—Álvaro, ella no se va a arrepentir —dijo Octavio lentamente.Álvaro se quedó paralizado por un momento, dudando antes de preguntar:—¿No volvió para pedirles ayuda para detener el divorcio?—Solo vino a notificarnos que ya se divorció de ti, y nos dijo que no nos volverá a ver jamás —respondió Octavio, sin volver a mirar a Álvaro, moviendo la mano con cansancio—. Después de tantos años de que la trataras mal, ya se ha dado por vencida… En fin, felicidades, conseguiste lo que querías. De ahora en adelante, podrás casarte con quien quieras, tu abuela y yo no intervendremos más.La gente siempre decía que los Rojo odiaban a los Saavedra por la muerte de su hija, incluyendo a su nieto Álvaro. Pero, al final, Álvaro seguía siendo sangre de su sangre. Ellos habían amado tanto a su hija, ¿cómo iban a odiar a Álvaro?Sin embargo, Octavio decidió no mencionar a Emiliano. Hablar de un «reemplazo» no era algo de lo que nadie pudiera sentirse orgulloso. Y Álvaro, siendo tan orgulloso como era, no
Después del altercado con la familia Rojo, Gabriela no hizo nada por ocultarse. Incluso aquellos que no entendían el lenguaje de señas podían percibir por la atmósfera que había tenido una fuerte discusión con los ancianos, lo que había terminado con Carmen en el hospital.El rumor se extendió rápidamente.La tía Paloma, siempre adornada de joyas, no pudo contener su felicidad y se echó a reír, aplaudiendo de la emoción. Sin perder tiempo, fue directamente a contárselo a Noelia.Noelia estaba eufórica. Gabriela solo tenía a los dos viejos de la familia Rojo como respaldo, y ahora había conseguido que uno terminara en el hospital. ¡Era como cavar su propia tumba!—La suerte me sonríe —dijo Noelia, sin poder contener su risa—. En cuanto volví, Gabriela empezó a actuar como si estuviera poseída. ¡Firmó el divorcio y encima se peleó con esa vieja bruja! ¿Cómo no la hizo morir de un coraje? ¡Eso hubiera sido perfecto!La sonrisa de Noelia se ensanchaba con cada palabra. Carmen nunca la habí
Mañana, la compañía de baile partiría hacia una nueva gira internacional que duraría tres meses. Todos se despidieron de Gabriela con tristeza.—¡Gabriela, cuando regrese te traeré un regalo!—¡Yo también te compraré algo! Gabriela, ¿qué te gustaría? —le decían, todos hablando al mismo tiempo.Gabriela les sonrió con dulzura y escribió rápidamente en su teléfono: [Me gustaría que les vaya muy bien en la gira y que regresen a salvo.]Todos rieron y la conversación se volvió a animar. Al final, Gabriela los fue despidiendo uno por uno mientras subían a los coches. Marcela había bebido, así que Gabriela llamó a un conductor para que la llevara.—¡Gabriela, súbete al coche, primero te llevamos a ti! —dijo Marcela, claramente ebria.Gabriela negó con la mano, indicando que no estaba en camino. Aún así, Marcela le metió una tarjeta de presentación en la mano:—Esta es de una amiga mía, ya hablé con ella.Gabriela ya le había dicho a Marcela en el restaurante que planeaba dejar Midred, y pens
Al salir del hospital, Álvaro estaba furioso. No entendía bien por qué, pero no podía contener la ira, y sentía una necesidad urgente de ver a Gabriela.No le resultaba difícil averiguar dónde estaba Gabriela. Pronto supo que estaba cenando con sus compañeros de la compañía de baile en un famoso restaurante jardín.Justo en ese momento, Noelia lo llamó diciendo que se sentía mejor y quería verlo. Como por impulso, Álvaro hizo una reservación en el mismo restaurante y recogió a Noelia para cenar.La mesa de la compañía de danza estaba cerca del escenario, una larga mesa muy visible. Desde el lugar de Álvaro, podía ver todo lo que sucedía al otro lado, mientras que Gabriela no tenía idea de que él estaba ahí.Durante toda la noche, Álvaro vio a una Gabriela completamente diferente de la que él conocía. Siempre había sido sonriente y gentil con él, pero con esos compañeros, reía a carcajadas.Todos esos jóvenes no se despegaban de su lado, especialmente el chico que la había invitado a ba
—¿Te vas a ir de Midred? —preguntó de repente Álvaro.Lo había escuchado hace un momento en el coche, cuando la agente de Gabriela lo mencionó.Gabriela no respondió, simplemente levantó ambas manos y le mostró dos dedos medios, los que antes no había podido levantar.Ser muda tenía sus ventajas. Se ahorraba muchas explicaciones innecesarias, y cuando se trataba de insultar, todo era directo y claro.Afortunadamente, mañana iría a su «retiro en la clínica», y antes de que terminara el período de reflexión del divorcio, no tendría que volver a ver a Álvaro.—¿Estás bien, Alvi? —preguntó Noelia mientras corría hacia él, preocupada por la marca de la bofetada que aún se veía en su rostro—. Fue ella la que actuó mal, ¿cómo puede tratarte así? Después de tantos años, Gabriela no ha cambiado ni un poco.Álvaro esquivó sus dedos cuando intentó tocarle la cara.—Te llevaré de vuelta.—¡Alvi! —exclamó Noelia, dejando su mano suspendida en el aire, observando cómo Álvaro se dirigía al coche con
El coche avanzaba por la carretera con una música suave de fondo y un agradable aroma flotaba en el aire.—No hay transporte público cerca del centro de tratamiento. Si necesitas salir y estoy por allí, dime y te llevo. Si no estoy… —Cristóbal echó una rápida mirada a Gabriela—. ¿Tienes licencia de conducir?Gabriela negó con la cabeza. Cristóbal era ahora su médico, y ella pensó que sería bueno compartir algunas de sus ansiedades:“Cuando tenía dieciocho años intenté aprender, pero no sé por qué me aterroriza sentarme al volante. No pude superarlo y dejé de intentarlo.”Su prometido, Emiliano, era todo lo contrario. Había aprobado todos sus exámenes de conducir con la máxima calificación, y siempre le decía que no necesitaba una licencia, que él siempre estaría a su lado y la llevaría a donde quisiera.Cristóbal asintió con comprensión y luego sonrió:—Entonces parece que seré tu chofer exclusivo.Gabriela sonrió y escribió en su teléfono: [Te invitaré a comer.]Después de un trayecto
«Bah, una historia repetida. La típica historia de una pareja hermosa donde la fea hermana de Noelia metió su cuchara, se ganó el favor de los ancianos de la familia Saavedra, y al final los obligaron a casarse con amenazas de muerte. ¡La otra tuvo que irse al extranjero!»«¡Llamarla la amante es hacerle un favor! ¡Álvaro nunca la soportó! Dicen que en los tres años de matrimonio ni siquiera la tocó. Me daría vergüenza ser los padres de alguien así.»«¿Qué ganas con algo que nunca fue tuyo? El señor Álvaro Saavedra acaba de recuperar el control de su familia, ¡y lo primero que hizo fue deshacerse de ella para traer de vuelta a su verdadero amor, Noelia!»En los comentarios más populares, mientras unos se dedicaban a adorar la historia de «príncipe» y «princesa» de Álvaro y Noelia, otros no paraban de criticar a la «hermana malvada», Gabriela.Alguien incluso compartió fotos de Gabriela, retocadas para hacerla parecer aún peor.Al comparar esa imagen con una foto de Noelia, que estaba a
El salón quedó en silencio total. Todos intercambiaban miradas, sin atreverse a decir nada mientras observaban a Álvaro con miedo. El hombre que había propuesto el brindis estaba pálido, sin entender por qué Álvaro se había enfurecido tanto, temiendo haber provocado su ira.—¡A la mierda el brindis! —soltó Álvaro, visiblemente molesto.El salón permanecía en completo silencio. Nadie se atrevió a murmurar hasta que Álvaro, con el ceño fruncido y expresión sombría, salió del lugar.Una vez se fue, empezaron los susurros.—¿Será que el señor Saavedra se molestó porque hablamos mal de la muda?—No lo creo. Todos sabemos que Álvaro la detesta. Si no fuera así, en tres años de matrimonio jamás la habría mantenido fuera de nuestro círculo.—Exacto. ¿Qué iba a defender a esa muda?—Si de verdad le importara, no se habría divorciado.Noelia escuchaba los comentarios, mientras apretaba los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en la piel de sus manos.Los demás podían dudar, pero ella