holis mis preciosos fanseses n.n/ prometo nunca volver a escribir en el celular jaja los amo millones!! en un rato más subiré el que sigue <3 <3
Escuchaba vagamente al Alfa dar indicaciones a todos los lobos adultos sobre una barricada. Yo, francamente, tenía miedo de incluso parpadear. Siguiendo fielmente las instrucciones de la doctora Paula, yo no dejé de pisar el acelerador y me concentré en mantener el volante firme. Temblores aparte, creo que estaba haciendo un magnífico trabajo en mis primeros tres minutos al volante. Nadie había muerto. -¿Sabe disparar, Alfa Rose? – Dijo el Alfa por encima del ruido de los chillidos de los cachorros y los disparos. -Mi habilidad con las armas se limita a la distancia corta. Sé lanzar piedras. – Dijo Rose después de unas palmaditas en mi hombro. -Entonces, solo ayúdenos a quitar asientos, por favor. – Dijo el Alfa Alan. – Harold, Tom, quiero que hagan una segunda barricada por aquí y que cuiden de los cachorros en ese segundo muro. -No hay suficientes asientos. – Escuché decir a Harold. -Entonces improvisen. Necesito a los cachorros seguros. Yo necesitaba ir al baño, pero suponía
A la mañana siguiente, yo me encontraba bastante cómoda y calientita. Me acurruqué aun más profundo en ese lindo aroma a pino y suspiré feliz… solo para recordar que mi casa temporal olía a polvo y que mi almohada no era tan peluda. Abrí los ojos y me encontré estrujando el pecho del Alfa en su forma de lobo. Chillé y lo solté inmediatamente. -Lo lamento, Alfa. – Dije abochornada. – No sé por qué sigo haciéndolo. Él levantó levemente la cabeza y bufó antes de volver a cerrar los ojos. -Uh… bien. Iré a darme un baño. El tipo no se movió. Bueno, eso era extraño. El Alfa no dormía mucho y tampoco se quedaba mortalmente quieto por las mañanas. -¿Se encuentra bien?- Pregunté suavemente. Sin respuesta. Entonces dejé de ver su pecho subir y bajar. M****a. ¿Y si le había perforado un pulmón o algo al abrazarlo con fuerza? En pánico, puse mi oreja contra su pecho pero no sentí o escuché nada. Miré su cara y puse un dedo tembloroso debajo de su nariz. Nada. Hablando de limar aspereza
Alan. (La noche anterior) Vanesa se había quedado profundamente dormida y yo envidié eso. Mi mente se encontraba en otro lugar. No en los recientes ataques, no en proteger a mi manada, sino en la película que habíamos visto por la tarde. No entendí cerca de la mitad de la historia. Tenía una vaga idea de cómo se reproducían los lobos y suponía que así se reproducían también los humanos, pero nadie me había dicho que existían los masajes de lengua. En la historia de los adolescentes humanos parecía ser un hecho inevitable que reafirmaba los sentimientos de los protagonistas. Pero también parecía que este masaje no solo se hacía entre personas que se gustaban. Yo estaba muy confundido. Salí de la cama renunciando a dormir y salí al bosque para intentar sosegar mi cabeza. Solo que de alguna forma terminé en la puerta de la doctora Paula. Mi lobo ladeó la cabeza. Bueno, ella era doctora, así que suponía que ella podría explicarme un par de cosas. No me avergonzaba mi falta de conoci
Me había quedado dormida con una pequeña sonrisa en mi rostro. El Alfa era un lobo... dulce.Me desperté con la sensación de que algo estaba mal. Abrí los ojos y aun estaba oscuro afuera. Entrecerré los ojos solo para ver que estaba sola, pero aún así me sentía intranquila.Me levanté despacio de la cama y me puse zapatos mientras escuchaba atentamente mi entorno.Justo cuando llegué a la puerta escuché un aullido seguido de algunos otros. No entendía lo que decían, pero el tono parecía molesto.¿No estarían atacando de nuevo?Con ese fugaz pensamiento, salí de la casa y corrí en la oscuridad hasta la casa de los cachorros. Busqué a Rose pero no la veía por ningún lado, solo un montón de cachorros durmiendo.¿Qué debía hacer? ¿Quedarme y ser la carnada de nuevo o despertarlos y decirles que fueran al lugar seguro?Otro aullido más y algunos sonidos fuera de la casa tomaron la desición por mi. Abrí ligeramente la puerta y vi pasar a algunos lobos de la manada. Parecían cansados y moles
La mañana era bastante fía pero no mucho más que en los días anteriores. Con cero ganas de congelarme, decidí que hoy no me bañaría. No es como si intentara impresionar a nadie de todos modos y, con la extracción de obsidiana en pausa, lo único que había en mi agenda por el resto del día era aprender junto a los cachorros a hacer joyería con los pedazos de obsidiana que habíamos descartado para la entrega a mi manada. Bueno, eso y un poco de tiro al blanco con Paula. Ambas encontrábamos cierto placer en dispararle a un objetivo por horas. Ella quería sacar algunas frustraciones, y yo solo quería tener la mente en blanco, ambas ganábamos y nuestro tiempo de calidad había dado sus frutos. No diría que éramos las mejores amigas pero al menos ahora se había abierto un poco más conmigo. Fue así como descubrí que el Beta desterrado era el tipo que le puso un bebé en su vientre. Aunque, en realidad, dudaba que quisiera compartir esa información; simplemente comenzó a disparar y a maldecir
-No en mi guardia. – Dije tratando de enfocar y fallando miserablemente. Mi visión estaba un poco borrosa pero eso no me impidió apuntar directo hacia la mancha que intentaba colarse.Los amigos siempre tocaban a la puerta. Los enemigos no tenían esa cortesía.Comencé a disparar mientras mi visión tardaba en regresar. Debía proteger esta casa y a sus habitantes a como diera lugar. Me arrastré hacia atrás sin dejar de disparar para cubrir a Paula mientras rezaba porque estuviera bien.Mis oídos no eran tan sensibles como los de ella, así que esperaba que alguien llegara pronto a cubrirnos para poder asegurarme de que estuviera bien.Me estaba quedando sin balas y maldije por primera vez a los tipos que me habían quitado la mitad de mi visión. El enojo fue el combustible perfecto para enfocarme y seguir disparando a cualquier cosa que entrara por la ventana aunque yo solo viera un borrón de color.El momento que más temía estaba llegando: Me quedaban solo dos balas y, a menos de que Paul
Edson.Después de llorar como el cachorro que ya no era en brazos de mamá, lo primero que hice fue llevarle comida y comprar cerrojos, candados y cualquier m*****a m****a que me sirviera para tener a mamá segura dentro de mi habitación en las horas en las que me encontraba afuera.Lo segundo fue asegurarle que yo la seguía amando y que lamentaba no haberla buscado todos esos años. Ella solo me sonrió cálidamente y yo me sentí un ser despreciable.Ella siempre había sido una madre buena y cariñosa conmigo y con mi hermana. ¿Por qué creí en la estupidez que me vendieron de ella escapando?Papá también compró esa versión y lamentablemente murió de tristeza un par de años después, justo cuando mi hermana y yo entramos en la dulce etapa de la adultez.Toda esa semana sufrí de un montón de sentimientos encontrados. Y eso me costó otra vida.A los pocos días de haber encontrado a Escupi en mi cama agonizando, me enteré de qué m****a le había pasado.No era bueno.Apreté los puños inconsciente
En estos últimos días muchas cosas habían cambiado.De alguna forma el Alfa Alan se las había arreglado para poner a patrullar a un lobo cada pocos metros, así que ningún cachorro daba más de dos pasos sin que estuvieran constantemente vigilados.Si, un ataque a la casa de los cachorros no era nada, pero ¿Dos? Era demasiada coincidencia. Algo querían con ellos… y alguien quería asesinar al Alfa Alan.El señor Frederick seguía mandando actualizaciones de su actual estado y así fue como nos enteramos de que la manada de Gustav no tenia nada que ver con el ataque al autobús ni con la incursión de hace unos días.Yo esto lo supe porque el Alfa me entregó su móvil y me dijo que estuviera al pendiente de los mensajes. Fue la última vez que me habló, el muy testarudo. Y, bueno, no es como si tuviera algo mejor que hacer durante una m*****a tormenta de nieve infinita.Paula y yo nos encontrábamos picándonos los ojos del aburrimiento en la casa de los cachorros.Ellos también habían cambiado, o