¿A dónde vas? —inquirió Edon. Estaba a punto de salir por la puerta, para ir al bosque. —Necesito algunos elementos naturales, estamos preocupados por las infecciones extrañas que están afectando a los hombres lobo. —No puedes ir por el bosque sola, tienes que estar en el castillo, sabes del peligro al que nos enfrentamos. —Yo puedo protegerme. —¿Y si aparece el encapuchado? —Sé protegerme Edon, iré rápido. —Entonces, yo te acompaño. No tenía opción que aceptar que me acompañara, de lo contrario no iba a dejar irme. —¿Tienes idea en donde puedo encontrar piedras lunares? —¡Fácil! En el fondo de la cascada hay varias de ellas. Para ir más rápido, Edon convirtió en el hermoso lobo blanco, me subí a su lomo y él corrió entre el bosque hasta llegar a la cascada. Me quité la ropa y me metí a nadar. Entre tanto Edon se quedó en la orilla, supuestamente vigilando. Me lancé al agua y nadé hasta el centro de la cascada. Busqué por varios minutos, hasta que vi en una roca algo brill
Me puse el relicario en el cuello. Miré el desorden a mi alrededor. Cerré mis ojos, levanté mis manos y como si yo fuera Matilda, los libros se pusieron en su lugar. Salí del castillo y me dirigí a la aldea. Más personas seguían enfermas. —¿En dónde estabas? —preguntó Edon. —En la biblioteca haciendo algo importante. —Las cosas están empeorando, más y más aldeanos presentan el mismo síntoma, algo los está contaminando y no sabemos qué. En cuatro horas inicia el eclipse y tengo un mal presentimiento. Cada vez más personas se enfermaban, y todos con el mismo síntoma, fiebre muy elevaba y debilidad, tal y como Myriam se presentó. Pero había algo extraño en todo esto, las personas que resultaban enfermas eran las mismas a las cuales les coloqué la posición mágica que Epona me regaló. En ese instante un clic hizo en mi cabeza. ¡Si todo esto había sido una trampa! —Doctor, hay alguna manera de detener esa infección. —No, sin una causa no podemos encontrar la cura. Entre tanto, logro
CAPÍTULO 55EDONHoy era el segundo día más triste de mi vida. Estaba enterrando a mi madre, una de las mujeres que más amaba en este mundo. Cuando enterré a mi padre, le prometí que cuidaría de mi madre, y le fallé, no pude protegerla. Permití que un desconocido ingresara a la casa y la matara sin ninguna consideración. Pero iba a encontrar a su asesino e iba a destrozarlo con mis propias manos. —¿Dónde está tu compañera? —preguntó Fray—No lo sé. —Deberías tenerla más vigilada, después de lo que pasó con nuestra madre. —Ella no es una asesina y no hizo nada en contra de nuestra madre. Ella sería incapaz…—Desconfío de ella. —¿En serio? Hace semanas se notaba que estabas muy enamorado de ella y horas después de terminar apareces en el castillo con una humana, y mejor amiga de Circe. ¿Cuáles son tus planes hermano? —Terminamos porque no confiaba en ella; oculta, secretos. Y lo referente a su amiga, tengo derecho a una segunda oportunidad en el amor. —Es humana. —Puedo converti
CIRCE—No la dejen escapar —balbuceó Fray —deténganla. Ella…ella… —señaló a mi mate— Circe, me atacó. Fray cayó al suelo y todos corrieron a auxiliarlo, incluyéndome. —¡Fray! Hermano, ¿qué fue lo que te pasó? —preguntó Edon. Vi su pierna, tenía una flecha en su pierna. Era una de las que él me había regalado. Algo estaba pasando aquí, esas flechas estaban en la torre, pero yo no los utilicé, nunca lo ataqué. Fray era el traidor. —Edón… yo no lo hice. —¡Llamen al médico! —gritó Edon. —¡Edon! Escúchame. —¡Tú le hiciste esto a Fray! —me acusó Ada. —¿Qué? No, claro que no.—Yo te vi. El médico llegó a los pocos minutos. Tomó la flecha y la saco de la pierna de Fray. —Punta de plata. —indicó. Edon tomo la flecha en sus manos y vio mis iniciales en ellas. —No fui yo. —¿Es tuya? —preguntó. —Sí, pero no fui yo. —afirmé. Edon la presionó con fuerza y la rompió. —¡Aprisiónenla! —ordenó desde el suelo Fray. —¡No, no, no, no!. Dos guerreros me tomaron uno en cada brazo. Lo que e
Pero algo dentro de mí se apoderaba de manera extraña. Una fuerza descomunal corría por cada vena de mi cuerpo. —¡aaaaaaaaah! —grité con fuerza. Los grilletes de mis manos y pies se rompieron. Epona y Fray se quedaron inmóviles al verme libre. Levanté mi rostro y sonreí. Si iba a morir, iba a ser conociendo la verdad. Me lancé hacia Fray hasta lanzarlo al suelo. Tomé el collar que tenía en mi cuello y con fuerza introduje el dije en su corazón, era momento de conocer sus pensamientos. Era como si cayera en un túnel sin profundidad. Iba en una caída en picada. Hasta que choqué al suelo. —¡Auch! Eso sí que dolió. Me encontraba en una habitación oscura, esto era la mente de Fray, así que no me sorprendía encontrarme con esto. Todo era negro como su corazón. Levanté mi mano e iluminé la habitación. Todo era silencioso. Di un par de pasos hasta que escuche una gota, era como aquel sonido cuando estás en la noche y solo la gota del grifo de la cocina es lo único que hace ruido. Seg
Epona miró hacia atrás, suspiró y desvaneció la bola de energía en su mano. Se puso de pie y me miro varias veces. Dio un fuerte suspiro. —No te voy a matar, ni a ti ni a nadie, si hago esto es porque Fray me obliga. —habló —Ese polvo que utilizó contigo, puede usar con cualquier ser fantástico, y de inmediato sus poderes desaparecen por un par de horas, no tengo idea de cómo lo consiguió, pero a pesar de mis poderes no he podido quitárselo. —confesó. Así que se trataba de eso. Sabía que Epona no podía ser tan malvada, porque nunca me demostró sus malas intenciones. —Tenemos que acabar con Fray y si la única solución es matarlo, es lo que debemos hacer. —hablé desde el suelo —con el inicio del eclipse podemos hacerlo. Epona me ayudó y me recostó sobre una de las paredes para que quedara sentada. Tomó mi mano y sentí como la energía regresaba a mi cuerpo. —Es lo suficiente para que puedas caminar o correr, pero no para usar tus poderes —mencionó Epona. —Tú y yo podemos matarlo
EDON—No, no, no, no —grité enfurecido —¿Por qué tú? Me encontraba devastado, solo de pensar que mi mate, mi compañera, la mujer que amaba me había traicionado de esa manera, mucho peor que ella fuera la asesina de mi madre. »No, no, no. —golpeaba la pared de mi habitación. Las paredes eran suficientes fuertes para soportar mis golpes. Estaba aquí encerrado para que nadie notara mi estado emocional. Toc, toc, toc. Tocaron a mi puerta. —¡No quiero ver a nadie! —Señor, soy el médico —gritó del otro lado de la puerta. —Pase. —grité— ¿Qué pasa? —Su hermano ya está estable. Circe causó una herida en la pierna de mi hermano y no podía negar a ese hecho, ya que todo la inculpaba. Se supone que era un líder ejemplar y tenía que tomar la mejor decisión para la manada y me comporté como un cobarde al dejar a Circe en manos de Fray, pero no iba a ser capaz de condenar a mi propia compañera. —Voy para su habitación en este momento. —Debería limpiar eso —me indicó. Vi mi mano, estaba sa
CIRCE—¡Edon! —dije en susurro, pero él escuchó mi voz porque su mirada se dirigió hacia mí. —¡Circe, mi amor! Ambos corrimos hasta encontrarnos. Nos abrazamos con fuerza. Por un instante pensé en que no volvería a sentir sus brazos. —No lo hice, no fui yo —repetí, mientras seguíamos abrazados. —Lo sé, tú no eres una asesina. —¿Me crees? —pregunté—Perdona porque dude de ti en un principio. Me dijeron que estaba muerta. Me separé de él. —¿Te lo dijo tu hermano? Fray es el traidor. —declaré, ese desgraciado tenía que ser desenmascarado. —Entonces mis dudas son ciertas, Fray está ayudando a los desterrados. —No solo eso —hablé. No sabía como tomaría esta confesión, pero merecía saber la verdad. —Fray es el asesino de tu madre.Edon negó con su cabeza —Mi hermano puede estar apoyando a los desterrados pero no cometer un asesinato, mucho menos a mi madre, quizá lo están obligando y quieren culparlo. —Escúchame Edon —Tome su rostro con mis manos—. Él mató a su compañera y también