Gabriela se había tomado dos días tranquilos en la mansión de la colina. Al tercer día, organizó con Cristóbal una visita a la familia Zambrano para presentarse formalmente ante Santiago.—Ya preparé los obsequios, cosas que le gustarán a los mayores. Esta noche será una cena en familia, así que no tienes por qué ponerte nerviosa —le dijo Cristóbal, paseándose de un lado a otro en la sala mientras Gabriela, sentada con las piernas cruzadas en el sofá, leía un libro.Ella cerró el libro y sonrió:—Cristóbal, me da la impresión de que el nervioso eres tú.—¿Yo? —respondió él, señalándose.—Solo un poquito —contestó Gabriela, juntando sus dedos para mostrar qué tan poco era.Cristóbal se sonrojó.—Tal vez porque… es la primera vez que llevo a casa a una chica.Gabriela se quedó atónita, encendida por la curiosidad:—¿Nunca has presentado a una novia antes?Él se quedó en blanco un par de segundos, justo cuando sonó el timbre de la puerta. Se apresuró con un «¡voy, voy!» y salió casi a tro
—Lo entiendo —dijo Gabriela con una seriedad que reflejaba su preocupación. Al ver la expresión de Rosalina, confirmó que los rumores sobre las disputas entre los Zambrano eran probablemente una versión suave de la realidad.Pensó en la actitud bondadosa y un poco ingenua de Cristóbal…—Quizá no sea tan grave —prosiguió Rosalina en un tono más suave—. Los demás casi no se llevan con él; es probable que ni siquiera tengas oportunidad de cruzarte con ellos. —Tras una breve pausa, le tomó la mano a Gabriela—. Cris, al fin, está cumpliendo uno de sus anhelos, y eso me alegra muchísimo. Pero sé que tú no lo amas.Gabriela bajó la mirada, intentando disimular su incomodidad.—Él siempre ha sido lento para entender las cosas del corazón. Es la primera vez que lo veo tan ilusionado con una chica. Sé que el amor verdadero es algo raro, pero te pido, por favor, que lo trates bien, ¿sí?—De acuerdo —aceptó Gabriela, sintiendo un leve nudo en la garganta.—Ahora que ambos estarán en Leeds, podríam
—Claro que sí —respondió Gabriela sin dudar—. Pero antes necesito actualizarte sobre la muerte de mis padres.—¿No fue un accidente? —Rosalina abrió los ojos con asombro.Gabriela recordó los videos que Sr. Z grabó cuando secuestró a Ivana. Parecía que Cristóbal le había ocultado muchos detalles a Rosalina. La imagen que ella tenía de él no era del todo real.—No. Mis padres fueron asesinados por un sicario —contestó Gabriela, pronunciando cada palabra con firmeza.—¡Ya llegó el jugo! —anunció Cristóbal en ese momento, saliendo de la cocina con dos vasos de jugo recién exprimido.Rosalina se acercó a Gabriela y, bajando la voz, le dijo:—Busquemos un momento para hablar con calma. —Al mismo tiempo, le dio un apretón de manos, transmitiéndole un gesto de apoyo inquebrantable.Gabriela le sonrió con dulzura.—¿De dónde salió esa pulsera? —preguntó Cristóbal, dejando los vasos sobre la mesa. Había notado enseguida la nueva joya que Gabriela lucía.—Se la regalé yo —intervino Rosalina, des
Tres años después de su matrimonio, Gabriela García se encontraba en la sala de obstetricia del hospital cuando, inesperadamente, vio a Álvaro Saavedra, su esposo, a quien no había visto en tres meses. Él no estaba solo. A su lado, iba su amante.La mujer, delicada y encantadora, tenía un rostro que podría haber sido el reflejo distorsionado de Gabriela, como si alguien hubiese mezclado sus rasgos en un 50 o 60 por ciento. Era Noelia García, la impostora que durante dieciséis años había vivido la vida de Gabriela.Medio año antes, Gabriela había comenzado a sospechar que Álvaro tenía a otra mujer, pero jamás habría imaginado que esa mujer sería Noelia. Aunque, en el fondo, tal vez no era tan sorprendente. Después de todo, en los círculos de la alta sociedad, todos sabían que el amor de Álvaro siempre había sido su amiga de la infancia: Noelia. Y ella, Gabriela, había sido el ángel caído que irrumpió para destruir aquella pareja perfecta.El corazón de Gabriela, que había soportado tant
Teatro Principal de la Ciudad Midred.Un hombre alto, envuelto en la frialdad del invierno, permanecía inmóvil en la penumbra, su mirada indescifrable clavada en el escenario. Allí, una deslumbrante y única Cisne Negro capturaba cada alma presente.El Cisne Negro era ágil, seductora, una sombra viviente de misterio. Cada movimiento suyo irradiaba una magia que hechizaba a quienes la observaban, despertando en ellos un deseo casi primitivo de poseerla, de consumir hasta el último destello de su ser.Cuando la presentación llegó a su punto final, el hombre apartó la vista, su rostro sombrío como una noche sin luna. Con pasos largos y decididos, se encaminó hacia el backstage, dejando atrás el resplandor del escenario.***Al concluir la función, Gabriela sintió un dolor sordo en la cintura, como una advertencia silenciosa de su cuerpo. Pero se mantuvo firme, dominando el dolor con la misma disciplina que había forjado en años de entrenamiento. Con una despedida perfecta, realizó su rever
Álvaro soltó una risa sarcástica, asintiendo con un «de acuerdo» antes de dirigirse hacia la puerta.Era un hombre alto, de hombros anchos y cintura estrecha. Gabriela lo observó mientras se alejaba, pero en su mente, la figura que veía era la del joven alto y delgado que apenas recordaba. El dolor que había permanecido adormecido comenzó a aflorar, agudo y punzante.De repente, Álvaro se detuvo en la puerta y giró la cabeza hacia ella.—Gabriela —dijo con un tono frío—. Ya no estoy bajo el control de mi abuelo Octavio, así que no tendrás una segunda oportunidad. Tú pediste este divorcio, así que si te arrepientes después, no vayas a molestar a Noelia. Ya has causado suficiente daño.Álvaro siempre había sido consciente del amor intenso de Gabriela por él. En su vida, tan desprovista de todo, no había más que danza… y él. Estaba convencido de que las acciones de Gabriela en este momento no eran más que una reacción impulsiva provocada por la aparición de Noelia. Una vez que se calmara,
Colomba, que la había criado como su propia hija, captó de inmediato lo que pasaba.La familia García había venido a buscar a Gabriela seis meses después de la muerte de Emiliano Martínez. Aunque le dolía desprenderse de ella, ver cómo Gabriela no podía aceptar la muerte de Emiliano, cómo no comía ni dormía, y la desesperación con la que lo buscaba por todas partes, hizo que Colomba temiera que ella no sobreviviría si seguía así.Todos decían que, de continuar así, Gabriela no resistiría mucho más tiempo. Colomba pensó que, tal vez, un nuevo ambiente y una nueva familia la ayudarían a superar ese dolor.Por eso aceptó el dinero de la familia García y la envió a Midred.Poco después, Colomba escuchó rumores sobre un compromiso matrimonial. Sabía que Gabriela amaba profundamente a Emiliano, y que en tan poco tiempo sería incapaz de aceptar a otra persona. Temiendo que alguien forzara a su niña a casarse por interés, se apresuró a ir a Midred.Allí fue donde vio a Álvaro Saavedra, que aca
—Segurísima. Está desesperada por congraciarse con los dos ancianos que tienen el control en la familia Rojo. ¡No se perdería esa cena por nada! —contestó con sarcasmo la mujer al otro lado de la línea.Octavio Rojo, el abuelo materno de Álvaro, provenía de una familia rica desde hacía varias generaciones. Cuando ocurrió la lucha interna en la familia Saavedra, el padre de Álvaro, Eliseo, murió en un accidente, y Álvaro tuvo que regresar apresuradamente del extranjero, casi siendo expulsado del consorcio por sus propios tíos.En ese momento, incluso sin el asunto de la impostora, Noelia nunca habría cumplido con el compromiso de casarse con un hombre caído en desgracia como Álvaro. Pero, contra todo pronóstico, Álvaro consiguió el apoyo de su abuelo Octavio a través de su matrimonio con Gabriela, alguien con quien apenas tenía relación. Gracias a eso, pronto recuperó su posición.Mientras tanto, el idiota que Noelia había elegido, Lucio… No solo derrochó toda su fortuna, sino que casi