holis mis precioso fanseses n.n/ pues habrá maratón mañana jajaja iré subiendo los caps conforme los vaya terminando <3 <3 una encuesta rápida: ¿Cuál de los dos libros les ha gustado más hasta el momento? ¿La historia de Rose y Bastian o la historia de Vanesa y Alan? Los leo, son los mejores fanseses del mundo muendial y los amoooooo <3 <3 <3
-¿Vanesa? Salí lentamente de mi estado comatoso cuando una mano tocó suavemente mi cabeza. -¿Podrías despertar por un segundo, por favor? Abrí los ojos con dificultad y vi al Alfa Alan en cuclillas a un lado de la cama. Aun acariciaba mi cabello con una mano mientras que con la otra sostenía un par de ramas con trozos de carne en un extremo. -Aquí. Rose dice que no has comido nada desde el desayuno. -¿Ya ha dejado de gritarte? – Pregunté mientras daba un pequeño bostezo. -No. Solo se ha tomado una pausa. Eso me hizo soltar una risita. Le acepté la comida y comencé con un buen mordisco. -¿Cómo te sientes? -Cansada. – Dije después de un par de bocados. -¿Lo suficientemente cansada como para no acompañarme a un lugar? Eso atrajo mi atención. -¿A dónde? -A responder una de tus muchas preguntas sobre mi territorio. – Dijo mirando hacia otro lado. – Pero si estás muy cansada… -Quiero ir. – Dije ya totalmente despierta. La curiosidad era uno de mis muchos atributos a pesar de q
Erika. Algo había cambiado en el lobo. No podría decir exactamente qué había sucedido, pero hace una semana, por la mañana cuando vino a patrullar la zona de las celdas, lo noté pensativo. Quizá hasta un poco descuidado en su caminar cuando desde que lo conocí no lo había visto caminar de otra forma que no fuera seguro de sí mismo. Quizá el peso de sus crímenes por fin lo había alcanzado. No me refería al hecho de que supiera que estoy aquí en contra de mi m*****a voluntad y él no hiciera una m****a por liberarme, sino por el hecho de que estaba ayudando a los monstruos a tenerme secuestrada y se divertía a lo grande haciéndome pasar por situaciones humillantes. También hacía de la vista gorda a todo lo que pasaba con el resto de las chicas en este maldito lugar. La academia de policías no te preparaba para esto. En ninguna parte de mi extenso entrenamiento me dijeron qué hacer en caso de encontrarme con una criatura de fantasía. De hecho, yo misma pensé que estaba loca la prime
-Es hora de un baño, humana. – Dijo mi carcelero cuando terminó de usarme para su placer. – Hoy me siento especialmente generoso, ¿Qué te parece si traigo la bañera? Agua caliente. Incluso puedo conseguirte un poco de jabón esta vez.Yo asentí.Se fue y yo cerré los ojos. Le había pedido que me diera un abrigo debido a que había dejado de sentir los dedos de los pies. Él solo me pidió lo de costumbre, así que agradecía el baño “gratis”.O quizá fue un pensamiento demasiado estúpido el creer que sería gratis.Él regreso con dos guardias más y algunas sonrisas perversas. Yo grité.Entonces comenzaron a decir mi nombre y abrí mis ojos en la oscuridad. Mi corazón latía agitado en mi pecho mientras un horrible sonido inundaba la habitación.Me tardé un par de segundos en darme cuenta de que el sonido lo estaba haciendo yo.-Tranquila. Todo está bien. – Dijo una voz masculina en mi oído y yo me tensé.-No… por favor…-Vanesa, ya estás despierta. Todo está bien, no hay peligro. Soy Alan.¿Ala
Alan. La doctora me había dicho hace un par de días que necesitaba ir a un hospital humano a realizarse algunas pruebas ya que no teníamos la tecnología en el territorio. Había regresado más feliz que cuando se fue, así que supuse que todo había salido bien. La vi llegar en mi última vuelta por el territorio antes de ir y cazar el desayuno. -He regresado, Alfa. – Dijo bajando del autobús. – Jodido tráfico, odio las ciudades humanas. -Me alegra que hayas regresado a salvo. - Dije con mi mejor voz suave. Soy un macho, por el jodido amor de La Gran Madre, no es como si mi voz fuera menos que un gruñido en el mejor de los casos. -Gracias. Ahora, si me disculpa, me iré a dormir un rato. La detuve cuando pasó por mi lado porque había tenido algo en mi cabeza durante las últimas horas. -Una pregunta antes de que te vayas. – Dije de nuevo lo más suave posible. - ¿Qué debo hacer para evitar que se acerquen los insectos a una persona? Ella parpadeó. -¿A qué se refiere? Yo reuní toda l
-¡Calla!- Chillé alarmada y mirando de reojo al Alfa Alan.Seguía dormido, por suerte.Rose se echó a reír.-Oh, ¡Vamos! El tipo se ve mucho mejor que la última vez que lo vi. Y, no me mal entiendas, no es que realmente quiera saber el tamaño aproximado, pero de seguro el tipo debe de tener algo muy bueno entre las piernas como para que te fijes en él.Yo me puse como un jodido tomate.-¿De qué hablas? Yo nunca…Ella solo me arqueó una ceja. Yo suspiré y bajé la voz.-Es inevitable ver al Alfa cuando al tipo le gusta estar desnudo en todas partes. – Susurré mirando de nuevo hacia el Alfa. -Eso no quiere decir que me “fije” en él.-Ah, perdón. Ha de ser una tarea titánica el apartar la vista o cerrar los ojos. – Dijo ella dramáticamente. – Te entiendo, lo mismo me pasa con el pequeño Basti. Él se levanta a saludarme y yo soy un poco débil entonces…-¡Por favor, no termines tu oración!- Dije escandalizada. – NO quiero saber.-Bueno, yo si quiero saber.Yo gemí. Hora de un cambio de tema.
-¿Qué te sucede, Vanesa? - Dijo Rose en voz baja.La doctora Paula, Rose y yo habíamos subido de nuevo al autobús ante la mirada de desaprobación de la manada. Inclusive los cachorros me daban malas miradas.-No lo sé. -Dije susurrando bajito. - Al parecer no puedo controlarme. Sobre todo cuando estoy en presencia del Alfa.-Pues tendrás que hacerlo. - Dijo frunciendo el ceño. - No quiero tener que interponerme en el camino de la venganza que escogerá mi pareja cuando al Alfa se le acabe la paciencia contigo. Es un buen lobo y creo que tiene bastante tolerancia, pero debe de tener un límite.Yo la miré con incredulidad y me acerqué para hablar aún más bajo.- Antes de que vinieras a la mada estabas convencida de que el Alfa era la reencarnación del mal.-Eso es agua pasada. - Dijo desdeñosamente. - Enfócate, actualmente estamos discutiendo sobre tus impulsos suicidas. Cerré los ojos. Ciertamente entendía que así podría verlo todo el mundo.-Yo también le he gritado y faltado al respet
Escuchaba vagamente al Alfa dar indicaciones a todos los lobos adultos sobre una barricada. Yo, francamente, tenía miedo de incluso parpadear. Siguiendo fielmente las instrucciones de la doctora Paula, yo no dejé de pisar el acelerador y me concentré en mantener el volante firme. Temblores aparte, creo que estaba haciendo un magnífico trabajo en mis primeros tres minutos al volante. Nadie había muerto. -¿Sabe disparar, Alfa Rose? – Dijo el Alfa por encima del ruido de los chillidos de los cachorros y los disparos. -Mi habilidad con las armas se limita a la distancia corta. Sé lanzar piedras. – Dijo Rose después de unas palmaditas en mi hombro. -Entonces, solo ayúdenos a quitar asientos, por favor. – Dijo el Alfa Alan. – Harold, Tom, quiero que hagan una segunda barricada por aquí y que cuiden de los cachorros en ese segundo muro. -No hay suficientes asientos. – Escuché decir a Harold. -Entonces improvisen. Necesito a los cachorros seguros. Yo necesitaba ir al baño, pero suponía
A la mañana siguiente, yo me encontraba bastante cómoda y calientita. Me acurruqué aun más profundo en ese lindo aroma a pino y suspiré feliz… solo para recordar que mi casa temporal olía a polvo y que mi almohada no era tan peluda. Abrí los ojos y me encontré estrujando el pecho del Alfa en su forma de lobo. Chillé y lo solté inmediatamente. -Lo lamento, Alfa. – Dije abochornada. – No sé por qué sigo haciéndolo. Él levantó levemente la cabeza y bufó antes de volver a cerrar los ojos. -Uh… bien. Iré a darme un baño. El tipo no se movió. Bueno, eso era extraño. El Alfa no dormía mucho y tampoco se quedaba mortalmente quieto por las mañanas. -¿Se encuentra bien?- Pregunté suavemente. Sin respuesta. Entonces dejé de ver su pecho subir y bajar. M****a. ¿Y si le había perforado un pulmón o algo al abrazarlo con fuerza? En pánico, puse mi oreja contra su pecho pero no sentí o escuché nada. Miré su cara y puse un dedo tembloroso debajo de su nariz. Nada. Hablando de limar aspereza