Natasha casi dejó de respirar al escuchar la pregunta que su hija le había hecho a Michael, jamás se imaginó esta escena ni en sus más terribles pesadillas y vaya que había tenido muchas y en cada una de ellas Collins era el cruel y frío protagonista.
—Mamá… ¿Es él mi papi? —insistió Emma sin verla. Sus ojitos grises estaban fijos sobre Michael.
—Creo que te has equivocado de papi, querida. Este hombre que ves aquí es mi esposo y solo tendrá hijos conmigo —respondió Ava con crueldad, al notar que los presentes empezaban a mirarlos con curiosidad.
—Vamos Emma, tenemos que marcharnos —Natasha hizo un esfuerzo titánico para controlar su temperamento.
—Pero mamá, no podemos irnos así, ¿No has visto lo parecido que somos? —insistió la niña.
—Emma —había una advertencia en la voz de Natasha y la niña lo sabía. Sin embargo, no era suficiente como para detenerla.
—Pero míralo mamá, no puede ser una simple casualidad. ¡Somos como dos gotas de agua! —expresó sonriendo.
Ava se aferró al brazo de su marido y miró con más que enfado a la niña, porque no era ciega, ella también podía ver el jodido parecido entre ellos.
—Emma, has escuchado a tu madre, ¿quieres molestarla en un día tan importante? —le cuestionó Gerald al ver la situación en la que Natasha estaba metida.
Michael escuchaba el intercambio de palabras, pero no podía decir que las oía, porque él estaba casi en shock. Estaba sorprendido, porque la niña llevaba razón. Ellos eran como dos gotas de agua, la misma nariz, los mismos labios, el mismo color de los ojos, lo único que la pequeña pareció heredar de su hermosa madre; era el color caramelo del cabello. «¡Su madre! Si Natasha era la madre de la pequeña, era muy probable que el padre fuera él», darse cuenta de sus pensamientos, no le hizo sentir mejor, todo lo contrario. El recuerdo reciente de las cuatro obras de arte, tomaron un significado muy muy relevante. Relevante en todos los sentidos y su mundo amenazó con ahogarlo.
Michael se obligó a apartar la mirada de la pequeña que esperaba pacientemente por una respuesta de su parte, pero… ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo podría él responder una pregunta tan delicada e importante? No había manera de decirle: Soy tu padre o de negarlo, porque ciertamente no lo sabía. No sabía absolutamente nada.
Vio a Natasha y la mujer frente a él estaba quieta, serena; era como si aquella pregunta hecha por la pequeña no la amedrentaron en lo absoluto. ¡Ella estaba tranquila, como si la situación en la sala fuera lo más normal del mundo! ¡Y un cuerno, no había nada de normal allí! Y él malditamente necesitaba respuestas, lo necesitaba tanto como respirar.
—¿Hay algo que tenga que saber, Natasha? —su voz tembló al final de la pregunta, más no lo pudo evitar.
Natasha estaba lejos de sentir esa seguridad que aparentaba, el corazón le latía con tanta prisa que temía escupirlo si abría la boca. Tragó con disimulo y elevó una ceja con arrogancia, antes de responder:
—Tendrá que perdonarme, señor Collins —hizo una pausa. —Pero apenas se dé usted, su apellido. ¿Qué le hace suponer que tengo algo que decirle? Y mi nombre no es Natasha, sino Dasha Petit y yo no recuerdo haberlo conocido antes. Lamento no ser la persona que usted cree. Si me disculpa, tengo que atender a mis invitados y posibles compradores como toda artista lo hace —le dijo guiñándole un ojo, casi de manera seductora.
Michael apretó la mano en un puño dentro de su bolsillo; ella lo había negado en la cara y el dolor fue horrible, simplemente indescriptible, aun así….
—Señora Petit, por favor. Me gustaría hablar con usted —insistió, mientras sentía la mano de Ava apretarle el brazo.
—Será en otra ocasión, no tengo un trato preferencial por ninguno de mis posibles clientes —se disculpó—. Emma ven conmigo, cariño —pidió sin alterar la voz, sin mostrar cuán nerviosa y asustada estaba.
Emma miró primero a la mujer que se aferraba al brazo del hombre que pensaba, era su padre y luego giró su cabecita para mirar a su madre y sabía que en sus ojos había una clara advertencia.
—Sí, mamá —respondió antes de girarse de nuevo para mirarlo —Espero verlo en otra ocasión señor Collins, cuando no esté custodiado por el pitbull —soltó con una ligera sonrisa la pequeña.
—¡Emma!
—¡Voy mamá! —respondió caminando como toda una princesa. Pero que no engañaba a su madre.
—Se puede saber, ¿Qué ha sido eso? —siseó Ava con disimulo mientras todas sus alarmas saltaban.
—No ha sido nada, Ava. Sonríe, la gente nos mira y las cámaras no perderán oportunidad para demostrar que no somos tan perfectos como les hemos hecho creer todo este tiempo —respondió. No iba a hablar de nada más por el momento.
Y durante varios minutos se dedicó a perseguir a Dasha Petit, era una suerte que Ava no la conociera del pasado; era más que una suerte haber aceptado la invitación que hasta hace unas horas le parecía sin importancia, su abuelo seguramente no tenía una jodida idea de quién era Dasha Petit y eso era ganancia.
Mientras tanto Natasha se dedicó a atender a sus invitados, explicó con lujo de detalle algunas obras, mientras Gerald caminaba como un mástil detrás de ella; cuidándole la espalda y al pequeño terremoto que movió los cimientos de una mujer que había luchado para salir adelante.
—Estoy cansada Gerald y tengo hambre —se quejó Emma, mirando disimuladamente a Michael que paseaba de un lado a otro con el pitbull aferrada a su brazo.
—Ven cariño —le pidió Gerald llevándola a una esquina alejada de la multitud.
—¿Estás molesto? —le preguntó batiendo las pestañas y haciendo un pequeño puchero.
—No cariño, pero hoy es un día muy importante en la vida de tu madre, es SU momento ¿Comprendes? —Emma asintió.
—Lo sé, la vi trabajar hasta altas horas de la noche, sé la importancia que esto tiene para ella, no solo como artista, sino personal. Pero no puedo evitar sentir que ese hombre de allí…
—Deja de señalar niña —la interrumpió Gerald
—No lo haré más, pero no puedes negar que somos muy parecidos, tío Gerald, no puede ser una casualidad, mamá nunca habla de papá, ¿sabes lo difícil que ha sido para mí querer a un hombre que no tiene rostro? —preguntó con los ojitos tristes.
—Lo siento cariño, no quise ser muy duro contigo. No te acerques a ese hombre y espera para hablar con tu mami, ella es la única que tiene una respuesta para darte —le respondió sintiéndose culpable, pero no era un tema que él podía tratar con la pequeña.
—Te lo prometo —Emma extendió su meñique hacía Gerald y él sonrió.
—Eres una niña buena —le dijo el francés antes de dejarle un beso corto sobre la frente antes de tomarla de la mano y acercarse a Natasha que sonreía como si nada pasara.
Natasha se disculpó con la gente que hablaba antes de apartarse y volver con Emma y Gerald.
—¿Todo bien? —preguntó él tan pronto como se acercó.
—Sí, será mejor marcharnos, por hoy ha sido suficiente, los agentes pueden hacerse cargo de todo —Natasha quería salir corriendo desde el mismo instante que volvió a encontrarse con Michael, pero ya no era la misma mujer que huyó de Nueva York años atrás, ahora tenía un nombre y una fama que cuidar, porque ambas cosas le habían costado lágrimas, desvelos y dedicación.
—¿Se marcha señora Petit? —Michael se había acercado al ver las intenciones de Natasha de abandonar el recinto.
—Es correcto, señor Collins, tengo una hija pequeña que necesita mi atención. Ha sido un placer conocerlo —Nat extendió la mano para despedirse del hombre; era una completa locura, pero quería probarse así misma que el amor por él estaba muerto y enterrado.
—Lo mismo digo, señora Petit, tiene una hija muy hermosa —respondió apretando la mano de la mujer más de lo necesario.
La corriente que atravesó a la pareja fue lo más parecido a un rayo que surca los cielos en medio de una tormenta, iluminando y rompiendo todo a su paso.
Natasha fue la primera en retirar la mano y le sonrió a Ava. La mujer la miraba con ganas de asesinarla y ella solamente pudo agrandar mucho más la sonrisa.
—Que disfruten la velada, espero que al final de la noche, alguna de mis obras vaya con destino a su casa —sonrió y tomó la mano de Emma para salir del lugar.
—¡Es una descarada! ¡Te ha coqueteado en mis narices! —Ava estaba indignada, más que eso. Estaba furiosa porque Michael jamás la había visto cómo miraba a esa mujer, que por alguna razón le hizo pensar en la mujer que él perdió.
Natasha y compañía llegaron al hotel media hora más tarde, Emma había estado inusualmente callada, tanto que ni siquiera discutió cuando Gerald le dejó un abrazo a Nat.
—¿Qué sucede hija? —le preguntó a la niña al verla ausente.
—¿Michael Collins es mi padre? Nuestro parecido es demasiado para ser una simple casualidad.
—Pues es lo que es, una simple casualidad…
Emma no respondió, en su lugar se despidió con un beso de su madre y se dirigió a su habitación convencida de que su mamá esta vez le mentía. No sabía explicar lo que sentía, pero ella podía jurar que ese hombre, Michael Collins, era su padre.Natasha cerró los ojos, odiaba mentirle descaradamente a su hija, más no tenía otra opción, la conocía bastante bien, como para saber que de confesarle la verdad insistiría una y otra vez en acercarse a él y francamente Michael no se merecía tener una hija como Emma, la verdad sea dicha, él no merecía nada de Emma.Mientras tanto en otro lugar a pocos kilómetros de ahí, Ava Smith lanzó el bolso sobre el sofá, antes de desatar su ira.—¿¡Es tuya!?—¿Quién? —preguntó Michael aflojando su corbata.&mdas
A la mañana siguiente Natasha y Emma se reunieron con Gerald para desayunar en la terraza del hotel.—¿Mala noche? —preguntó Gerald, apenas las vio llegar.—Algo así, no ha sido nada fácil este primer encuentro —dijo en tono bajo para no llamar la atención de Emma, quien fingía ver la pecera con interés y lo hacía. Sus ojos estaban fijos sobre aquellos peces de colores, pero sus oídos estaban muy atentos a lo que decían los adultos.—No puedes negarle la verdad a Emma, es una niña muy inteligente, bastó ver a Collins para asimilar que es su padre, Natasha, considera oportuno decirle la verdad —le sugirió el hombre.—No es tan sencillo y mucho menos fácil, Gerald. Sabes todo lo que he sufrido por causa de ese hombre; no quiero exponer a Emma a lo mismo. Además, él está casado con otra mujer
El miedo invadió el cuerpo de Natasha. El miedo de que Michael fuera muy capaz de quitarle a Emma si comprobaba que era su hija; él tenía el dinero y el poder para lograrlo y aunque en ese momento ella era una mujer reconocida y con dinero; ante la familia Collins seguía estando en desventaja. Nada podía compararse con ellos; una batalla por la custodia de la niña en los tribunales podía darla como perdida.—Nat, ¿Qué sucede? —Gerald había pasado etapas muy difíciles al lado de la muchacha y podía saber con exactitud cuándo algo iba mal. Y tenía la sospecha de que esto no solo se trataba de algo malo, sino muuuuy malo.—¡Va a quitármela, Gerald!, va a apartarme de la vida de mi hija. ¡Michael va a llevársela! —exclamó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro.—Calma Natasha, no puedes alter
«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi!»«¡Soy Emma…!»«¡Soy Emma…!»El cerebro de Michael repetía las palabras una y otra vez como un mantra, mientras su secretaria esperaba una reacción de su parte.—¿Emma? —preguntó, no podía creer que la pequeña estuviera al teléfono.—Síi, papi soy Emma, ¿podrías venir al hotel, por favor? —medio preguntó medio pidió con un deje de súplica en la voz—¿Al hotel? ¿Qué sucede, estás bien? —preguntó sintiendo su corazón latir fuerte dentro de su pecho.—No, no estoy bien. He tenido una pesadilla y mi mamita no está por ningún lado. Tengo miedo papito, tengo
Michael tenía sentimientos encontrados, miraba y miraba a la pequeña dormida en la cama y su corazón se estrujaba dentro de su pecho. Era una sensación a la que no podía ponerle un nombre o siquiera explicar.Emma era tan parecida a él, que le bastaba verla para saber que era suya, sangre de su sangre y carne de su sangre y mientras él se sentaba en el sillón a los pies de la cama de la pequeña, en la otra habitación la situación era totalmente distinta.Natasha no podía creer que le había permitido a Michael entrar no solo a su cuarto de hotel, sino también a su vida. Porque al no negarse le dio a entender que era el padre de Emma; pero… ¿Cómo podría haberse negado al mirar los ojitos ilusionados de su hija? Sin duda la situación no era la mejor y ella una hora antes había deseado que ese momento se alargara hasta cien años
La humillación que había sufrido por culpa de esa mocosa no iba a quedarse sin castigo y si Michael pensaba que era fácil deshacerse de ella, estaba muy equivocado. Ella había sido paciente, pero no era tonta, aparcó en el estacionamiento del hotel y caminó hasta el lobby, allí los esperaría y le demostraría a esa mujer quien era Ava Smith y el poder que tenía en Nueva York.Haría que se arrepintieran por humillarla de esa manera, ella era una princesa, fue criada y educada entre sedas y algodones. Su familia era respetada y siendo la señora Collins jamás en cinco años alguien se había atrevido a llevarle la contraria.Mientras tanto, Natasha cogió la mano de Emma y pagó el desayuno que ni llegaron a tocar por la interrupción de la mujer de Michael.—Natasha, por favor, necesitamos hablar —le pidió Michael caminando det
Michael volvió a la oficina, pero sus pensamientos estaban con Emma y Natasha. Estaba molesto con la actitud de Ava hacia ellas; pero sobre todo estaba molesto consigo mismo.Si en el pasado él no hubiese cedido al chantaje de su abuelo, las cosas fueran totalmente diferentes y no se habría perdido los primeros cinco años de su hija. ¡Cinco años!El hombre se mesó el cabello con frustración. Estaba cansado de toda la mierda de su abuelo y sus amenazas. El sonido de su móvil llamó su atención, pero lo ignoró al ver de quien se trataba.Andrew Collins era el último hombre sobre la faz de la tierra con quien le apetecía hablar ahora mismo.Michael desvió las llamadas y marcó el número de Ryan, solo su amigo podía darle solución a sus principales problemas.—Ryan —habló apenas el hombre contestó e
Michael sintió el dolor abrirse paso por su cabeza. Se maldijo una y otra vez por haberse excedido con los tragos, cuando sabía que su cuerpo era intolerante al alcohol. Hasta ese momento él no tenía idea de cuanto más se arrepentiría o mejor dicho estaba por descubrirlo.—¿Estás despierto cariño? —Michael abrió los ojos de golpe al escuchar la voz de Ava junto a su oído.Su primera impresión fue de shock y luego el enojo se abrió paso por su cuerpo al ver el estado de la mujer. ¡Estaba desnuda!—¿Qué mierda haces en mi cama? —gritó furioso, mientras Ava sonreía.—¿No lo recuerdas cariño? Anoche llegaste un poquito —hizo una seña con su mano y sonrió. —Un poquito feliz y me besaste apasionadamente como nunca lo habías hecho antes. Quise resistirme, pero ins