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Byron La muerte de Enid había llegado de manera inesperada. Lilly, a pesar de todas las cosas buenas que había hecho por ella, estaba en un estado de enfado constante y una culpa que no la dejaba dormir por las noches. El momento más oscuro hasta entonces había sido la noche en que la enterraron. Ni siquiera pudo estar con nuestro hijo y no se separó de mis brazos en toda la noche. Por suerte, mi padre adoraba a su nieto y se quedó con él. A la mañana siguiente, ella le pidió perdón a Hunter, pero todos los días ocurría lo mismo y él se sentía herido. Mi padre intentaba por todos los medios distraerle, y era el abuelo más entusiasta del mundo, como lo había sido desde que se conocieron; pero nada podía reemplazar a esa madre amorosa que tenía y que, por el momento, no estaba.La paciencia era algo que tenía de sobra para con mi mujer, pero por momentos una incomodidad ardía dentro de mí. Ella estaba sumida en el dolor y me sentía un poco abandonado, más cuando la necesitaba porque no
Lilly Si alguien debía ganar el premio a la persona más cobarde del mundo era yo. Las palabras de Amelia, aunque cálidas y sin afán de minimizar mi dolor, me torturaron hasta que no pude más. Era cierto: por mi duelo estaba dejando de lado a Byron, el hombre que amaba y amaría siempre.La muerte de Enid era algo que jamás en mi vida iba a poder superar. Ella había sido mi apoyo en los años más difíciles de mi vida, había cuidado de mí y de mi hijo y siempre estaba cuando la necesitaba. Cuando ella me necesitó, estuve a su lado todo el tiempo, pero fue inevitable sentir que siempre me había hecho falta hacer algo más para salvarla, que no di lo suficiente.Pero ahora comprendía que, a pesar de ese dolor y culpa, tenía que seguir adelante y que era el momento de luchar por las personas que más amaba en el mundo: mi hijo y Byron.Este último estaba mirándome anonadado y tratando de ocultar su erección. Él siempre me decía que si me presentaba así o sin ropa, corría peligro de ser devora
Ekaterina El sonido de los disparos no tardó en escucharse muy cerca de todos, pero no me permití sucumbir al pánico y corrí de inmediato hacia los niños para protegerlos. Estos lloraban asustados porque no entendían lo que pasaba y porque querían a su madre, quien, por suerte, entró a la habitación segundos después. Su rostro estaba pálido y los ojos parecían salírsele de las órbitas. Ninguna de las dos estaba acostumbrada a este tipo de cosas a pesar de dormir bajo el mismo techo que el mismísimo jefe de la mafia.Era por eso que siempre habíamos vivido seguras, sobre todo Lyra. Nadie parecía capaz de traspasar las defensas de Thane y sus hombres. Todos lo respetaban y temían, porque enfrentarse a él era un suicidio.—Tenemos que escondernos —dijo Lyra, corriendo hacia nosotros.—Mami —sollozaron los pequeños, abrazándose a ella.—Sí, eso es lo que debemos hacer —asentí, aunque no estaba segura de cómo hacerlo.Mi habitación era la más segura de todas, según Thane. El armario esta
LyraMiré al médico con los ojos abiertos de par en par y me llevé una mano al vientre. Aunque un embarazo era lo que menos deseaba, escuchar al doctor pronunciar esas palabras me estaba rompiendo el corazón.«Lo siento mucho. Según los estudios que le hemos practicado, el bebé es incompatible con la vida. Lo más recomendable es interrumpirlo en este momento. No se preocupe, esta trisomía es la más común y, en el futuro, podrá tener más hijos, ya que es una mujer sana y joven».—Señora Russell —me llamó el médico una vez más—. ¿Se encuentra bien?—Eh... Sí —mentí—. Es solo que no entiendo nada.—Trisomía dieciséis —me explicó él con paciencia—. Es la más común en humanos, pero también la más letal. El bebé no va a sobrevivir, señora. Y si lo hiciera, no viviría mucho tiempo y solo sufriría.—¿Está completamente confirmado? —indagué, aferrándome a un último resquicio de esperanza.El doctor asintió, matando por completo ese sentimiento. La única cosa que podía consolarme era saber que
LyraLos minutos se me hacían interminables mientras el auto avanzaba hacia el hospital. El dolor no hacía más que volverse insoportable, aunque no solo el físico, sino también el del corazón. Me estaban arrancando una parte de mí, una más valiosa que mi propia vida. Y yo estaba tan sola...Al menos deseaba tener a alguien que me quisiera, que estuviera a mi lado en estos momentos, pero eso no era así. Nadie en este mundo estaba para mí, y la única persona que había estado, mi madre, había muerto hacía mucho tiempo. Intenté salvarla, pero no pude, y ahora estaba atrapada en esta situación.Cuando llegué al hospital, el chófer al menos se dignó a ayudarme. Su expresión era estoica, pero eso, en lugar de consolarme, me hundió más. No esperaba que él también sufriera con esto, pero su frialdad me lastimaba.«Aunque no más que la de Landon», pensé con tristeza.—Señora Russell —dijo el doctor, sorprendido al encontrarnos en urgencias—. ¿Qué está...?De inmediato se dio cuenta de mi sangr
Lyra —¿Por qué estás aquí? —pregunté cuando se acercó.—¿Qué demonios haces tú aquí? Debes irte a casa —me soltó, haciendo que me sintiera aún más nerviosa.—En eso estaba, pero…—Vámonos.Landon me tomó del brazo y caminó a toda prisa por los pasillos del hospital. Mi vientre dolía un poco y era incómodo caminar, pero no me quejé. En el fondo, me ilusionaba la idea de que él me llevara a casa. Sin embargo, al llegar a la salida, prácticamente me lanzó a los brazos de Iñaki, el chófer.—Llévala a casa. Tengo ocupaciones —dijo, enojado.—Por supuesto, señor —respondió Iñaki.Quería decir algo, cualquier cosa que manifestara mi rabia, dolor y frustración, pero cuando tenía a Landon frente a mí, con esos ojos oscuros y penetrantes, las palabras se me quedaban atascadas en la garganta.—Suba, señora Russell —me indicó Iñaki, abriéndome la puerta del auto—. Tiene que ir a casa.—Está bien —susurré, conteniendo las lágrimas. Salieron en cuanto me metí en el auto y se cerró la puerta.Lando
LandonLuego de colgar la llamada de mi esposa y apagar el celular, continué revisando el papeleo que mi asistente me había entregado para la junta, la cual se había pospuesto para ese día. Por fin podría presentar mis conclusiones finales a los inversionistas sobre un nuevo medicamento que prometía poner fin a muchas de las complicaciones causadas por diversas enfermedades de transmisión sexual, las cuales generaban consecuencias graves en el organismo.Había tenido que lidiar con la ira colectiva de otros laboratorios y enfrentar muchos obstáculos para lograrlo, pero finalmente estaba aquí. También me aseguré de obtener protección para toda mi familia, ya que este tipo de innovaciones implicaba un riesgo de represalias, y lo que menos quería era eso.—Señor Russell —me llamó mi asistente horas después—. ¿Se quedará en la oficina?—Me parece que sí —contesté—. ¿Ocurre algo?—Es la señorita Karime, señor —me informó—. Ella... está en el hospital.—¿Qué? —Alcé la vista, mirándolo con c
LyraAunque lentamente, las semanas comenzaron a pasar y no había rastro de mi esposo. Él no se había preocupado por mí ni me había llamado para saber cómo estaba; simplemente parecía como si no existiera. Aun así, cada noche preparaba con esmero los desayunos, almuerzos y cenas, con la esperanza de encontrarlo. Sin embargo, eso no sucedía.Resignada a que pasaría una temporada sin él, comencé a hacer ejercicio cuando me sentí mejor. En estos últimos meses, había aumentado un poco de peso y mi condición física ya no era tan buena, así que me venía bien. Además, necesitaba distraer mi mente, olvidar mi tristeza y mi soledad.—Guau, se ve muy bien, señora. Ya no recordaba la última vez que se puso uno de esos vestidos —me dijo Sofía cuando bajé—. ¿Irá a algún sitio?—Sí, voy a ir de compras —respondí con una leve sonrisa—. Quiero reorganizar mi guardarropa.—Pero si usted se viste muy bien…—Nunca fue mi estilo vestirme con ropa tan elegante, lo sabes —contesté—. Siempre me gustaron más