Emma no respondió, en su lugar se despidió con un beso de su madre y se dirigió a su habitación convencida de que su mamá esta vez le mentía. No sabía explicar lo que sentía, pero ella podía jurar que ese hombre, Michael Collins, era su padre.
Natasha cerró los ojos, odiaba mentirle descaradamente a su hija, más no tenía otra opción, la conocía bastante bien, como para saber que de confesarle la verdad insistiría una y otra vez en acercarse a él y francamente Michael no se merecía tener una hija como Emma, la verdad sea dicha, él no merecía nada de Emma.
Mientras tanto en otro lugar a pocos kilómetros de ahí, Ava Smith lanzó el bolso sobre el sofá, antes de desatar su ira.
—¿¡Es tuya!?
—¿Quién? —preguntó Michael aflojando su corbata.
—La niña de la Galería, la hija de esa pintora ¿Es tu hija? —preguntó con enojo.
Michael la vio caminar de un lado a otro, como lo hace un león en una jaula y por su postura sabía que no tardaría en saltarle a la yugular.
—Apenas la conocí esta noche, ¿Cómo puedo ser su padre? —sin embargo, Michael tenía la duda clavada como espina en su corazón.
—¡Son casi iguales! ¡Dos gotas de agua! Y tendrás que disculparme, pero yo no creo en las casualidades —espetó mirándolo con sospecha.
—¿No has escuchado que todos en el mundo tenemos al menos siete caras parecidas? Si no lo sabes deberías investigar un poco —le respondió sin ánimos de continuar con aquella discusión.
—¿Y qué hay de ella? La has llamado por otro nombre, ¿es el nombre de la mujer que fue tu amante hace más de cinco años? ¿Es esa mujer la causa de que no me puedas amar?
Michael quería gritarle que sí, que esa mujer era su mujer, la mujer a quien tuvo que renunciar por culpa de su abuelo y sin poder evitarlo evocó los recuerdos de aquel espantoso día.
«—¿Qué es lo que quieres esta vez abuelo? —preguntó Michael sin molestarse en saludar al hombre mayor delante de él.
—Quiero que te cases, que me des el gusto de conocer a mis bisnietos antes de morir, pero sobre todo lograr una fusión empresarial con Ava Cosméticos.
—No tiene ningún sentido, somos un conglomerado que se dedica a la explotación de minerales, entre otras cosas que nada han tenido que ver con la cosmética, ¿Por qué ahora? —le cuestionó el joven.
—Porque es un mercado que también quiero conquistar.
—Compra acciones entonces, crea una empresa desde cero, tienes los años y la experiencia que se necesita, pero no me estoy viendo casado por interés con ninguna mujer. No lo necesitamos, «YO» no lo necesito —remarcó ese no, porque él ya estaba enamorado de Natasha y nada le haría dejarla y mucho menos el día que le había pedido ser su esposa.
—Creo que no me has comprendido, no estoy pidiendo tu opinión en todo esto, Michael, he llegado a un acuerdo con John Smith y el matrimonio con su hija no tiene discusión —le anunció como si hablara de comprar un auto o firmar cualquier otra venta ¡Y él malditamente no estaba a la venta!
—¡Estás loco abuelo, no voy a casarme con Ava Smith, lo puedes jurar! —respondió poniéndose de pie nuevamente, no tenía sentido permanecer ante la presencia de su abuelo, porque definitivamente no iba a ceder.
—¡Te dije que no estaba preguntándote si querías o no, Michael! ¡Harás todo lo que te he dicho y también como lo he decidido o Natasha Jones será quien pague las consecuencias de tu desobediencia!
Michael se detuvo abruptamente, sus manos se apretaron en dos puños ante la amenaza lanzada por su abuelo.
—No sé de lo que hablas —dijo casi casi sin interés.
—¿No sabes quién es Natasha Jones? —le cuestionó Andrew poniéndose de pie.
—Sé perfectamente quien es Natasha Jones, ha sido mi asistente durante los últimos dos años. Una mujer muy eficiente, inteligente ¿No fueron esas cualidades las que te hicieron contratarla? —Michael se giró para ver a su abuelo a la cara, para darle más credibilidad a sus palabras.
—Exacto, fue por todas las cualidades que mencionaste que logró un puesto en esta empresa, pero se te olvidó mencionar lo eficiente que también ha sido en tu cama. No hay manera de engañarme Michael, y si quieres que esa mujer siga a tu lado, como tu amante o como lo que sea. Haz lo que pido, porque de lo contrario, tendrás que amar y llorarle a una mujer muerta o quizás a dos —sentenció.»
—Maldit@ sea Michael te he hecho una jodida pregunta, ¿Qué tan difícil es responder? ¿Quién es Natasha? —el grito de Ava, logró sacarlo de sus recuerdos.
—Natasha es una vieja amiga, la confundí con Dasha ¿Ves lo que te digo? Ella también se parece a alguien que conocí. Pasa lo mismo con la pequeña —aseguró.
Ava asintió y decidió cambiar de estrategia y poner las cosas a su favor.
—Si es verdad lo que dices, entonces… es hora de que tengamos un hijo. Michael, nuestras familias lo han esperado por cinco años, yo lo he esperado por tanto tiempo —el cambio brusco de tema alteró a Michael, habría preferido seguir la discusión, pero el cambio no era malo, por lo menos había logrado que Ava perdiera el interés en Emma y Natasha momentáneamente.
—No estoy listo para ser padre, Ava, mis responsabilidades en el conglomerado son muchas y la sociedad con tu padre es otro tanto que me deja sin tiempo.
—Hablaré con mi padre y con Andrew, estoy segura de que pueden darte una licencia si el motivo es un heredero —la mujer trató de convencerlo acercándose a él seductoramente.
Ava se arriesgó primero a quitarle la corbata y luego el saco, acarició el pecho del hombre por encima de la ropa y buscó hambrienta los labios de su marido.
La imagen de Natasha y de Emma acudieron a su mente y se sintió devastado. Apartó la cabeza a tiempo para que, los labios de su esposa, besaran su mejilla. La tomó de los brazos y con calma le dijo:
—Estoy cansado, Ava, mañana tengo que trabajar todo el día y hoy ha sido demasiado para mí. Qué tengas una buena noche —besó la frente de la mujer y caminó hacia su habitación.
Ava apretó los dientes con furia, mientras sus lágrimas caían por sus mejillas. Eran lágrimas de impotencia y de humillación, llevaba cinco años siendo la esposa de uno de los hombres más importantes en la ciudad de Nueva York, pero jamás había compartido su cama…
Mientras Michael se dejaba caer sobre su cama, se pasó la mano sobre el rostro con evidente frustración pensando en Natasha y en esa pequeña niña. Un calor abrumador se extendió por todo su cuerpo, centrándose principalmente en el lugar que ocupaba su corazón.
Habían sido cinco largos años de angustia y de desesperación sin saber nada de ella, cinco años en los que se sentía más muerto que vivo. Cinco años de preguntarse: ¿Dónde? ¿Cómo estará? El dolor laceró su corazón y su alma al comprender que su Natasha lo había olvidado, se maldijo por no haberle dicho la verdad y buscar una manera de continuar juntos.
Con un poco más de calma tomó su móvil y marcó el número de su abogado y mejor amigo. Esperó impaciente porque él contestara la llamada.
—Jodido infierno, espero que tengas una buena maldit@ razón para despertarme a esta hora —gruñó el hombre al otro lado de la línea.
Michael levantó su brazo izquierdo para ver la hora en su reloj de pulsera, pasaba de la medianoche, era normal que Ryan le contestara tan amablemente.
—Lo lamento Ryan, pero es realmente urgente y si no hablo con alguien hoy terminaré explotando —se disculpó.
—Habla de una buena vez para que pueda seguir durmiendo —le apremió el hombre en medio de un bostezo.
—Necesito que investigues a una mujer —soltó sentándose de golpe
—¿Qué mujer?
—Su nombre es Dasha Petit, y…
—¿La pintora que ha llegado a Nueva York? —le interrumpió el abogado.
—Esa misma, necesito que me averigües todo de ella y de su hija Emma, supongo que tiene el mismo apellido de la madre. Quiero saberlo todo Ryan, ¿comprendes? Quiero saber absolutamente todo, desde la talla de su zapato hasta la pasta de dientes que utiliza —le ordenó.
—Bien déjamelo a mí, apenas tenga alguna información, te lo haré llegar…
—¡No, no! No quiero que nada de este asunto pase por la oficina, apenas tengas algo me llamas y pasaré a tu oficina, Ryan, esto es un tema muy delicado —le advirtió y su amigo comprendió.
—Bien, entonces estaremos en contacto. Buenas noches, Michael —Ryan se despidió y cerró la llamada.
—No hay manera que vuelvas a escapar de mi Nat y mucho menos con mi hija, porque estoy seguro de que esa hermosa e inteligente pequeña solo pudo nacer de ti —sonrió ante la idea de ser el padre de aquella pequeña de lengua afilada.
A la mañana siguiente Natasha y Emma se reunieron con Gerald para desayunar en la terraza del hotel.—¿Mala noche? —preguntó Gerald, apenas las vio llegar.—Algo así, no ha sido nada fácil este primer encuentro —dijo en tono bajo para no llamar la atención de Emma, quien fingía ver la pecera con interés y lo hacía. Sus ojos estaban fijos sobre aquellos peces de colores, pero sus oídos estaban muy atentos a lo que decían los adultos.—No puedes negarle la verdad a Emma, es una niña muy inteligente, bastó ver a Collins para asimilar que es su padre, Natasha, considera oportuno decirle la verdad —le sugirió el hombre.—No es tan sencillo y mucho menos fácil, Gerald. Sabes todo lo que he sufrido por causa de ese hombre; no quiero exponer a Emma a lo mismo. Además, él está casado con otra mujer
El miedo invadió el cuerpo de Natasha. El miedo de que Michael fuera muy capaz de quitarle a Emma si comprobaba que era su hija; él tenía el dinero y el poder para lograrlo y aunque en ese momento ella era una mujer reconocida y con dinero; ante la familia Collins seguía estando en desventaja. Nada podía compararse con ellos; una batalla por la custodia de la niña en los tribunales podía darla como perdida.—Nat, ¿Qué sucede? —Gerald había pasado etapas muy difíciles al lado de la muchacha y podía saber con exactitud cuándo algo iba mal. Y tenía la sospecha de que esto no solo se trataba de algo malo, sino muuuuy malo.—¡Va a quitármela, Gerald!, va a apartarme de la vida de mi hija. ¡Michael va a llevársela! —exclamó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro.—Calma Natasha, no puedes alter
«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi! ¡Soy Emma…!»«¡Papi!»«¡Soy Emma…!»«¡Soy Emma…!»El cerebro de Michael repetía las palabras una y otra vez como un mantra, mientras su secretaria esperaba una reacción de su parte.—¿Emma? —preguntó, no podía creer que la pequeña estuviera al teléfono.—Síi, papi soy Emma, ¿podrías venir al hotel, por favor? —medio preguntó medio pidió con un deje de súplica en la voz—¿Al hotel? ¿Qué sucede, estás bien? —preguntó sintiendo su corazón latir fuerte dentro de su pecho.—No, no estoy bien. He tenido una pesadilla y mi mamita no está por ningún lado. Tengo miedo papito, tengo
Michael tenía sentimientos encontrados, miraba y miraba a la pequeña dormida en la cama y su corazón se estrujaba dentro de su pecho. Era una sensación a la que no podía ponerle un nombre o siquiera explicar.Emma era tan parecida a él, que le bastaba verla para saber que era suya, sangre de su sangre y carne de su sangre y mientras él se sentaba en el sillón a los pies de la cama de la pequeña, en la otra habitación la situación era totalmente distinta.Natasha no podía creer que le había permitido a Michael entrar no solo a su cuarto de hotel, sino también a su vida. Porque al no negarse le dio a entender que era el padre de Emma; pero… ¿Cómo podría haberse negado al mirar los ojitos ilusionados de su hija? Sin duda la situación no era la mejor y ella una hora antes había deseado que ese momento se alargara hasta cien años
La humillación que había sufrido por culpa de esa mocosa no iba a quedarse sin castigo y si Michael pensaba que era fácil deshacerse de ella, estaba muy equivocado. Ella había sido paciente, pero no era tonta, aparcó en el estacionamiento del hotel y caminó hasta el lobby, allí los esperaría y le demostraría a esa mujer quien era Ava Smith y el poder que tenía en Nueva York.Haría que se arrepintieran por humillarla de esa manera, ella era una princesa, fue criada y educada entre sedas y algodones. Su familia era respetada y siendo la señora Collins jamás en cinco años alguien se había atrevido a llevarle la contraria.Mientras tanto, Natasha cogió la mano de Emma y pagó el desayuno que ni llegaron a tocar por la interrupción de la mujer de Michael.—Natasha, por favor, necesitamos hablar —le pidió Michael caminando det
Michael volvió a la oficina, pero sus pensamientos estaban con Emma y Natasha. Estaba molesto con la actitud de Ava hacia ellas; pero sobre todo estaba molesto consigo mismo.Si en el pasado él no hubiese cedido al chantaje de su abuelo, las cosas fueran totalmente diferentes y no se habría perdido los primeros cinco años de su hija. ¡Cinco años!El hombre se mesó el cabello con frustración. Estaba cansado de toda la mierda de su abuelo y sus amenazas. El sonido de su móvil llamó su atención, pero lo ignoró al ver de quien se trataba.Andrew Collins era el último hombre sobre la faz de la tierra con quien le apetecía hablar ahora mismo.Michael desvió las llamadas y marcó el número de Ryan, solo su amigo podía darle solución a sus principales problemas.—Ryan —habló apenas el hombre contestó e
Michael sintió el dolor abrirse paso por su cabeza. Se maldijo una y otra vez por haberse excedido con los tragos, cuando sabía que su cuerpo era intolerante al alcohol. Hasta ese momento él no tenía idea de cuanto más se arrepentiría o mejor dicho estaba por descubrirlo.—¿Estás despierto cariño? —Michael abrió los ojos de golpe al escuchar la voz de Ava junto a su oído.Su primera impresión fue de shock y luego el enojo se abrió paso por su cuerpo al ver el estado de la mujer. ¡Estaba desnuda!—¿Qué mierda haces en mi cama? —gritó furioso, mientras Ava sonreía.—¿No lo recuerdas cariño? Anoche llegaste un poquito —hizo una seña con su mano y sonrió. —Un poquito feliz y me besaste apasionadamente como nunca lo habías hecho antes. Quise resistirme, pero ins
—¿¡Se puede saber que fue toda esa mierda de allá fuera!? —gritó Michael furioso, apenas las puertas de su oficina se cerraron con Ava y Andrew dentro.—¿No te ha quedado claro? —preguntó Ava caminando hacia él.—No te atrevas a acercarte a mí, porque te juro que soy muy, pero muy capaz de asesinarte con mis propias manos.—¡Basta, Michael! ¡No puedes hablarle de esa manera, está embarazada! —exclamó Andrew satisfecho.—¡Pero no de mí! ¡Jamás me he acostado con ella y estoy jodidamente seguro que ni ebrio pude hacerlo!Ava sintió la rabia invadir su cuerpo, pero esta vez Michael no iba a escapar de ella.—Estoy embarazada de tu hijo, Michael, no puedes negar lo que sucedió entre nosotros, traté de detenerte porque temía que esto fuera a pasar y míra