Capítulo 12
La nieve acumulada a los lados de la carretera comenzaba a derretirse bajo el cálido sol de la mañana. Cuando Gabriela llegó al edificio donde se encontraba la consulta del psicólogo, aún faltaban veinte minutos para su cita. Decidió entrar en una cafetería cercana, elegante y acogedora. Pidió un espresso para llevar y se acomodó en un rincón.

Sacó el sobre con los documentos que Álvaro le había dado y los revisó brevemente. Sabía que él le ofrecería una compensación por haberle salvado la vida, pero no esperaba tanta generosidad. La distribución de los bienes superaba con creces lo estipulado en el acuerdo original: propiedades, fondos, acciones de la empresa, dinero en efectivo, y una pensión mensual de varios millones de dólares aseguraban a Gabriela una libertad financiera absoluta.

«Vaya, parece que la vida de Álvaro tiene un precio muy alto», pensó con ironía.

—¡Cliente 202, su espresso está listo! —la voz del barista la sacó de sus pensamientos.

Guardó la lista de bienes en el s
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