emma antes de salir corriendo a la habitación de sus padres.Ryan no sabía qué hacer, así que corrió hacia su auto para tr
—¡Papáaa! ¡Papáaa! —gritó Emma al ver lo que sus hermanos habían hecho con su reciente cuadro.Emma era aficionada a la pintura, pero no era una artista como su madre y a sus dieciocho años, este hobby le ayudaba a despejar su mente de las responsabilidades que tenía como primogénita de la familia Collins.—No fue nuestra intención, Emma —dijeron al unísono los gemelos.Emma los miró con suspicacia. Peter y Patric eran como dos gotas de agua y había momentos en los que se le dificultaba reconocer quién era quién, pero hoy estaba segura que ambos habían sido los responsables del desastre en el estudio.—Nooo les creo —gruñó con enfado.Aunque sus cuadros jamás verían la luz, este era especial, porque era un regalo que pensaba hacerle a Nicholas. Un regalo que no sería posible entregar, porque todo estaba arruinado.—No le digas a papá, va a castigarnos —pidieron al mismo tiempo.Emma los miró fijamente.—Puedo perdonarlos, solo y solo si hacen algo por mí —dijo dibujando una sonrisa e
—Señorita no podemos seguir esperando, ¿Ha podido comunicarse con su novio?Natasha Jones negó con un movimiento de cabeza, mientras intentaba marcar el número de su novio por centésima desde que había llegado al juzgado y él no había aparecido.—Voy a intentarlo una vez más, por favor, ¿podría esperar un poco más? —pidió con aflicción.Sus manos temblaron, se equivocó dos veces intentando marcar el número de su novio y cuando por fin pudo hacerlo correctamente, saltó el buzón de voz diciendo que estaba lleno y no podía dejar más mensajes.—¿Dónde estás Michael? ¿Dónde? —se preguntó angustiada.Las flores de su ramo de novia, estaban apachurradas y marchitas, se arrepintió de haber elegido un ramo natural, no sabía que é
«Natasha sonrió al sentir el cosquilleo de una ligera caricia sobre su columna vertebral que le impidió seguir durmiendo. Se giró y estiró la mano para devolver aquella suave caricia.—Buenos días, hermosa —el susurro de Michael a su oído le hizo suspirar al sentir el escalofrío que recorrió todo su cuerpo, provocando que su piel se erizara hasta la punta de sus pies.—Buenos días, guapo —respondió dejando un beso sobre la punta de la nariz de su novio.Michael sintió que la respiración se le cortaba al ver el fuego en la mirada de Natasha.Sin embargo, la muchacha se perdió momentáneamente en sus pensamientos. Eran pocas las veces que podían disfrutar de un momento privado como ese. Siendo ella quien era; pero confiaba en Michael, tanto que no le había importado mantener en secreto su relación por varios mes
Nat observó la ciudad de Nueva York desde las alturas. Cerró los ojos y apretó las manos en dos suaves pero firmes puños.Habían pasado cinco largos años desde la última vez que había pisado aquel aeropuerto. Nat no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo.—¿Estás bien, cariño? —preguntó el hombre.La mujer le dirigió una mirada y asintió en silencio. Aunque sabía muy bien que no podía mentirle a Gerald; ese hombre la conocía tan bien como a la palma de su mano.Si no fuera por él, llevaría cinco años muerta. Luchó por apartar aquellos pensamientos, odiaba que la culpa le remordiera la conciencia. En ese momento ella no había podido pensar en nada que no fuera terminar con el dolor que laceraba su corazón.—Ven, el chofer nos espera para que puedas d
Natasha casi dejó de respirar al escuchar la pregunta que su hija le había hecho a Michael, jamás se imaginó esta escena ni en sus más terribles pesadillas y vaya que había tenido muchas y en cada una de ellas Collins era el cruel y frío protagonista.—Mamá… ¿Es él mi papi? —insistió Emma sin verla. Sus ojitos grises estaban fijos sobre Michael.—Creo que te has equivocado de papi, querida. Este hombre que ves aquí es mi esposo y solo tendrá hijos conmigo —respondió Ava con crueldad, al notar que los presentes empezaban a mirarlos con curiosidad.—Vamos Emma, tenemos que marcharnos —Natasha hizo un esfuerzo titánico para controlar su temperamento.—Pero mamá, no podemos irnos así, ¿No has visto lo parecido que somos? —insistió la niña.—Emma —ha