Pov Fernando.
Miro la hora en el reloj de pared y tomo la copa de vino tinto que tengo en mi mano. Este sentimiento de soledad después de una dosis tan fuerte de sexo no se me quita con nada.Aspiro el aroma del despacho de mi departamento, para luego limpiar una lágrima en mi mejilla, que quiere salir.—¿Vas a dormir conmigo hoy? —pregunta Reana fuera del despacho.Siempre que la follo son esas sus preguntas, pero mi respuesta es la misma.—No me gusta dormir con mujeres, Reana —le digo con cariño—. Trato de estar alejadas de ellas —bromeo y ella suspira resignada.No soy tan malo como creen, soy dulce fuera de mi cuarto de juegos, o eso intento ser.La veo irse y vuelvo a tomar hasta cansarme.Cuando abro los ojos, el sol que entra por mi ventana me indica la hora.—¡Joder! ¡Andrea, me espera hoy en la casa de modas de Amber! —exclamo levantándome de pronto.Salgo presuroso a la sala de estar, y la figura de Demetrio Laureti está sentado en mi sofá con una taza de café.El miedo me invade por completo, preso del temor que me genera saber que ha descubierto mi más oscuro secreto.—Padre, ¿Cuándo llegaste? —le pregunto nervioso.—Siéntate —me ordena y lo hago. Mis padres son las únicas personas creadas en el mundo que pueden matarme y a los que yo no le diré ni una sola palabra, la razón: los respeto demasiado.—Yo, lo siento…—Estoy decepcionado de ti, Fernando, vas a cumplir veinticinco años y sigues viviendo tu vida como si nada en el mundo, importara más que las mujeres —intento protestar, pero sus ojos fríos me indican que no debo hacerlo—. Te quiero en Francia, te daré la empresa que está ahí para que la manejes, y trabajes de la mano de la gerente encargada.Bajo la cabeza, molesto y a la vez contento, porque sería la primera vez que mi padre me dé una empresa. Estoy cansado de ser un títere. Soy el único de los trillizos al que no le dan una empresa para gerenciar al cien por ciento.—No, es mejor que yo trabaje como jefe, y esa mujer esté a mi cargo —le digo molesto— ¿Cuándo me vas a tomar en cuenta para los negocios familiares? —digo esto con un nudo en la garganta, que me ahoga, pero que por fin logra sacar.—Cuando me demuestres que no eres un puto promiscuo, que solo estás dispuesto a llevarte a cualquier mujer a la cama —dice mi padre molesto.Suspiro resignado, porque extrañamente sé que tiene la razón, estoy cansado de esta m****a, aunque, no sé cómo salirme de esto.…Fernando bajó del avión privado y dirigió sus pasos a la empresa que se le había asignado. Sus cabellos claros se movían al compás de la brisa, y sus ojos azules miraban todo como curiosidad.Cualquiera que lo mirara podía deducir que era un adonis de la maldad, sus rasgos duros y perfeccionados, o simplemente por el apellido que adornaba sus nombres, lo predominaba.Entró al edificio, y comenzó a leer las indicaciones que le había dejado Filibert, la mano derecha de su padre.—Reunión de personal —leyó la hora en el formulario— ¡Joder! Es tarde, voy retrasado —exclamó subiendo el ascensor, debajo de las miradas de las personas que querían saber quién era el hombre que parecía un puto dios griego.Entró rápidamente a la sala de juntas y se sentó enseguida en la cabecera de la mesa sin dejar de ver los archivos, hasta que una voz femenina llamó su atención.—¿Usted es personal nuevo de la empresa? —Fernando subió la mirada.Una mujer hermosa, que enseguida prendió su cuerpo, le habló con altivez.—Sí, ¿algún problema? —preguntó él con una sonrisa que podía mover medio mundo.—No voy a tolerar que llegue tarde a su primer día de trabajo, ¿me oye? —se acercó a él.Fernando pudo ver los ojos grises de la mujer mirarlo con intensidad, sus labios rosas fruncidos y su semblante penetrante.—No tengo por qué darte explicaciones —sonrió en carcajadas.—¿Acaso usted cree que yo soy una payasa para que se ría en mi cara? —preguntó ella posando su cuerpo cerca de Fernando.Fernando miró los pechos de la mujer que sobresalía de la camisa. Eran redondos y lo incitaban a tocarlos.—No, es solo que me parece tan chistoso que una mujer tan hermosa sea tan amargada.—Mire señor, no le permito que me falte el respeto, está usted suspendido de sus labores, soy la gerente de esta empresa y no voy a permitir.—¿Usted es quién? —preguntó Fernando en un tono burlesco.—Soy la gerente de esta…Fernando miró al personal que estaban tiesos como estatuas y sonrió con ironía.—Mucho gusto, mi nombre es Fernando Laureti y soy el dueño de esta empresa.La puntualidad es una virtud que me ha abierto puertas, más cuando voy a conocer al hombre que ha sido muy crush por años, un hombre que sin saberlo es el dueño de mis noches húmedas, y sí, lo reconozco, muchas veces me toco mientras veo una foto de él que tengo en la encimera. Porque aunque me cueste reconocerlo estoy obsesionada con Fernando Laureti desde que lo vi en un congreso donde estuvieron los tres juntos, y aunque su padre es hermoso, es un hombre casado, y aunque Andrea es idéntico a él, nunca me llamó la atención por el simple hecho que es un total amargado y arrogante, pero él, mi vista siempre fue dirigida hacia él, Fernando Laureti, no sé si fue la razón de que a menudo lleva una sonrisa baja bragas en su rostro, o también el simple hecho de que sus facciones más relajadas me enloquecen, a decir verdad, todo de él me enloquece, y no dejo de soñar con algún día meterme en su cama, en su vida, en su cuerpo y en todo lo de él, porque no solo quiero ser un juguete más.Resp
Mis mejillas están calientes por la molestia que tengo. Frunzo el ceño mientras con la ayuda de mi secretaria busco las tres carpetas, de los tres años que he sido gerente. Fernando, él en su máxima arrogancia, me ha dejado en ridículo delante de todos, y aunque confieso que fue mi culpa por hacerme la que no lo conocía, me molesta que sea tan cruel de mandarme a buscar las carpetas impresas, cuando con solo un código, y un poco de tiempo, él puede ingresar a los archivos virtuales, (se supone que todo aquí es robotizado).—Cloe, aquí encontré la última carpeta —digo agachándome al final del estante para tomarla. —¿Ya tiene lo que le pedí? —pregunta una voz ronca detrás de mí.Me pongo de pie con el rostro rojo, por la posición que tenía, y al mismo tiempo por escuchar su hermosa voz detrás de mí.—Sí, aquí tiene Fernando —le digo tendiéndole las carpetas.Él no toma la carpeta de mis manos, pasa por mi lado y comienza a ver toda mi oficina con una sonrisa estúpida en sus labios, y
Después de horas incómoda, porque querer cambiar mi panti, húmeda, por fin, he terminado con todo, lista para irme a casa, y poder tomar una ducha fría que calme el calor de mi cuerpo, ya que, siempre está ardiendo en deseo, y más después de que me obsesioné con Fernando Laureti, digo que es una obsesión porque no hay día que no piense en él, y ahora que lo tengo cerca más aún, aunque, sé disimular muy bien.Cierro la laptop, y me estiro un poco para salir del edificio. Cómo todos los días, soy la última en irme, ya que amo tanto mi trabajo, que me quedo horas extras para organizar lo del día siguiente, aunque confieso que este día es por algo especial, o mejor dicho, alguien, alguien que no volvió a mi oficina de nuevo, y eso me llena de decepción porque siento que no le gusto lo suficiente como yo quisiera.«¿Y como Samantha, si te acaba de conocer?»Y haciéndole caso a mi subconsciente, decido que es muy pronto para despertar un interés en Fernando, y aunque soy una mujer hermosa,
Había enviado a la francesa, a qué buscará los archivos impresos de sus años de trabajo, porque me pareció una gran falta de respeto su atrevimiento, aunque confieso que me molestó más el hecho de que no me conoce, ¿quién no me conoce? O sea, tampoco es que soy el presidente de los Estados Unidos, pero mi apellido es reconocido en muchos países, y ella como gerente de la empresa que voy a heredar, y como empleada de mi familia debería de conocer a sus jefes, ¿o no?Entro a la oficina y miro todo a mi alrededor. Esta oficina ha estado cerrada, y solo se abre cuando venía Fernanda o mi padre a hacer inspección, pero después de que contrataron a Samantha, no lo han hecho seguido.—Puedes mandar a cambiar estos muebles, por favor, algo más elegante, y puedes unos cuadros en esta pared, —comienzo a darle indicaciones a mi secretario, ya que el decorado de mi nueva oficina no es lo habitual en mí.Todo es de un color marrón triste, y yo adoro el color negro, combinado con carmesí, siento qu
Llegar temprano a la oficina nunca había sido tan placentero para mí cómo hasta el día de hoy. La realidad es que no pude dormir en toda la noche, me rehúse a lavar el pañito de Fernando porque quería seguir oliendo el aroma del mismo, y también tenía sus ojos azules en mi mente, desnudándome y haciéndome suya sin contemplación.Entro al edificio con dos tazas de capuchino que compré en el camino, uno para mí y uno para Cloe. Es la única amiga que tengo, además de las monjas del orfanato.Tomo el ascensor tratando de contener los nervios que se generan en mi cuerpo al pensar en volver a verlo.«Tienes que acostumbrarte»Fernando es ahora mi jefe y estará por aquí por mucho tiempo, si no es para siempre. He escuchado que su padre acostumbra a que sus hijos hereden sus empresas, y seguramente si lo envío aquí es porque está es la de él.De solo pensarlo mi corazón se detiene, y un frío recorre mi vientre hasta llegar a mis piernas.Inhalo y exhalo antes de que se abra el ascensor. Lo pr
La cafetería de la empresa queda en el último piso del edificio; no acostumbro a comer ahí, porque la comida no es la mejor que digamos, además, todo el personal de trabajo está ahí, y eso me hace sentir incómoda.Antes de ir hasta allá, me meto en el baño y cepillo un poco mis dientes, aunque estoy consciente de que luego de comer tengo que volver a hacerlo, pero no me importa, no puedo permitir que Fernando sienta algún mal olor en mi, aunque estoy segura que no lo tendrá.Acomodo algunos mechones rebeldes que buscan salir de mi coleta, y luego de alisar mi ropa termino por salir de mi oficina.Puedo ver a Cloe en su lugar de trabajo comiéndose una hamburguesa y unas papitas fritas, además de Coca-Cola. La miro con una ceja alzada, y no es que no me guste comer esos deliciosos platos grasos y adictivos, es solo que ella todas las tardes come de lo mismo.—¿Qué? Es delicioso. —Habla con la boca abierta.Ruedo los ojos sin contestarle y termino por entrar al ascensor. Mientras veo l
Pov Fernando.Me quedo en estado de shock al ver cómo Samantha Mercier camina a paso seguro fuera de mi vista. Empuño mis manos preso de la rabia que siento por su rechazo, ¿de verdad? ¿A mí? ¡Joder! Cuando me dijo en mi oficina que no sería el hombre que le daría placer pensé que se trataba de una maldita broma, de una manera de subir su ego, o que se yo, pero jamás imaginé que no le pudiera gustar, a todas la mujeres le gusto, y no es por presumir, puedo sentir la mirada de ellas en mi cuerpo, puedo sentír sus ojos de deseo detallarme cómo si fuera un puto manjar, pero ella; Samantha Mercier, mi jodida gerente, y la mujer que desde que llegué quiero follar hasta cansarme.«Si que puedo darte placer mujer mucho placer»Tomo la carpeta en mis manos y las aprieto con fuerza. La noche anterior no dormí nada formulando el informe, además, ya había llamado a mi abogado para que viajara a firmar porque estaba totalmente seguro que ella sería la número doce, pero me equivoqué, sí que me equ
Pov SamanthaLas calles abarrotadas de París es cómo música para mis oídos. Podía escuchar la bicicletas de los niños rodar, lás risas de las parejas caminar de la mano, y los autos pasar. Suspiro caminando con lentitud, me sentía herida, tonta y sobre todo desilusionada. Sabía perfectamente que Fernando era un hombre multi mujeres, de esos que tiene una en cada esquina, y de paso a todas le da placer, ¿Y como no? Es un adonis de la belleza, lujuria, y pecado y no pudo negarlo. «No quieres negarlo»Continuo con la mirada perdida y lás manos temblorosas. Aún no sé cómo tuve el valor de enfrentarlo, de decirle en su cara que no seré una más de sus esclavas sexuales. De esas mujeres que le brindan placer a su asquerosos pero placenteros deseos carnales.Muero por estar en su cama y lo reconozco, no voy a negarlo, sería una reverenda mentira si lo hiciera, pero muero más porque el se enamore de mi, se entregue sin un maldito contrato de por medio, y que no solo sea un contrato de placer.