Me despierto antes de que él lo haga, me tomo el tiempo para admirar su rostro se ve apacible y calmado, por un momento soy consciente de nuestras respiraciones están en sincronía, incluso puedo sentir como galopa mi corazón al lado de él, ya es tarde, no me ha costado mucho enamorarme de él, pronostico mi propio final fatídico de esta situación, no lo conozco bien, apenas lleva dos semanas cocinando con nosotros, su humor es terrible y es extremadamente sexy y para completar aún siento rencor por no haber obtenido el ascenso que merecía y que él tomó porque al parecer el jefe es su un buen amigo.
Sus pestañas son oscuras y abundantes, puedo recordar sus ojos azules como el agua de mar más claro, bajo mi mirada a su perfecta nariz, y luego a sus labios, me veo tenta a besarle, despertarlo y pedirle que de nuevo me vuelva a hacer el amor.Antes de que esto acabe prematuramente me dispongo a disfrutar de lo poco que dure esto así que me levanto en silencio, me pongo la— ¿Cómo que llegaste con el chef gruñón en su moto? — me pregunta Emily realmente curiosa y preocupada, pone sus manos en la cintura y se planta frente a mí, imposibilitándome el paso para huir de su pregunta. — Anoche te dije que iríamos al mercado juntos — trato de zafarme con la verdad. — ¿Luego el mercado no es en la madrugada? ¿Qué han hecho todo este tiempo? — me interroga como si hubiese cometido algún delito y me empiezo a poner nerviosa. — Luego hablamos ¿Sí? — miro para todos lados, esperando no ver a nadie que pueda escuchar nuestra conversación. Me mira con los ojos entrecerrados, me analiza cómo solo ella sabe hacerlo, abre los ojos de par en par y se tapa la boca — ¿Te gusta? — murmura impresionada y se acerca más a mí, mueve su nariz como cuando un perro olfatea y me descubre. — Hueles a él — pronuncia aún más impresionada. — Venia agarrada a él en la moto — me excuso, con la voz temblorosa y las mejillas tomando más color
Emily se acerca decididamente hacia la mesa, o puede ser furiosa. Alejandro le está tomando la mano a la mujer, la acaricia tiernamente y le sonríe de manera coqueta en este momento conozco muy bien cada gesto de su rostro y puedo sentir como las ilusiones se van rompiendo en mi interior. Cuando Emily llega a la mesa les deja los dos platos de mala gana, la mujer decide ignorar el mal humor de mi amiga y se acomoda para empezar su plato y es ahí cuando veo al señor Nick Johnson sentado en la misma mesa. Y deduzco rápidamente que la desconocida mujer y el señor Nick pueden ser hermanos, se les parece mucho. Alejandro toma un cubierto, lo gira dentro del plato y le da el gran bocado a la mujer, la chica se cubre la boca y come mientras que Alejandro se carcajea divertido. Toma la servilleta y le limpia los labios con cuidado. Toma otro bocado de stroganoff y esta vez se lo come él. El ceño se frunce y mira el plato como si fuese algo desconocido para él, pero lo pasa rápidamen
“No, no somos nada” recordaba una y otra vez en mi mente sus dolorosas palabras, sabía que debía estar llorando, quería estar llorando para no sentir el ahogo que cruzaba mi garganta, era el panorama perfecto para hacerlo, una caminata hasta casa bajo la lluvia iba empapada hasta los calzones del torrencial chubasco, el frío me hacía tiritar todo el cuerpo. Pero mis lágrimas se negaban a salir, solo había llorado en el momento en que discutíamos más fuerte en el callejón, sin embargo, él no pudo distinguir si lo que corría por mi rostro era lluvia o lágrimas y agradezco por ello. Al llegar a casa me recargo sobre la puerta después de cerrarla, dejándome caer sobre el suelo y solo en ese momento puedo sentir como la desolación del lugar se apodera de mí, y por más silencio que hay en el lugar ya no puedo sentir como palpita mi corazón. — Bip — Bip — mi teléfono suena de nuevo, lo más seguro es que sea Emily, angustiada y molesta por mi estado, por todo lo que pasó en
— Por favor, Olivia — levanta sus manos en rendición — Cálmate y escúchame — me ordena.— ¡Vete! ¡Ahora mismo! — le grito, me levanto de golpe de mi cama haciéndolo aún lado y cortando su roce. — ¡Que salgas de mi m*****a habitación! — le grito lo más fuerte que puedo.— Está bien, está bien — se levanta de mi cama y sale de la habitación. Tiro la puerta apenas cruza el umbral y me desvanezco ahí mismo, termino agachada en el suelo, tratando de llorar en silencio, pero es inevitable el sollozo. Es difícil contener todo lo que siento. — Olivia — pronuncia, aún estando de pie junto a la puerta. — ¡No sé cómo entraste, pero vete de mi casa! O … — trato de advertirle.— ¿O qué? — pregunta desafiante.— O llamaré a la policía — finalizo, tratando de sonar lo más fuerte que puedo.— ¡No eres capaz! — dice con ironía y es lo que falta para hacerme explotar de ira, me levanto de prisa para tomar mi teléfono y él entra de nuevo a mi habitaci
Me muevo con dificultad bajo el brazo de Alejandro, mi cama no es tan grande como la de él así que prácticamente ha dormido encima de mí. — Mm, un poco más — dice con voz adormilada y no puedo evitar sonreír. Definitivamente he perdido la cabeza o he vuelto a ser una chiquilla adolescente cayendo de nuevo en lo mismo, me quedo quieta no para no molestarlo, solo para poder oler por un poco más de tiempo su perfume, sentir el calor de su cuerpo y como palpita su corazón. Mis ojos los tengo pesados y deshidratados por el llanto, así que no tardo en quedarme dormida de nuevo. — ¿Volverás? — pregunta de nuevo cuando me desperezo a su lado. — No lo sé — le digo adormilada.— ¿Qué? ¿Por qué? — se molesta de inmediato, cómo alguien puede irritarse tan rápido y tan temprano.— Tengo cosas que pensar — algo en mi interior me dice que tengo que ir a Paris por Pier, pero no quiero dejar la cocina del único e inigualable Hotel Jhonson´s London Corporated, re
Vierto el yogurt en el recipiente para batir, jugo de limón, crema de leche, leche condensada, rayadura de limón y mi ingrediente secreto… Me dejo llevar por mis pensamientos mientras voy preparando los postres de hoy, debo dejar listos los esponjados para antes del servicio, durante dos semanas nos bastamos con el hecho de hablarnos únicamente para lo necesario con Alejandro y ahora ha optado por llamarme Rose, seguramente su intención es darle algo más de formalidad al asunto, sin embargo, eso no causa en mí, de hecho, el que él me llame por mi apellido me hace estremecer aún más o simplemente es porque son sus labios, su manera tan elegante, su acento extranjero o su manera de hablar tan sensual lo que provoca eso en mí.Mi ingrediente secreto unas hojas de estragón, prendo la batidora y empiezo a mezclar todo…Varios de los cocineros que han estado aquí por años han ido renunciando y al señor Nick está menos que contento con ello, hemos tenido que rendir po
Me giro rápidamente en mis dos pies y veo a la joven camarera en la puerta, sí, la misma con la que se besaba Alejandro en la despensa, e inmediatamente arruina el momento. Es evidente la situación, mi filipina está abierta por completo, dejando al descubierto la pequeña camisilla que llevo debajo, ambos estamos con las mejillas ardiendo y jadeando. Alejandro mantiene sus manos en mi cintura, me agarra con fuerza, me mantiene delante de él e intuyo que es para ocultar su notable erección. — ¿¡Qué!? — le grita Alejandro completamente energúmeno, también está molesto por la interrupción.Abre sus ojos completamente y se pone nerviosa — Chef… Yo — tartamudea, no sabe qué hacer o qué decir. Y finalmente agacha la cabeza. No lleva su uniforme, va vestida de una manera que deja a la vista sus mejores cualidades físicas y lleva unos documentos en sus manos. Me safo de su agarre, salgo del lugar a pasos largos, me molesta todo, la interrupción, que hubiese sido ella,
— Sigue — dice después de abrir una de las habitaciones de lujo del hotel y hacer una seña para que entre. Le miro con extrañeza antes de pasar — Me he estado quedando aquí algunos días, ha habido mucho trabajo y solo puedo dormir por unas cuantas horas — me explica. Y le comprendo fácilmente, sé que le ha tocado cubrir el puesto del administrador y el de chef jefe. — Ya — me quedo embelesada con la elegancia y el esplendor del lugar, debe ser un amigo muy querido del señor Nick para que esté haciendo esto por él, pero rápidamente vuelvo a concentrarme en la presencia de Alejandro y en todo el efecto que él tiene sobre mi cuerpo. — ¿Quieres algo de tomar? — señala la nevera de vinos dentro de su habitación.— No, gracias — le digo con timidez, y aún no me queda claro si lo que escuché en la nevera sea cierto o uno de los tantos sueños que suelo tener con él. — No deberíamos volver ya a la cocina hay mucho por ha… — se me cortan las palabras en cuanto se