Capítulo 149
Cintia se encogió como un polluelo asustado.

—Hazla reír, asegúrate de que coma bien sus tres comidas diarias —continuó Álvaro, ignorando la reacción de su hermana—. La casita que querías, te la voy a poner a tu nombre.

Por un momento, Cintia pareció emocionada, pero el entusiasmo se desvaneció rápidamente.

Justo cuando estaba a punto de entrar, asomó la cabeza por la ventana del auto y lanzó una última pregunta:

—¿Es solo que la tienes encerrada o…? No le has puesto una mano encima, ¿verdad?

Álvaro puso los ojos en blanco, completamente exasperado.

Sin esperar respuesta, Cintia salió disparada en su silla de ruedas, alejándose lo más rápido posible.

Álvaro se frotó las sienes, sintiendo la presión acumulada.

Sus abuelos, su hermana… parecía que todos en su familia asumían automáticamente que él era capaz de hacerle daño a Gabriela.

Gabriela, medio dormida, escuchó el sonido del sistema de seguridad.

De inmediato se despertó, pensando que las alarmas habían sido desactivadas.

Se puso l
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