Capítulo 11
Cintia sabía que Gabriela no podía hablar, pero, por alguna razón perversa, disfrutaba llamarla de todos modos. Al principio, cuando su querido hermano Álvaro se vio obligado a dejar a su amada Noelia para casarse con esta mujer muda, Cintia solía desahogarse insultándola sin piedad. Con el tiempo, dejó de hacerlo directamente, pero las llamadas continuaron. A veces se dedicaba a maldecir a la familia Saavedra por sus intrigas o a despotricar contra las jóvenes de la alta sociedad por su falsedad. Así, Gabriela terminó enterándose de todos los chismes de las élites de diferentes ciudades.

Últimamente, debido a sus compromisos con el ballet, Gabriela había estado demasiado ocupada, y Cintia había dejado de llamar tan seguido. Pero sabía que hoy, después de tanto tiempo, Cintia vendría a descargar su rabia. Movida por la curiosidad, Gabriela decidió contestar.

—¡Gabriela, dime que no es cierto que mi hermano te dejó! ¡Hace un rato, dos viejos de la familia Rojo decían que Álvaro se va a
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