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Lyra Mis hijos todavía estaban un poco asustados y no comprendían por qué nos íbamos de la ciudad, pero al menos ya no lloraban e incluso se relajaron tanto como para dormirse. Ekaterina no dejaba de mirar por la ventana y suspiraba a cada rato. Seguía sin estar completamente segura de la decisión que estaba tomando, pero no se arrepentiría. Retroceder ahora implicaba un riesgo enorme para el posible hijo que esperaba.—Estaremos bien —le dije, a pesar de no estar segura.—Eso espero —susurró—. Lamento todo lo que hice, todo el daño que…—No, no lo menciones más —la interrumpí—. Estamos fuera de esto por fin, y no tiene caso que te lo reproche. No podías hacer nada, de todos modos.—Nunca dejaré de sentirme culpable —sonrió con tristeza—. En fin, ¿vamos al aeropuerto?—No, es el primer lugar en donde Thane podría buscarnos en cuanto se entere de que nos fuimos y que ustedes no están con sus hombres de confianza —le respondió Landon—. Saldremos del país en nuestra primera oportunidad y
Landon No sentía un cariño especial por la doctora Ivanova, ya que no llevaba mucho tiempo conociéndola; sin embargo, me apenaba verla en aquel estado, que contrastaba mucho con la felicidad que Lyra, los niños y yo compartíamos. Por una parte, quería dejarla en un sitio seguro para que no nos viera y comenzara su nueva vida, pero al mismo tiempo me preocupaba dejarla así y que algo malo le sucediera. Si eso pasaba, Lyra nunca podría ser feliz porque la culpa la consumiría y, a decir verdad, a mí también. Esa mujer me había regresado lo que más me importaba en mi vida y tenía que pagarle con la misma moneda.Me arrepentía profundamente de haberle contado que Thane estaba herido.—Ya se quedó dormida —me dijo Lyra al volver al comedor, donde cenábamos con nuestros hijos—. Parece más tranquila, pero sigue preocupándome su salud.—Tiene que asimilarlo —repuse, dándole una galleta a mi hijo. —Sí, pero ¿qué tal si…?—Lyra… Mis ojos señalaron a nuestros bebés, que ahora estaban atentos a
Ekaterina Me levanté con una espantosa sensación en el estómago, que ya no podía relacionar con la angustia que sentía por Thane, con quien no había dejado de soñar toda la noche. Tenía claro que jamás volvería a su lado, que me había marchado para siempre, pero parte de mí necesitaba saberlo a salvo, que no dejara este mundo.Corrí hacia el baño y descargué todo el contenido de mi estómago, que no era más que agua y bilis. El sabor dulzón me produjo más asco, pero ya no tuve más arcadas y pude recomponerme para lavarme la cara y los dientes.Miré mi reflejo y me pregunté si Lyra tenía razón. Médicamente, era muy probable que estuviera embarazada. Me faltaba el período, me sentía todo el tiempo sin energía y no tenía hambre. Sin embargo, me negaba a creerlo, pues eso significaría tener algo suyo para siempre, algo que nunca me permitiría olvidarlo.—No puedo —susurré, abatida—. ¿Qué clase de vida le daré?Agobiada por la idea, me alejé del espejo y salí del baño. Por la ventana, podí
ByronLilly, mi padre y Amelia me miraban expectantes cuando llegué a la sala. Yo trataba de tener una expresión neutral para dar más suspenso a la situación; sin embargo, me ganó una risa nerviosa.—Habla de una vez, hijo —me pidió Amelia, nerviosa—. ¿Qué te dijo Landon? ¿Está todo bien?—No sé cómo decirlo —respondí.—Con todo respeto, suegro —dijo mi mujer, muy enojada—. Le voy a dar en la cabeza a su hijo.—Adelante, Lilly —refunfuñó él—. Dale con uno de los tacones de Amelia.—Oh, no, son Jimmy Choo —masculló la aludida—. Hijo, habla.Tomé una bocanada de aire de manera dramática. Todos los demás contuvieron la respiración.—¡Regresan al país! —exclamé.Los tres se levantaron, lanzando gritos de euforia.—Sí, se murió esa m*****a rata de Thane y todos vamos a ser felices. Ya no corremos peligro, los mafiosos se encargarán de lo suyo.A pesar de que esperaba alegría, los tres detuvieron su celebración y fruncieron el ceño.—¿Cómo? —preguntó mi padre, consternado—. ¿Thane murió?—Sí
ThaneEl infierno se desató en el momento en que, por desear salvar lo que más me importaba, terminé alcanzado por una bala. Les costó dispararme al menos cuatro veces para derribarme y hacerme perder la consciencia. Durante todo aquel suplicio, el rostro de Ekaterina estuvo en mi mente. No era que Lyra no estuviera entre mis preocupaciones y prioridades, pero me aterraba perder a esa rubia que era mi calma en los momentos más tormentosos. Estar entre sus brazos no era solo pasión, sino también seguridad.—No lo logrará —murmuró alguien a quien podía escuchar en medio de aquella asfixiante oscuridad—. Ha perdido mucha sangre y solo es cuestión de horas para que…Dejé de escuchar en cuanto mis pensamientos se volvieron gritos, gritos que posiblemente ese infeliz no escucharía. Quería decirle que mi voluntad de seguir vivo era más fuerte de lo que podía llegar a ser él y todos esos malditos hombres que ahora estaban a salvo. Claro, si quedaba alguno.Había contemplado la idea de que nos
LyraLuego de saber sobre el embarazo de Ekaterina, tuvimos que empezar a tomar decisiones sobre su destino. Durante un par de semanas se barajaron muchas opciones, siendo la que menos me gustaba la que Ekaterina finalmente eligió: quedarse a criar a su hijo en España.Su dominio del español era casi nulo, pero se había propuesto aprenderlo para que su hijo pudiera adaptarse a la vida allí. Por más que traté de convencerla de que viniera con nosotros, ella alegó que quería comenzar una nueva vida en Madrid, que quería valerse por sí misma por primera vez en su vida. Fue doloroso para mí, pero tenía que respetar su decisión, sobre todo por su promesa de que mantendríamos el contacto y de que nos buscaría en cuanto el bebé estuviera a punto de nacer.—Creo que es lo mejor —me comentó Landon de camino al aeropuerto—. Ella quiere romper con todo lo que le recuerde a él.—Pero yo…—Mi amor, tú eres parte de esa vida, quieras o no. Ekaterina te quiere muchísimo, pero también le es doloroso
Landon Intuir que algunos cambios en el cuerpo de mi mujer se debían a un embarazo era algo que me estaba llenando de una felicidad indescriptible. Lyra, a pesar de ser bastante insistente con Ekaterina, se mostraba renuente a creer que lo estaba. Muy en el fondo, sospechaba que las mujeres tenían una clase de mecanismo de defensa para proteger su mente en caso de que sucediera algo que las decepcionara.—Deja de mirarme así —susurró Lyra con una sonrisa cuando estábamos a punto de aterrizar—. Me pones muy nerviosa.—No puedo dejar de mirarte así —repliqué, deseando no tener a mi hija en brazos en ese momento para poder lanzarme sobre ella—. Vas a darme otro hijo.—No sé cuántos intentos nos tomaron los mellizos, pero…—Admito que no se dio de inmediato, pero esta vez puede ser diferente. Estoy seguro de que estás embarazada de nuevo. Tus ojos brillan.Lyra se mordió el labio inferior, nerviosa.—¿Tú lo crees?—Estoy seguro. —Qué nervios —se rio—. ¿Cómo vamos a decirles esto a los d
LyraMiré al médico con los ojos abiertos de par en par y me llevé una mano al vientre. Aunque un embarazo era lo que menos deseaba, escuchar al doctor pronunciar esas palabras me estaba rompiendo el corazón.«Lo siento mucho. Según los estudios que le hemos practicado, el bebé es incompatible con la vida. Lo más recomendable es interrumpirlo en este momento. No se preocupe, esta trisomía es la más común y, en el futuro, podrá tener más hijos, ya que es una mujer sana y joven».—Señora Russell —me llamó el médico una vez más—. ¿Se encuentra bien?—Eh... Sí —mentí—. Es solo que no entiendo nada.—Trisomía dieciséis —me explicó él con paciencia—. Es la más común en humanos, pero también la más letal. El bebé no va a sobrevivir, señora. Y si lo hiciera, no viviría mucho tiempo y solo sufriría.—¿Está completamente confirmado? —indagué, aferrándome a un último resquicio de esperanza.El doctor asintió, matando por completo ese sentimiento. La única cosa que podía consolarme era saber que