Capítulo 213
Pero ella estaba agotada, deseando solo cerrar los ojos y dormir.

Sus párpados se volvían cada vez más pesados. Estaba a punto de ceder a ese cansancio, cuando escuchó una vocecita suave y tierna:

—¿Tú eres mi mamá?

Desconcertada, Gabriela abrió los ojos.

Frente a ella había un pequeño ser, un niñito con mejillas regordetas y una carita adorable, que la miraba con cierto enfado, cruzando sus bracitos regordetes.

Gabriela recordó de pronto: estaba embarazada.

Casi sin pensar, respondió con voz suave:

—Sí, yo soy tu mamá.

El pequeño frunció el ceño, con un puchero en los labios:

—Si eres mi mamá, ¿por qué estás tirada aquí? ¿Por qué no vienes a abrazar a tu bebé?

Aunque se sentía agotada, al escuchar esas palabras Gabriela se incorporó. Con una sonrisa cariñosa, se acercó y se puso en cuclillas para abrazar a su bebé imaginario:

—Mi amor, no puedes ser como tu papá, siempre enojado.

Sintió cómo el niño la rodeaba con sus brazos gorditos, apoyando la cabeza en su hombro:

—De acuerdo, el b
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