Dante Edwards.—Esta reunión se ha extendido mucho —Ariel empieza a recoger los papeles y dejar ordenado su portafolios. —Pero creo que este será un gran año.—Eso dices siempre después de cada junta, Ariel —respondo llevando mi taza de café a la boca.—Y siempre tengo razón —ríe y niega al mismo tiempo. —Esas dos mujeres parecen máquinas de hacer negocios. Escuché que quieren otra tienda y si se lleva a cabo, tendremos mucho más trabajo de lo imaginado.—¿Otra más? —sonrío porque creo capaz a Lissy.—¿De dónde sacan tanta energía y ganas? Siempre tienen algo nuevo en mente. —se sienta pensativo acomodando sus lentes. —Si no están en esto, están en lo otro. Mientras nosotros apenas nos ponemos al día con la parte administrativa, ya ellas estás ideando otras cosas.—Eso mismo quiero saber yo —replico con un suspiro. —Admiro a Lissy. A pesar de cargar esa enorme barriga, siempre tiene tiempo para todo, sin mencionar que es una madre excelente y una esposa amorosa. No pude haber elegido
Elizabeth Collins.«Esto es el colmo» pienso mientras intento colocarme el vestido que apenas hace una semana había comprado únicamente para esta entrevista.—¡No puede ser que haya subido! —pataleo de la impotencia. —¿En qué momento comí tanto?Me siento frustrada a un nivel inasequible. Esta es mi única opción, no tengo nada apropiado para ir a esa entrevista y me temo que si no me visto decentemente perderé la única oportunidad que tengo de acceder al puesto de diseñadora en Edwards Desing & Fashion.—¡Por dios, Elizabeth! ¿Cuándo vas a aprender a cerrar la boca? —la voz de mi prima desde la puerta me sobresalta. —Nuevamente subiste, ¿No? Si sigues así tendrás que diseñar ropa especial talla híper plus para ti misma.Sus carcajadas de burla no hacen
Elizabeth Collins. —¡Elizabeth Collins! —una señora de mediana edad llama en voz alta desde el lado opuesto del salón. Me sobresalto un poco, estoy tan ensimismada ensayando mentalmente las respuestas que debo dar allí adentro que cuando escucho mi nombre mi corazón literalmente salta y se queda atorado en mi garganta. —Soy yo, Señora —me apresuro a levantarme y alisar mi vestido. —Yo soy Elizabeth Collins. —Usted es la siguiente entrevistada, ya la están esperando —me señala con la mano el pasillo detrás de ella y la sigo. Parece bastante amable o por lo menos no me mira con indiferencia como las demás que trabajan aquí. Mi corazón retumba fuerte cuando nos acercamos a una puerta doble de vidrio color ahumado donde se dicta con letras grandes: Departamento General de diseño. Es la primera entrevista laboral de toda mi vida y la ansiedad me mata; siempre he trabajado con mi abuela en el mercado
Elizabeth Collins.«Le llamaremos si es seleccionada para el puesto» la frase y la sonrisa fingida de la encargada rebotan en mi cabeza de manera dolorosa. Es obvio que lo dijo solamente por cumplir con el protocolo y muy seguramente para no hacerme sentir peor de lo que ya estaba.En la entrevista ni siquiera se dignó a preguntarme cosas esenciales sobre diseño o mis referencias personales o laborales, lo cual hubiese sido lo correcto, al contrario, ignoraba mis respuestas la mayor parte del tiempo y en varias ocasiones sus comentarios acerca de mi aspecto sonaron toscos y denigrantes.Cuando vi que puso mi currículo en un conjunto separado de otras 3 que estaban hacia su derecha, me di cuenta que ya tenían pre seleccionadas para el puesto.Llego a mi habitación hecha un mar de sueños rotos, lanzo en la esquina mis zapatos mojados por el raudal y me tiro de espaldas en la cama con la
Elizabeth Collins.Mi celular vuelve a sonar un par de veces más, pero como está dentro de mi bolso tardo en encontrarlo entre los miles de cosas que cargo conmigo siempre.—Hola —contesto cuando por fin logro tomar la llamada.—Hola, amor, ¿Cómo te fue en la entrevista? —la voz agitada de Víctor se oye desde el otro lado. —Disculpa que no haya llamado antes, es que estaba muy ocupado, apenas ahora puedo hacerlo.—Creo que me fue bien —miento. —Había muchas candidatas, pero no te preocupes, sé que siempre estas ocupado.Se oye un suspiro pesado del otro lado y un ruido raro y estridente que parece ser de un avión despegando.«De seguro está yendo para alguna reunión» pienso con tristeza. Ya no resulta nada sorprendente para mí; toda nuestra relación de algunos años para ac&aac
Dante Edwards.—¡¿Qué significa esto, Dante?! —Luisa entra gritando a mi oficina como siempre. Corto la llamada en la que estoy y me concentro en saber el motivo de su histeria. —¿Cómo es eso que pediste a Eva a revisar personalmente los currículos? ¿Desde cuándo te metes en mi trabajo?Tira varias carpetas en mi escritorio provocando que uno de mis lapiceros caiga al suelo junto con estas creando un gran estruendo que llama la atención de Ariel, mi asistente.Con mis manos unidas encima de mi escritorio observo su berrinche sin decir nada. Hablar con ella como personas adultas resulta ser más difícil que hablar con una roca y esperar que ésta te conteste.—¡Ya no soporto esto! —sus gritos son tan estridentes que estoy seguro que se escuchan hasta el primer piso. —¿No puedes dejarme al menos una vez hacer lo
Elizabeth Collins.—¿Lissy? —escucho a mis espaldas y un escalofrío me recorre la espina dorsal al reconocer la voz de Dante. La caja de fresas que tengo en la mano se me cae y se esparcen por todo el local dejando a sus pasos un desastre de manchas rojas y frutas aplastadas.«¿Cómo me encontró?» pienso con un nudo en el estómago. No creo que sea una simple casualidad, este es el puesto más alejado de la cuidad y no tendría por qué estar por aquí como comprador.—¿Estas bien? ¿Te hiciste daño? —se acerca a mí y pregunta, examinando mis manos por si tengo alguna herida.Me obligo a mí misma a reaccionar de mi letargo. Me zafo de su agarre por puro instinto y doy pasos a mi costado determinada a demostrar mi disgusto por su presencia.—¿Qué haces aquí? —pregunto
Elizabeth Collins.El día estuvo de mierda.Digo “estuvo” porque son pasadas las 1am y me falta mucho para llegar a casa, especialmente porque el último autobús pasó justo antes de mi salida y tengo que caminar por más de 20 calles para llegar.—¿Qué podría ser peor hoy? —resoplo, frustrada. Caminar no se me da mucho y menos tan cansada y deprimida como estoy de un día tan desgastante y agotador.Las calles están oscuras y silenciosas, como es de esperarse a esta hora de la madrugada, y lo peor de todo es que hay amenaza de lluvia. ¡Vaya vida de mierda la mía!Trato de enfocarme en lo positivo y es que esta caminata me hace realmente falta, pero aun así estar solita a esta hora no es nada agradable.Luego de aproximadamente 30 minutos, largos y sombríos, por fin llego hasta el portón de la