Cuando tomo el valor de entrar de nuevo a la cocina, las piernas me tiemblan al caminar. Alejandro se encuentra revisando estación por estación las preparaciones, probando todo y dando indicaciones.
— Ve a enfermería — me hace una seña con la cabeza para que salga de nuevo de la cocina y al final la comisura de sus labios sube ligeramente para formar una pequeña pero cómplice sonrisa entre los dos.…Voy saliendo de enfermería con un buen vendaje en el dedo para que no me vaya a molestar el resto del día y sobre todo en el servicio.— ¡Emily! — la llamo cuando la veo bajar del ascensor.— Oli… — Viene sonrojada y aturdida; y posiblemente yo estoy igual, aún me cuesta pensar con claridad.— ¿Cómo te ha ido? ¿Qué te ha dicho? — le suelto de una.— Ah… Nada, una advertencia — dice con dificultad.— ¿Tan malo ha sido? — me preocupo, realmente esta no es Emily. Y ya estoy empezándome asustar.— No… Ah… ¿Qué? — trastabilla las palabras.— La advertencia… — ceño la frente — ¡Que si te regañado! ¿Qué te ha dicho para ponerte así? — levanto la voz y la sangre se me empieza a calentar.— No, no me ha regañado… — se sacude la cabeza — No ha sido nada, solo la advertencia, debo ir a … — y hace una señal hacía el comedor donde están todos reunidos. Sé que debo preocuparme por su actitud extraña, pero ahora sí que menos puedo sacarme de la cabeza a Alejandro y ese beso tan… tan apasionado. El mismo beso que probablemente le estaba dando a esa joven mesera. ¿A qué carajos está jugando?Desde donde estoy puedo ver al sommelier hablándoles de los vinos elegidos para hoy. Los reconozco a todos, menos a un chico nuevo, posiblemente entró hoy, estamos algo cortos de personal por estos días, pero no veo a la chica… Repaso en mi mente su nombre, pero no lo recuerdo, por más que me estiro no la veo.Respiro profundo, debo concentrarme y volver a la cocina, cuando entro ya están emplatando y a mi plato aún le falta siglos para estar listo, me dispongo a cocinar, sin levantar la mirada para no desconcentrarme, estoy segura de que, si lo miro no podré seguir.Van preparando todo para la degustación, mi plato es el último en llegar, pero llega.— Olivia — me llama Alejandro para que vaya hacía él e inmediatamente me pongo nerviosa.— Sí, chef — me planto frente a él, esperando alguna orden y esperando que no sea nada personal.— Prueba conmigo — sus ojos brillan de nuevo con esa intensidad extraña. Después de un instante hace una seña a los platos frente a él y comprendo a lo que se refiere.— Ah… Sí, chef — tomo unos cubiertos limpios. Y me siento a esperar la degustación, entran los chicos encargados de todo el servicio en el comedor para explicarles los platos.Me concentro en su voz y en la manera de desenvolverse con la comida y la gente, es realmente bueno haciendo esto. Explica todos incluso el mío y me sorprende que lo haga de manera tan clara, como si él mismo lo hubiese preparado.— Después de ti… — me dice Alejandro con elegancia. Tomamos el primer plato y todo es exquisito, los sabores, la cocción, la técnica, el emplatado, toda una obra de arte. Sin embargo, solo nos observamos, bocado tras bocado, compartiendo un mismo plato, lo suficientemente cerca para sentir como crece la tensión entre nosotros, el aire se empieza a condensar y siento poco a poco como nos va faltando el oxígeno, como va subiendo la temperatura y como los sentidos se agudizan, cada bocado de comida es placentera.— Mm — gimo con algunos bocados de comida y su azul mirada se enturbia.Con el penúltimo plato, que creo saber que es el de él, lo que él estaba preparando, como olía afuera en la calle, todos esos ingredientes los puedo ver en el plato. Y la explosión de sabores en mi boca es como su beso, apasionada, intensa, te deja sin aliento, mojada hasta los huesos y con ganas de más. El bocado en el plato es tan pequeño que es frustrante y así me sentí cuando me dejó allí afuera. Frustrada, enojada, excitada y con ganas de más. Sin importar lo que fuese, pero con ganas de más.Toma mi plato y se toma el tiempo para degustar todo lo que he puesto, y siento como me juzga internamente y lo que me mata es que no puedo ver nada en su rostro de lo que piensa.— Es bueno… — dice finalmente y lo miro esperando más. — Agrégalo al menú de hoy. Dales las indicaciones y que empiecen a preparar todo — se levanta y se va dejándome allí, de nuevo frustrada y con ganas de más.— Sí, chef — susurro cuando ya se ha ido.Dejo todo marchando en la cocina tal cual lo ordenado por Alejandro y salgo en busca de él, necesito hablar con él, aclarar lo del beso y marcar las distancias antes de que esto se complique más. Lo veo recostado en un pequeño sofá, en la oficina que tenemos cerca de la cocina. Incluso allí acostado, durmiendo parece ser otra persona diferente, me causa más intriga. Me doy la vuelta para dejarlo descansar.— Olivia … — escucho su voz ronca y adormilada llamarme y me exalta. Cómo hace eso.— Lo siento… — le digo en un susurro, y entro despacio, sin querer molestarlo — no quería molestar, chef.Abre los ojos y me mira tranquilamente — Aún no me decido si me gusta o no me gusta que me llames así — frunzo el ceño, no entiendo que es lo que quiere decir.— Lo de hace un rato, afuera… — hago una seña hacia el lugar y se me atraviesan las palabras, se me va acabando la valentía con la que venía dispuesta a discutir.— ¿Qué? — pregunta divertido.— No volverá a suceder — le respondo molesta.— ¿Por qué? — sigue con hablando con el mismo tono, como si esto fuera un juego y se levanta del sofá.— Porque no es lo correcto — cruzo los brazos, tratando de formar una barrera entre los dos.— ¿Lo correcto? — se va acercando sigiloso como un animal al acecho de su presa. Me toma de la cintura y me lleva hacía él — ¿Qué es lo correcto, Olivia? — esta tan cerca que puedo sentir su aliento rozar mi rostro.— No sé exactamente qué es lo correcto… — lo empujo lo más fuerte que puedo y a duras penas puedo zafarme de él. — Pero estoy segura de que a su noviecilla no le va a gustar lo que ha ocurrido. Así que, por favor, no se vuelva acercar a mí de esa manera — me giro para no verlo a los ojos.— Ella no es mi novia — dice de manera tranquila.— Bueno, amante, amiga, lo que sea. No me importa — empiezo a levantarle de nuevo la voz porque me enoja el descaro con el que habla.— Ella no es nada… — trata de aclararme. — Lo que viste en la despensa, ella fue la que se lanzó… — trata de explicar.— No necesito saber la situación, ni que invente excusas, yo sé que fue lo que vi — se me quiebra la voz, no pensé que me doliera tanto. Tampoco debería doler.— No, no lo sabes, Olivia… — me toma del brazo y me gira, ni siquiera alcanzo a terminar de girar en mis pies cuando siento su boca sobre la mía, cubriéndola por completo. Me empuja hacía la puerta y la termina de cerrar. Escucho como pasa el seguro.Su lengua repasa toda mi boca, tiene la misma intensidad, y el mismo efecto que el anterior beso que me dio en la calle, lo peor de todo es que se lo correspondo, me dejo abrumar y llevar por la excitación y lo beso de igual manera. Mi corazón batalla para no salirse de mi pecho, intento respirar por la nariz para no separarme de sus labios. Una de mis manos se aferra a su filipina y con la otra me aferro a su cabello oscuro y abundante. Me quita el mandil y lo lanza al sofá. No hay preámbulos, presentaciones o citas con este hombre, va directo a lo que quiere. Me suelta los botones de la filipina dejándome en una sola camisilla. Pone inmediatamente sus manos en mis pechos y los acaricia con firmeza. Nunca he llevado sostén debajo de la filipina, en las cocinas hace tanto calor que solo genera incomodidad, así que le es fácil para él darse cuenta la reacción de mi cuerpo. Mis pezones se han puestos erectos, me sube la camisilla y se los echa a la boca y les da un cor
— ¿Oli...? — se escabulle Emily entre la cocina, recién hemos terminado el servicio, todo estamos levantando las cosas para que puedan hacerle aseo a la cocina antes de cerrar. — Hoy tendrás que irte sola — sonríe nerviosa. — ¿Qué? ¿Por qué? — me siento decepcionada, ya estaba preparando el plato para las dos como de costumbre. — Lo siento — sonríe y sé que en realidad no lo siente, así se pone cuando tiene una cita con algún chico. Solo que esta vez está extrañamente nerviosa.— Solo… ten mucho cuidado — le advierto. — Nos vemos mañana — me da un beso en la mejilla y sale corriendo, si tuviese una hermana sería como ella. — Olivia… — me llama Alejandro antes de poderme escapar de la cocina, solo quedan unos cuantos por terminar de limpiar. — ¿Hoy no hay comida para dos? — pregunta cuando me ve las manos vacías. — No, chef — le contesto desganada, solo quiero irme a descansar, pensar en todo lo que ha sucedido en el día y en cómo vo
En medio de la oscuridad y las luces tenues de la cocina me entrego por completo a este hombre que ni siquiera conozco bien, es extrañamente excitante, me cuesta pensar y mucho más respirar, siento como la humedad baja por mis nalgas hasta llegar al mesón limpio. En pocos segundos Alejandro me hace correrme con su boca, este orgasmo es incluso más intenso que el que tuve en la tarde, dos orgasmos en un día eso es un total récord para mí. Alejandro rodea el mesón y alcanza mis pechos, esta vez le dedica más tiempo a besar y acariciar cada uno, recorre mi cuello, mi abdomen y sube de nuevo a mi boca, me saborea completamente. — Ven, bájate — estira su mano para que la tome y ayudarme a bajar. Se baja los pantalones hasta la mitad de sus caderas, solo expone su increíble, firme y grueso miembro. Le miro a los ojos sonrojada, extasiada y ansiosa, él sonríe de medio lado, sé que se siente orgulloso con lo que tiene. Saca un condón del bolsillo del pantalón y me pr
Me muevo bajo las cobijas aun con los ojos cerrados, me siento renacida, descansada y revitalizada completamente, me estiro y no siento a Alejandro a mi lado, abro los ojos y compruebo que no está. Escucho la ducha y sé que se está bañando, en pocos minutos aparece él envuelto en la toalla, exhibiendo su abdomen marcado y sus amplios hombros. Me conformo con solo verlo, no puedo negarlo el hombre parece sacado de revista. Instintivamente me muerdo el labio inferior. No se percata que ya he despertado, se quita la toalla y se empieza a vestir frente a mí, como si fuera algo natural. — ¿Disfrutas del momento? — doy un respingo del susto y me abochorno de inmediato. — Sí — murmuro, no me ha quedado más remedio que sincerarme. — Debo irme, puedes tomar lo que gustes — se mueve rápidamente hacia mí, oprime sus labios en los míos, puedo sentir como el calor nace en mi interior y recorre mi cuerpo instantáneamente. Se aparta y se va, dejándome sola en su departament
Suena la alarma del despertador y quedo sentada en mi cama, miro la hora y salgo corriendo para prepararme, temo que si le hago esperar tan solo un minuto me va a dejar tirada, antes de que llegue ya estoy afuera muy bien abrigada esperándolo, ni siquiera ha amanecido, las calles están desiertas. Pasan los minutos y me voy congelando, cuando veo las luces de la motocicleta asomarse a lo lejos unas cuantas cuadras más abajo, llega en un par de segundos hasta mi puerta. — Olivia ¿Qué haces fuera? Te vas a congelar — se baja de la moto y me abraza, no logro ver su rostro, lleva el visor oscuro puesto, pero puedo imaginar sus ojos azules reprochándome. Sus brazos me abrigan y el calor de su cuerpo me salva del frio. Se quita el casco y me sonríe con ternura, es la primera vez que le veo ese gesto, me cubre la boca con sus labios, es apasionado, nuevamente necesitado, y el frío parece desaparecer del mundo. Cuando nos separamos estoy jadeando. — Buenos días, Aleja
Me despierto antes de que él lo haga, me tomo el tiempo para admirar su rostro se ve apacible y calmado, por un momento soy consciente de nuestras respiraciones están en sincronía, incluso puedo sentir como galopa mi corazón al lado de él, ya es tarde, no me ha costado mucho enamorarme de él, pronostico mi propio final fatídico de esta situación, no lo conozco bien, apenas lleva dos semanas cocinando con nosotros, su humor es terrible y es extremadamente sexy y para completar aún siento rencor por no haber obtenido el ascenso que merecía y que él tomó porque al parecer el jefe es su un buen amigo. Sus pestañas son oscuras y abundantes, puedo recordar sus ojos azules como el agua de mar más claro, bajo mi mirada a su perfecta nariz, y luego a sus labios, me veo tenta a besarle, despertarlo y pedirle que de nuevo me vuelva a hacer el amor.Antes de que esto acabe prematuramente me dispongo a disfrutar de lo poco que dure esto así que me levanto en silencio, me pongo la
— ¿Cómo que llegaste con el chef gruñón en su moto? — me pregunta Emily realmente curiosa y preocupada, pone sus manos en la cintura y se planta frente a mí, imposibilitándome el paso para huir de su pregunta. — Anoche te dije que iríamos al mercado juntos — trato de zafarme con la verdad. — ¿Luego el mercado no es en la madrugada? ¿Qué han hecho todo este tiempo? — me interroga como si hubiese cometido algún delito y me empiezo a poner nerviosa. — Luego hablamos ¿Sí? — miro para todos lados, esperando no ver a nadie que pueda escuchar nuestra conversación. Me mira con los ojos entrecerrados, me analiza cómo solo ella sabe hacerlo, abre los ojos de par en par y se tapa la boca — ¿Te gusta? — murmura impresionada y se acerca más a mí, mueve su nariz como cuando un perro olfatea y me descubre. — Hueles a él — pronuncia aún más impresionada. — Venia agarrada a él en la moto — me excuso, con la voz temblorosa y las mejillas tomando más color
Emily se acerca decididamente hacia la mesa, o puede ser furiosa. Alejandro le está tomando la mano a la mujer, la acaricia tiernamente y le sonríe de manera coqueta en este momento conozco muy bien cada gesto de su rostro y puedo sentir como las ilusiones se van rompiendo en mi interior. Cuando Emily llega a la mesa les deja los dos platos de mala gana, la mujer decide ignorar el mal humor de mi amiga y se acomoda para empezar su plato y es ahí cuando veo al señor Nick Johnson sentado en la misma mesa. Y deduzco rápidamente que la desconocida mujer y el señor Nick pueden ser hermanos, se les parece mucho. Alejandro toma un cubierto, lo gira dentro del plato y le da el gran bocado a la mujer, la chica se cubre la boca y come mientras que Alejandro se carcajea divertido. Toma la servilleta y le limpia los labios con cuidado. Toma otro bocado de stroganoff y esta vez se lo come él. El ceño se frunce y mira el plato como si fuese algo desconocido para él, pero lo pasa rápidamen