Capítulo 218
Kian, con cara de sufrimiento, negó:

—El señor no ha probado ni un sorbo de agua. Lleva todo el tiempo cuidándola sin separarse.

Carmen miró hacia la habitación:

—Sin comer no puede seguir así. Iré a comprar algo.

—Doña, yo puedo ir —dijo Laura, que acababa de regresar de sus asuntos y alcanzó a oír lo último.

—Ustedes también están agotados de tanto correr de un lado a otro. Descansen —Carmen movió la mano, descartando la oferta, y se fue llevando a Oliver con ella sin aceptar réplica.

—Esto sí que es raro —Kian susurró a Laura—. Antes doña Carmen jamás habría mostrado compasión por los de Grupo Saavedra. Ahora hasta se preocupa de que descansemos… ¿Será que la vejez ablanda el corazón? ¿Me pasará lo mismo a mí cuando envejezca?

Laura no dijo nada. Observó las espaldas de la pareja Rojo alejándose por el pasillo, entrecerrando ligeramente sus ojos almendrados. Una chispa de suspicacia brilló en ellos.

Conociendo a la pareja Rojo, ni de viejos se ablandaban, y mucho menos con «esbirros
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