De manera nerviosa y como automática sacudió de nuevo la tela de su pantalón. En la sala de dirección y aguardando al director de la Academia Oxford ciertamente sentía que estaba repitiendo sus años escolares porque los nervios le han revuelto la panza y ahora mismo solo puede ver a todos lados nerviosa de la llegada del corpulento hombre.
Llevaba siendo maestra sustituta en aquel lugar desde hace seis meses, y esperaba que por el desempeño que tuvo, las buenas notas de sus alumnos y el hecho que habían ganado el premio Oxford de excelencia fuera contratada para el siguiente ciclo escolar, ahora que las vacaciones han llegado, como una maestra de planta.—Señorita Gray.—elevó su mirada hacia donde la asistente de dirección se encontraba—el doctor Montgomery la espera, puede pasar.Tras un suspiro se puso de pie y solo asintió. Llevaba siempre la panza revuelta y temía que en cualquier momento se desmayara o peor aun un gas se le saliera, pero no por eso perdió la serenidad en su rostro y anduvo con la mayor seguridad que podía.Eso era lo que quería, desde que estudio psicopedagogía Susannah Gray estuvo segura que quería no solo trabajar con niños, también marcar una parte de sus vidas que fuera importante y hasta trascendental para el resto de sus existencias.Amaba la idea de dejar huella en las mentes jóvenes, de crear un ambiente de compañerismo y aprendizaje, pero también de confianza y crecimiento en los menores, porque lo no se le hizo difícil definir la carrera que deseaba cursar cuando salió de secundaria, ni mucho menos darse cuenta que si bien el puesto como profesora puede ser mal pagado, en un colegio de élite como lo era la Academia Oxford las oportunidades eran ciertamente mayores.Su sonrisa encantadora se amplió mostrando su delicado hoyuelo cuando se encontró con el director. Se dieron la mano y el de manera amable la invitó a tomar asiento.—Disculpe la demora, pero ya estando en los últimos días de trabajo, las vacaciones nos pegan las sábanas—ella solo asintió—señorita Gray ¿cierto?—Así es señor, Susannah Gray. Di clases en quinto grado en este último semestre, literatura y ciencias, pero también fui responsable del grado.—Espectacular, fueron los ganadores del premio que da la academia como un incentivo para las notas de los alumnos—ella asintió con un amplia sonrisa, viendo como el director revisaba su currículo—vaya, veo que tiene mucha experiencia, pero casi siempre como maestra suplemente.—Susannah sonrió cuando la mirada estuvo sobre ella—¿Cuál cree usted que es el inconveniente para la contratación permanente de su persona?—La edad—ella fue segura, ampliando la sonrisa para el director que la detallo mejor.Era una chica bonita, pero sin duda se miraba joven. Según el currículo apenas tenía veinticinco años y tal parece que ha sido una excelente alumna porque no perdió un solo año en su preparación académica. De cuerpo delgado, cabello castaño y largo con unos ojos del mismo color que resultaban grandes, llamativos por lo calmo que parecían.—Como puede ver apenas tengo veinticinco años, he sido una alumna excelente en todos los niveles de mi preparación académica, pero la idea de que al ser joven no tendré ni la experiencia, ni la capacidad de manejar los grupos escolares ha frenado las contrataciones permanentes—el director asintió—pero al final si nadie me da la oportunidad, aunque siga sumando años, la experiencia se verá siempre limitada a ser eso. Una maestra suplemente.—Claro, claro—él suspiró viendo a la chica ante el y luego el currículo.No era exactamente el más impresionante. Hablante de tres idiomas, joven sin duda, puede ser una oportunidad de aprendizaje para moldearla a lo que se espera en la Academia Oxford, pero al mismo tiempo era una pérdida de tiempo y recursos porque ya tiene maestros de muchos años que esperan ser renovados, incluyendo la que se fue por permiso medico que se ha recuperado más que bien de su cirugía.Cuando Susannah vio como el director suspiró, cerrando el currículo de ella solo bajó la mirada apretando los puños en el regazo. Comprendía de manera clara lo que eso significaba, así que suspiró para luego pasar saliva y elevar su mirada cuando él se acomodó ante ella.—Como sabrá señorita Gray este es un espacio de educación de alta calidad—ella asintió—la Academia Oxford se encuentra actualmente entre las diez mejores escuelas del país, y por eso mismo nuestro personal académico debe ser el mejor.—Estoy de acuerdo señor.—Por desgracia y aun cuando tenga un currículo muy aceptable, no cumple con las expectativas de este lugar—mantuvo la seriedad de su rostro, aun cuando sentía que el mundo estaba derrumbándose—necesitaríamos un poco más de experiencia que meses como maestra suplente y aun cuando ha hecho un buen trabajo con el alumnado en los últimos seis meses, considero que no es suficiente ese aceptable.Claro que le vio la pena en la mirada, pero no estaba en él dar su brazo a torcer y ciertamente no es la primera vez que le dice que no a un suplemente que buscaba un contrato fijo en la academia.—Lo lamento—susurró ya sin emoción, por lo que ella solo sonrió con debilidad.—No se preocupe director, agradezco mucho el tiempo que se ha tomado para esta reunión y haber sido tomada en cuenta en el llamado para suplir una necesidad en la academia—suspiró de forma pesada, pero luego se puso de pie—creo que no hay nada más que decir, solo desearle un buen día y felices vacaciones.—Igualmente señorita—se puso de pie también estrechando su mano delicada—me quedaré con su currículo por si necesitamos nuevamente su servicio y que sabemos, quizás el próximo año las cosas sean un poco mejor.—Espero que sí, buen día.Tomó su bolso y buscó la salida de la oficina. En la sala de recepción que tenía la preciosa zona de dirección agarró el abrigo que ha colgado del perchero y sin más se despidió de la asistente, dejándole a ella su carnet de identificación de la academia con el que se despedía por completo de aquel lugar y esa posibilidad que sintió demasiado real para ser cierto. Quizás no debió ilusionarse demasiado antes de tiempo.Los tacones que usaba fueron el eco de sus pasos conforme se movía en ese piso de lujo hacia el estacionamiento. El inverno estaba llegando, por lo que ajustó el abrigo a su cuerpo buscando el auto viejo que su abuelo le heredó, cuando miró en una caseta a las dos pequeñas rubias que movían sus piernitas mientras compartían una bolsa de papitas.Sin dudarlo se acercó a ellas que al reconocerla se pusieron de pie y con rapidez la abrazaron.—Señorita Gray, ¿Cómo está?—preguntó una de las niñas.Las gemelas Upton estuvieron con ella en esos meses en la academia. Eran unas bellezas de nueve años con el cabello rubio, grandes ojos azules y encantadoras sonrisas que empiezan a perder los dientes de leche.—Estaba en una reunión con el director, ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Por qué están en la escuela si hace una semana ya no hay clases?—Era el último día de gimnasia—respondió Zarah tomando una papita—pero parece que papá ha olvidado la hora de salida porque el chófer no ha venido.—¿Y hace cuanto salieron?—Media hora—indicó Zoey, tomando la bolsa que le pasó su hermana—pero no se preocupe, ya no debe de tardar, Zarah le mando un mensaje, pero creo que no lo ha visto ¿verdad?Susannah miró como la rubia niña sacó un moderno celular de la cangurera en su cintura. Notó que ciertamente el mensaje no ha sido ni leído, por lo que solo volteó hacia atrás. Hacía frío, no sabe si los entrenadores están conscientes que las gemelas siguen ahí, por lo que solo negó.—Vengan, yo las llevaré a su casa—indicó con seguridad, las niñas se vieron entre si—vamos, hace frío, ya es casi mediodía y deben comer algo luego de su agitada sesión de ejercicios y llevan media hora esperando—fue firme ante ellas, pero luego se movió acomodándose de cuclillas ante los azules ojos de las chiquillas rubias—envíenle un mensaje a su padre, díganle que la profesora Susannah Gray las ha llevado a su casa, les prometo que no nos desviaremos.—¿Y si queremos McDonald’s?—preguntó Zoey con una sonrisa traviesa.—Lo dejaremos para otro día, porque ahí si su padre me va a colgar.La risa infantil fue encantadora, pero al final las gemelas fueron por sus bolsos y no dudaron en tomar cada una la mano de su bonita profesora Sunny, como le decían de cariño porque era dulce y bonita como un día soleado. Se ubicaron en el asiento trasero de un automóvil no tan bonito como su lujosa camioneta, pero no les importó, sobre todo cuando la calefacción les hizo bien a sus cuerpos un poco fríos.—¿Podemos poner música?—consultó Zoey acercándose al asiento del piloto.—Claro, ¿Qué quieren escuchar?—¡Taylor Swift!—respondieron las dos al mismo tiempo.Susannah solo negó con una amplia sonrisa, pero de inmediato buscó una playlist de la rubia cantante saliendo de la academia con las gemelas del muy famoso, muy serio y hasta un poco odioso Darcy Upton, el genio de la perfumería que se ha hecho un imperio creando olores y fragancias que transportan al mundo donde él ya no puede habitar, porque muchos dicen que perdió la felicidad cuando también perdió a su esposa en un fatal accidente.Poco supo Susannah que la enorme camioneta que ingresó luego de que ella salió era la de los Upton, donde un chófer confundido al no encontrar a las niñas en el lugar de siempre bajó de manera inmediata y fue hasta las instalaciones del lugar buscando por ellas. La desesperación tardó poco en alcanzarlo, alertando al poco personal del lugar. Las gemelas no estaban y ciertamente no era una noticia que quería darle al padre, pero al final tuvo que hacerlo.Darcy despegó sus azulados ojos de la pantalla viendo con el ceño fruncido la llamada de su chófer.—¿Qué deseas Benito?—Señor las niñas no están.—¡¿Qué?!—se puso de pie con rapidez—¿Qué demonios estás diciendo?—No están, he venido ahora mismo a la escuela y no se encuentran por ningún lado. Están vigilando las cámaras para ver que ha pasado, pero…—Voy para allá—señaló con seriedad—hay que llamar a la policía, quien sea que ha tomado a mis hijas irá ahora mismo a prisión.El hombre no dudo en colgar la llamada, tomar su abrigo y buscar la salida, cuando los mensajes empezaron a caer de manera inmediata. El ceño se frunció profundamente cuando vio lo que su hija Zarah le ha enviado, pero las cosas fueron a peor cuando clavó su mirada en la fotografía donde las dos rubias junto a una mujer castaña y de bonita sonrisa estaban.¿Quién demonios era esa mujer y que hace con sus hijas?Se unió a ellas cantando con emoción la música pop que iba envolviendo la cabina. Las gemelas se han compartido todas las golosinas y frutas que les empacaron para su última práctica de gimnasia, y ninguna de las tres se ha dado cuenta de todo el caos que la decisión que Susannah tomó de llevarlas a su casa ha causado siendo un pandemonio en el padre viudo y soltero de las menores. Fue guiada por las mismas chiquillas a la dirección que tenían apuntada en una nota de su celular y solo pudo ir abriendo grandes ojos ante las preciosas mansiones que desfilaban a sus laterales, deteniéndose en el portón negro con un alto muro que sabe bien ha recorrido varios metros atrás e incluso le daba vuelta a una esquina. —Buenos días, familia Upton—saludó una voz femenina cuando Susannah invitada por Zoey apretó el botón en la máquina inteligente empotrada en el concreto. —Buenos días, soy Susannah Gray, traigo a las gemelas conmigo. —¿Perdón?—la pregunta con una clara confusión logró que la ca
Cuando llegó al semáforo en rojo y se miró las marcas que las esposas le han dejado en las muñecas solo pudo pasar saliva, pero pronto se encontró envuelta en su llanto. Se puede definir ese día como uno sin duda horrible, donde no solo se le fue negado el empleo de sus sueños, también terminó arrestada por hacer una buena obra, un acto que no solo la dejó como delincuente a los ojos del personal de esa casa, también causó miedo en las pobres niñas Upton de las que no se pudo despedir. Estaba de alguna manera cansada y ya tenía hambre, el reloj marcaba después de las doce, claramente no tuvo un buen desayuno por lo nerviosa que se encontraba y le daba algo de vergüenza saber que, así como salió de casa con las manos vacías, va a regresar, claro que con una experiencia que comprende que si la cuenta, sobre todo a su padre, va a arruinar el día de todos. Intentó controlarse para cuando llegó a su casa. Se limpió el rostro viéndose al espejo retrovisor de su coche, buscó en el bolso qu
Tras una pesada mañana y luego de ese horrible susto que se llevó con la llamada del chófer logró tomar el almuerzo con sus hijas y su asistente quien era considerado como un tío para las mismas, claro que el también lo miraba con un hombre de confianza, pero no le permitía a muchas personas ingresar a su vida, ni mucho menos a su hogar. La familia Upton se hizo de renombre cuando se convirtieron en perfumistas de alta sociedad, claro que empezaron en un pequeño espacio en el mercado local vendiendo aceites perfumados, extractos puros de ciertos olores y su calidad, su fineza, pero sobre todo sus hermosos envases fueron llamando la atención de personas de mayores recursos. Pronto el pequeño espacio del mercado se trasladó a una tienda en la plaza y apenas dos años después de haber empezado lograron inaugurar su primer kiosco en un centro comercial. Las redes sociales ayudaron mucho con el levantamiento del negocio y las recomendaciones de sus exquisitas fragancias convirtió a Upton e
Dos semanas habían pasado desde el incidente con la señorita Gray. Darcy Upton parecía un poco furioso ante la idea de que no hubiera una sola persona que cumpliera las indicaciones que le ha dado a su asistente para la niñera que cuidará de sus hijas. Unas son ciertamente muy jóvenes para su gusto, mientras otras son demasiado mayores y parecen venir con una mentalidad demasiado cuadrada y hasta militar, incluso para él que es un hombre de reglas y orden. Con Zoey enferma por la llegada del invierno le ha tocado dejar la oficina y laborar desde casa. Sí bien quiere que Zarah no se enferme puede estar seguro que eso no sucederá, porque al final de cuenta las niñas son muy unidas y aun usando mascarillas Zarah ha ayudado a su padre a atender a su hermana, por lo que Darcy suponía le avecinaba no solo una segura gripe, también otra semana sin trabajar y con los proyectos retenido. Para ese viernes ya se sentía como cansado, agotado en realidad de atender narices chorreantes, un poco
Si bien no estaba seguro de hacer lo correcto, Charlie iba a intentarlo con la famosa maestra Sunny. La ha citado en una cafetería para quitarle un poco de intensidad a la situación y esperaba no solo conocerla, también en realidad tomarla como una candidata para el puesto, después de todo entre los requerimientos de su jefe nunca mencionó que ella no podía serlo ¿o sí? ¿Qué tan mal podría salir si llega esta mujer a la casa de los Upton a hacer de niñera? Se puso a reír porque sabe bien que será despedido junto con ella apenas Darcy Upton la vea, pero bueno, ya estaba ahí y aunque ha tomado la decisión guiado por los consejos de una pequeña de diez años, puede que las cosas al final no funcionen y ella no cumpla los requisitos como tal. Se encontraba pidiendo un café con un pequeño panecillo cuando vio a esta guapísima castaña llegar al lugar. Delicada, esbelta, cabello suelto y grandes ojos marrones parecía confundida viendo a ambos lados, ciertamente era joven
No regresó a su casa con la mejor de las emociones y apenas pudo comerse la galleta, que le supo deliciosa, en el camino. De alguna manera se le hacía como una burla de la vida o el destino, no sabía a cuál culpar realmente, la idea de que la única oportunidad de trabajo que le ha salido en estos días, en esta últimas semanas esté relacionada con ese hombre que la trató tan mal cuando solo hacía una buena acción. Y claro que puede justificarlo, puede rebuscar en su mente la forma correcta de mantener el respeto hacia Darcy Upton, porque sí, aun cuando la buena acción haya salido sin una sola mala intención y ciertamente jamás le haría daño a unas menores, puede entender que para él como padre todo el panorama debió verse como algo aterrador. Deja a sus hijas en la escuela para que reciban dos horas de gimnasia, pero cuando envía por ellas ya no están. Estaba justificado en perder la cabeza, eso lo acepta y entiende, pero no lo puede justificar por completo cuando
Al observarse al espejo solo pudo suspirar de manera pesada. Ha decidido peinar su largo cabello castaño en una coleta que le despeja el rostro y se puso una de sus mejores blusas, con un pantalón de tela un poco gruesa por el frío. No quiere lucir demasiado formal, pero tampoco que no se ha tomado la oferta con seriedad, ya que después de mucho pensarlo ciertamente ha decidido que la quiere y va a luchar por ella. Aplicó de su perfume de supermercado, uno que viene usando desde hace mucho en los lugares que ha aprendido de su abuela, y tras un suspiro buscó la salida, tomando su bolso, las llaves de su viejo automóvil y fue bajando hasta encontrarse con su hermano y abuela cargados de emoción y grandes ojos brillantes. Aunque hubiera deseado no dar la noticia hasta que fuera real, su padre no se ha guardado nada y su pequeña familia ya sabía lo que sucedería ese día. Su sonrisa fue encantadora cuando miró el desayuno servido en el comedor. Su padre ha salido hac
De manera inmediata el ceño se frunció en ese hombre cuando vio a la delgada y pequeña mujer cargar a su hija. Siempre ha sabido que las gemelas tienen una estatura bastante por encima de la normal para su edad y es por él mismo, por lo que aquella acción lo tomó desprevenido, pero aun más ver como iba con toda la seguridad hacía la habitación de las mismas siendo guiada por una nerviosa Zarah que no ha soltado su peluche. El padre estaba impávido, viendo a sus empleados y el mismo Charlie ingresar antes que él a la habitación, pero la que llevaba el control era la famosa maestra Sunny, quien no solo pidió que se encendiera el aire acondicionado de la habitación, también que se abrieran ventanas para dejar entrar un poco de frío. —Si tiene frio, ¿Por qué le daremos más frío?—consultó con seriedad, viendo la mirada asesina que se posó en él. —Tiene frío porque la fiebre se lo causa. Cubrir a una personas con fiebre es un grave error, no permite que el cu