Me siento afuera en la escalinata del edificio contiguo al hotel, cansada, las piernas no me dan más. Llevo dos trozos de salmón en una caja de cartón para Emily y para mí, siempre nos vamos comiendo en el taxi camino a casa.
— ¿Esperas un taxi? — escucho su voz ronca con su acento español marcado acercándose de a poco a mí.— Sí, chef — le contesto de manera automática.— ¿Puedo llevarte? — alza en su mano un casco de motocicleta.Me volteo a mirarlo con ganas de plantarle un solo grito. Después de la noche anterior cómo viene a hablarme como si fuéramos los mejores amigos.— No, chef. Gracias — giro mi mirada en busca de Emily. ¿Por qué tarda tanto esa mujer?— ¿Hay algo que te moleste, Olivia? — dice de la manera más tranquila y natural, como si todo se le hubiese olvidado ya. Se baja de su motocicleta para acercarse más a mí.— No, chef — prefiero mentirle, que llegue el maldito taxi ya y que Emily salga de una buena vez. ¿¡Por qué tarda tanto!?— Ya terminamos el servicio, no tienes que seguir diciéndome chef — pone cara de que realmente no sabe porque estoy molesta — Fuera puedes decirme Alejandro — dice con su rostro inescrutable.Vuelvo a mirar la entrada del hotel en busca de Emily.Él también voltea mirar conmigo la entrada, luego mira la bolsa con la caja que llevo en la mano.
— Creo que estoy interrumpiendo — dice un poco irritado — Adiós, Olivia — se pone el casco y rápidamente se sube en su motocicleta. No tarda en desaparecer de mi vista.— Adiós, Alejandro — susurro su nombre y se siente extraño.Minutos después sale Emily extrañamente seria, y es raro, ella siempre anda sonriendo, hasta en los peores momentos — ¿Sucedió algo? — le pregunto apenas se acerca.— No — me da una sonrisa falsa, la conozco muy bien, eso no me tranquiliza, pero lo dejo pasar, han sido días difíciles para todos. Llamamos al taxi, ambas sumergidas en nuestro propio mundo. Hablamos muy poco de camino a casa.— ¡Mm!... Alejandro es un idiota — suelta después de saborear el primer trozo de salmón. La miro un poco extrañada, cómo sabía que estaba pensando en él.— Esta salsa esta buenísima — se echa a la boca otro trozo empapado de la salsa de frutos.Respiro con más tranquilidad — Me ha quedado buena, ¿verdad? — le sonrío de la manera más sincera.
— ¡Colosal! — exagera Emily — Es que sinceramente sigo indignada porque no te dieron el puesto de Pier y se lo dieron a ese imbécil — dice de nuevo con rabia.— También quería el puesto — le digo con sinceridad y tristeza, después de llevar años trabajando en el mismo lugar, manteniendo esa cocina, pensé que iba a ser la primera opción en remplazo del chef Pier. Y en cambio han mandado a Alejandro con todo y su petulancia, mal humor, gritos y platos estrellados. Incluso que le dieran el puesto a alguno de los chicos de la cocina, pero a alguien completamente nuevo y desconocido. Ni siquiera tiene el mismo estilo de comida que se sirve en el hotel.Cuando llegamos a la pequeña casa que compartimos cada una se va directo para su habitación, agotadas por el día. Simplemente cuando veo mi cama me lanzo a ella, no me ocupo de cambiarme y ponerme el pijama, y me quedo dormida al instante.
…
Suena la alarma y abro mis ojos con pesadez, me doy vuelta en la cama y lo primero en que pienso es en Alejandro y nada de esto me gusta, tengo que sacármelo de la cabeza antes de que estos sentimientos de enojo se conviertan en otra cosa.
Me levanto resignada, si esto no cambia pronto quizá deba pensar en cambiar de cocina, ir por la mía, buscar un ascenso, los cambios siempre son para mejor. Pienso en las palabras de mamá en ese instante.
— Toc — Toc — abro despacio la puerta de la habitación de Emily — ¿Te vas conmigo? — entro susurrando, en puntitas, aunque mi verdadera intención es despertarla. — Mm — dice medio adormilada, tiene toda su cabeza cubierta por la manta.Me estiro por encima para verla y ver alguna otra señal de vida.— Emily… Anda, que si sales conmigo a trabajar — le muevo un poco. Sale de debajo de las cobijas, tiene los ojos como si hubiese estado llorando — ¿Qué ha pasado? — todo esto me preocupa aún más, es muy extraño verla llorar.— Nada — puede pronunciar, entre agotada y adormilada — Hoy llego más tarde, vete sola — finaliza. Y se cubre el rostro de nuevo.— ¿Cómo que nada? Mírate, has estado llorando toda la noche — le refuto con fuerza y le quito las cobijas de encima.— Estoy segura de que si voy me van a echar — dice protestando, y llevando las cobijas de nuevo hacia ella.— ¿Echar? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué has hecho? — le bombardeo aún más preocupada.— Por culpa del imbécil de Alejandro — por fin abre los ojos de par en par, o al menos lo que puede hacer, sus ojos se ven más verdes después de que ha llorado.— ¿Alejandro? ¿Qué… qué te hizo? — esta vez bajo un poco más la voz. Si le ha hecho algo esta vez… Se las verá conmigo.— A mí nada, en realidad… — hace un mohín y se incorpora en la cama — la otra noche que te lanzó la salsa de ajo por los aires… — me mira con más tristeza — Salí de la cocina echando fuego por la boca, atendí un tipo, estaba solo y empezó a hacer muchas preguntas de los platos — suspira con fuerza. Mientras que yo me abro un espacio a un lado de su cama.— Estaba harta, nada le gustaba, me hizo ir y volver de la cocina varias veces y hablarle a Alejandro… — se soba la frente tratando de aclarar sus pensamientos.— A lo último le he tratado mal, muy mal… — se le quiebra la voz.— Emily… — dije angustiándome más y más — ¿Te han puesto una queja? — le cuestioné.— No — niega con la cabeza marcando aún más su negativa, agacha la mirada y mueve sus dedos de manera nerviosa — Yo… yo no sabía… — dice quebrándosele la voz de nuevo a punto de llorar. — No sabía que él era el señor Johnson — me mira aterrada.Yo solo puedo taparme la boca de la impresión y abrir los ojos de par en par — ¿Cómo no has reconocido al señor Johnson? — le pregunto en un hilo de voz.Niega con la cabeza, confundiéndome aún más — No era el señor Johnson, no el mismo que conocemos, era su hijo — me confiesa aterrada.— ¿Qué? ¿Su hijo? No sabía que tenía un hijo — me sobo esta vez la cabeza, tratando de meter toda la información.— Su hijo ha venido a hacerse cargo del hotel, ayer en la tarde me lo he encontrado en el despacho y le he escuchado hablar respecto a ello — me dice con la misma expresión de terror en sus ojos.— No entiendo — sacudo mi cabeza para ver si con ello logro algo.— ¿Qué? — logra decir Emily.— ¿Por qué dices que te va a sacar apenas hoy? ¿Por qué no lo hizo de una vez? — le miro con el ceño fruncido.— Seguramente ha estado muy ocupado, pero anoche antes de salir me lo he encontrado, me ha dicho que hoy quiere verme en su despacho tan pronto llegue — dice llorando de nuevo, sé que llora porque realmente necesita el trabajo, es de los pocos lugares en que pagan bien. Está estudiando y además debemos pagar este lugar juntas.— Tienes que ir a plantarle cara, Emily — le digo de manera más suave para que se tranquilice — Tal vez solo te quiere dar una advertencia — finalizo.— No lo has visto — niega con la cabeza — Es incluso más aterrador que el chef Alejandro — vuelve su mirada de terror.— Aun así, tienes que ir… — le sobo el cabello.— Lo sé… — termina de limpiarse las lágrimas — Adelántate, ya me levanto y me arreglo un poco para quitarme esta cara de desastre — me sonríe tristemente. — Esta bien… — me levanto acongojada por la idea que tal vez sea el ultimo día e Emily en el hotel, si ella se va, lo mejor es que pronto me vaya yo también.De camino al hotel compro el periódico para buscar en los clasificados un empleo, para ambas. Después de dedicarle tanto tiempo a un lugar no pensé que me encontraría en esta situación, buscando empleo de nuevo.— Buenos tardes, Olivia — dice Alejandro sin siquiera voltear a verme por estar sumergido en un libro de recetas, me sobre salto por el hecho de que supiera que era yo sin siquiera mirarme.— Buenas tardes, Chef — miro para todos lados y estamos solos. Él ya está vestido con su impecable uniforme blanco, de pies a cabeza. — ¿Has pasado buena noche? — levanta un poco su azul mirada y la clava en la mía.— Magnifica — le miento, caer rendida en la cama sin siquiera cambiarte no es la noche ideal para mí. — Entiendo… — responde molesto. Poniéndome de mal humor a mí también. Por fortuna van entrando uno a uno los demás chicos en la cocina. Nos echa un vistazo a todos como haciendo un conteo antes de empezar a hablar. En ese momento entra un hombre alto, de traje muy elegante y fino, cabello y ojos oscuros. Con una mirada terriblemente feroz, aterradora y creo saber quién es y el por qué Emily estaba tan aterrada. Alejandro voltea a ver al ho
Alejandro lee las recetas en voz alta y dispone a cada uno hacer sus partes de los platos que se van a entregar hoy, le hacen preguntas sobre sus especialidades, sobre los tiempos de cocción, cortes, y demás cosas técnicas, yo solo los analizo, contesto las preguntas en mi mente incluso antes de que el chef Alejandro les dé respuesta, de vez en cuando nuestras miradas se encuentran como si secretamente nos confiáramos las respuestas de todo. Después del análisis de los platos todos se disponen a cocinar sus partes, para montar los platos y finalmente para presentárselos al chef antes del servicio. Me siento algo nerviosa, después de todo es mi oportunidad de demostrar lo buena que soy y que coloquen mi plato en el servicio.Me dirijo a la despensa en busca de mis ingredientes, debo cocinar algo y presentárselo, analizo los platos, proteínas, guarniciones, salsas y sé que debo hacer algo diferente a ellos, pero al mismo tiempo que concuerde con lo que se va a presentar
Cuando tomo el valor de entrar de nuevo a la cocina, las piernas me tiemblan al caminar. Alejandro se encuentra revisando estación por estación las preparaciones, probando todo y dando indicaciones. — Ve a enfermería — me hace una seña con la cabeza para que salga de nuevo de la cocina y al final la comisura de sus labios sube ligeramente para formar una pequeña pero cómplice sonrisa entre los dos. …Voy saliendo de enfermería con un buen vendaje en el dedo para que no me vaya a molestar el resto del día y sobre todo en el servicio. — ¡Emily! — la llamo cuando la veo bajar del ascensor.— Oli… — Viene sonrojada y aturdida; y posiblemente yo estoy igual, aún me cuesta pensar con claridad. — ¿Cómo te ha ido? ¿Qué te ha dicho? — le suelto de una. — Ah… Nada, una advertencia — dice con dificultad. — ¿Tan malo ha sido? — me preocupo, realmente esta no es Emily. Y ya estoy empezándome asustar. — No… Ah… ¿Qué? — trastabi
Su lengua repasa toda mi boca, tiene la misma intensidad, y el mismo efecto que el anterior beso que me dio en la calle, lo peor de todo es que se lo correspondo, me dejo abrumar y llevar por la excitación y lo beso de igual manera. Mi corazón batalla para no salirse de mi pecho, intento respirar por la nariz para no separarme de sus labios. Una de mis manos se aferra a su filipina y con la otra me aferro a su cabello oscuro y abundante. Me quita el mandil y lo lanza al sofá. No hay preámbulos, presentaciones o citas con este hombre, va directo a lo que quiere. Me suelta los botones de la filipina dejándome en una sola camisilla. Pone inmediatamente sus manos en mis pechos y los acaricia con firmeza. Nunca he llevado sostén debajo de la filipina, en las cocinas hace tanto calor que solo genera incomodidad, así que le es fácil para él darse cuenta la reacción de mi cuerpo. Mis pezones se han puestos erectos, me sube la camisilla y se los echa a la boca y les da un cor
— ¿Oli...? — se escabulle Emily entre la cocina, recién hemos terminado el servicio, todo estamos levantando las cosas para que puedan hacerle aseo a la cocina antes de cerrar. — Hoy tendrás que irte sola — sonríe nerviosa. — ¿Qué? ¿Por qué? — me siento decepcionada, ya estaba preparando el plato para las dos como de costumbre. — Lo siento — sonríe y sé que en realidad no lo siente, así se pone cuando tiene una cita con algún chico. Solo que esta vez está extrañamente nerviosa.— Solo… ten mucho cuidado — le advierto. — Nos vemos mañana — me da un beso en la mejilla y sale corriendo, si tuviese una hermana sería como ella. — Olivia… — me llama Alejandro antes de poderme escapar de la cocina, solo quedan unos cuantos por terminar de limpiar. — ¿Hoy no hay comida para dos? — pregunta cuando me ve las manos vacías. — No, chef — le contesto desganada, solo quiero irme a descansar, pensar en todo lo que ha sucedido en el día y en cómo vo
En medio de la oscuridad y las luces tenues de la cocina me entrego por completo a este hombre que ni siquiera conozco bien, es extrañamente excitante, me cuesta pensar y mucho más respirar, siento como la humedad baja por mis nalgas hasta llegar al mesón limpio. En pocos segundos Alejandro me hace correrme con su boca, este orgasmo es incluso más intenso que el que tuve en la tarde, dos orgasmos en un día eso es un total récord para mí. Alejandro rodea el mesón y alcanza mis pechos, esta vez le dedica más tiempo a besar y acariciar cada uno, recorre mi cuello, mi abdomen y sube de nuevo a mi boca, me saborea completamente. — Ven, bájate — estira su mano para que la tome y ayudarme a bajar. Se baja los pantalones hasta la mitad de sus caderas, solo expone su increíble, firme y grueso miembro. Le miro a los ojos sonrojada, extasiada y ansiosa, él sonríe de medio lado, sé que se siente orgulloso con lo que tiene. Saca un condón del bolsillo del pantalón y me pr
Me muevo bajo las cobijas aun con los ojos cerrados, me siento renacida, descansada y revitalizada completamente, me estiro y no siento a Alejandro a mi lado, abro los ojos y compruebo que no está. Escucho la ducha y sé que se está bañando, en pocos minutos aparece él envuelto en la toalla, exhibiendo su abdomen marcado y sus amplios hombros. Me conformo con solo verlo, no puedo negarlo el hombre parece sacado de revista. Instintivamente me muerdo el labio inferior. No se percata que ya he despertado, se quita la toalla y se empieza a vestir frente a mí, como si fuera algo natural. — ¿Disfrutas del momento? — doy un respingo del susto y me abochorno de inmediato. — Sí — murmuro, no me ha quedado más remedio que sincerarme. — Debo irme, puedes tomar lo que gustes — se mueve rápidamente hacia mí, oprime sus labios en los míos, puedo sentir como el calor nace en mi interior y recorre mi cuerpo instantáneamente. Se aparta y se va, dejándome sola en su departament
Suena la alarma del despertador y quedo sentada en mi cama, miro la hora y salgo corriendo para prepararme, temo que si le hago esperar tan solo un minuto me va a dejar tirada, antes de que llegue ya estoy afuera muy bien abrigada esperándolo, ni siquiera ha amanecido, las calles están desiertas. Pasan los minutos y me voy congelando, cuando veo las luces de la motocicleta asomarse a lo lejos unas cuantas cuadras más abajo, llega en un par de segundos hasta mi puerta. — Olivia ¿Qué haces fuera? Te vas a congelar — se baja de la moto y me abraza, no logro ver su rostro, lleva el visor oscuro puesto, pero puedo imaginar sus ojos azules reprochándome. Sus brazos me abrigan y el calor de su cuerpo me salva del frio. Se quita el casco y me sonríe con ternura, es la primera vez que le veo ese gesto, me cubre la boca con sus labios, es apasionado, nuevamente necesitado, y el frío parece desaparecer del mundo. Cuando nos separamos estoy jadeando. — Buenos días, Aleja