Llegar temprano a la oficina nunca había sido tan placentero para mí cómo hasta el día de hoy. La realidad es que no pude dormir en toda la noche, me rehúse a lavar el pañito de Fernando porque quería seguir oliendo el aroma del mismo, y también tenía sus ojos azules en mi mente, desnudándome y haciéndome suya sin contemplación.
Entro al edificio con dos tazas de capuchino que compré en el camino, uno para mí y uno para Cloe. Es la única amiga que tengo, además de las monjas del orfanato.Tomo el ascensor tratando de contener los nervios que se generan en mi cuerpo al pensar en volver a verlo.«Tienes que acostumbrarte»Fernando es ahora mi jefe y estará por aquí por mucho tiempo, si no es para siempre. He escuchado que su padre acostumbra a que sus hijos hereden sus empresas, y seguramente si lo envío aquí es porque está es la de él.De solo pensarlo mi corazón se detiene, y un frío recorre mi vientre hasta llegar a mis piernas.Inhalo y exhalo antes de que se abra el ascensor. Lo primero que ven mis ojos cuando camino unos cuantos pasos, es el rostro del desagradable de Gerald Dubois; y no es que sea un hombre feo, es atractivo, tiene cejas pobladas, y labios gruesos, pero su presencia es desagradable, es como si él fuera el típico villano de una historia de terror.—Tenemos trabajo que hacer, pastelito —subo la ceja con molestia.No le tomo importancia y a pesar de que sé que camina detrás de mí, sigo hasta el puesto de trabajo de Cloe. Pongo el capuchino en su mesa y sigo a la oficina luego de darle los buenos días.—Buenos días, jefa, y gracias por el café —dice emocionada y yo sonrío.Me siento en mi escritorio al mismo momento que cruzo mis piernas. Gerald me detalla de manera asquerosa, y no lo culpo; llevo mi cabello recogido en una coleta alta que llega hasta a la punta de mi trasero; una falda negra con abertura hasta mis muslos, una camisa de botones blanca, que cabe destacar que los primeros botones están un poco abiertos, y no es porque quiera mostrar mis senos, es por la sencilla razón de que ya no me queda (tengo que comprar ropa nueva lo sé).—¿Qué trabajo? Yo creo que la que tendría que saber del trabajo relacionado soy yo antes que tú, ¿no es así? —En los labios del hombre se dibuja una sonrisa que estoy segura de que es burlesca.Aprieto mis puños con fuerza, porque si Fernando le informó de algún proyecto, algún trabajo o algo similar a él antes que a mí, que soy la gerente de la empresa, lo voy a matar.«No puedo matarlo, no antes de que me folle»«No todo es sexo Samantha», me regaño enseguida mentalmente.—Fernando me acaba de dar lo próximo que ha creado su familia, se trata de la inteligencia virtual, es un proyecto que lleva años desarrollándose, pero que se pondrá en mecanismo aquí en nuestras instalaciones por órdenes de Demetrio —explica.La rabia se apodera de mí porqué soy yo la que debería saber está información primero que él. Sin responder a nada de lo que dice, tomo mi bolso y camino hasta la oficina de Fernando.—Señorita, el señor Fernando, está en una reunión —habla Lucas, el secretario de Fernando.Sin importar las palabras de él, entro dando un portazo. Me quedo inmóvil al ver en la pantalla a Demetrio Laureti y Evangelina Anderson hablando con su hijo. Me quedo helada porque la pantalla es tan enorme que ellos pudieron ver la rabia con la que entré a la oficina.—Buenos días, señor Demetrio, señora Eva, disculpe, no sabía que estaban en una reunión. —Miento.El rostro de Fernando se torna burlesco al verme tan nerviosa, y si que lo estoy; aparte de que respeto mucho al hombre que confío en mí, debo reconocer que el rostro y la autoridad de Evangelina Anderson me genera ansiedad.—Para la próxima debe tocar la puerta señorita Samantha —dice Fernando mientras recuesta su cuerpo hacia atrásEstá sentado en el sofá de terciopelo negro, uno que no había visto jamás en esta oficina, así que supongo que la ha mandado a remodelar, aún huele a nuevo, y además, el decorado es exquisito, entre negro y carmesí, dándole ese toque sexual y elegante al lugar (justo como es él). Lo miro con una ceja alzada porque él tampoco toca cuando entra a mi oficina, y más porque luce tan espectacular en un traje azul claro adherido a su cuerpo, lleva otro reloj en su mano izquierda, que combina con su atuendo ¿cuántos Rolex tiene?—Lo siento, me disculpo señor Demetrio, solo venía a preguntar sobre el proyecto, ¿y por qué no se me informó de eso? —digo apretando mi bolso, pero no miro a Fernando, la mirada está directo a los señores en la pantalla.Demetrio arruga el entrecejo para luego hablar.—¿Cómo estás, Samantha? —sonrió.—Mercier —Eva me dedica una sonrisa cerrada, mientras me llama por mi apellido.Me pongo totalmente nerviosa cuando lo hace (siempre lo hace). Ya que siento que la mujer en cuestión es la bruja de los cuentos de hadas, una bruja extremadamente hermosa.—Fernando, todos los proyectos deben pasar después de ti, por Samantha. —Sonrío en dirección a Fernando que tiene un dedo índice en sus labios.Trago grueso al verlo, se ve un poco molesto, pero no me importa; el deber de él, es decirme decir antes que a Gerald, no puedo hacer el ridículo delante de un hombre que solo quiere mi cabeza.—Está bien padre, pero tengo mis razones para eso, luego las comento, los amo y que tengan una linda tarde. —Apaga la pantalla dejando a sus padres en el aire.Con el botón que tiene en la mano esconde la pantalla. Estoy temblando, no voy a negarlo, el rostro de Fernando por primera vez está cerrado en una fuerte expresión, y tengo que tragar doble para contenerme.—No te comenté lo del proyecto porque no habías llegado —bufo. He llegado a la hora indicada, además no es excusa—. Necesitaba comenzar a trabajar con eso cuánto antes, y solo le pedí el favor a Gerald, ya que había llegado antes que tú, que pasará el informe a todos.—Debiste convocar una reunión, y explicar en ella lo relacionado, sin embargo, antes de convocarla, yo debo de estar al tanto, escuchaste a tu padre, ¿cómo puedo hacer mi trabajo si no me dejas? —digo soltando el aire que tengo atorado en mis pulmones.Fernando se voltea a mirarme. Sus ojos están más oscuros, y lo que era un mar en ellos, se ha convertido en una tormenta; sexi e intimidante.—Como me encantaría castigarte por ser tan malhumorada y rebelde —se acerca a mí acoplando la distancia, pero no retrocedo, aunque me estoy muriendo sigo con mi mentón levantando, mirándolo como si mis bragas no han comenzado a empaparse.«Ella me traiciona»—Las mujeres como tú Samanta, merecen dolor, lleno de mucho placer. —Mis piernas tiemblan por sus palabras.—Placer que no me dará usted, señor Fernando, —meto la mano en mi bolso y saco el pañuelo que me dio el día anterior—. Muchas gracias por el pañuelo.Salgo de ahí agitada, con el corazón a mil por horas, y con la respiración entrecortada.—¿Dónde está Gerald? —le pregunto a Cloe.—Se ha sido señora, pero le dejo el informe en la mesa. —Asiento con la cabeza.Entro a la oficina y me meto de lleno a leer el informe. Realmente es algo bien estructurado, un proyecto digno de un Laureti, y que seguramente no se le hubiera ocurrido a cualquiera.Me levanto para refrescar mi cara, dándome cuenta de que ya es medio día y debo ir a almorzar (no pienso repetir lo mismo del día anterior). Así que pienso en salir por algo de comida, porque realmente muero de hambre.—Señora, el señor Fernando dice que la espera en la cafetería de la empresa, pidió almuerzo para ambos, necesita discutir con usted algo del proyecto. —Se asoma Cloe a la puerta con una sonrisa pícara.«¡Voy a almorzar con Fernando por primera vez en mi vida!»La cafetería de la empresa queda en el último piso del edificio; no acostumbro a comer ahí, porque la comida no es la mejor que digamos, además, todo el personal de trabajo está ahí, y eso me hace sentir incómoda.Antes de ir hasta allá, me meto en el baño y cepillo un poco mis dientes, aunque estoy consciente de que luego de comer tengo que volver a hacerlo, pero no me importa, no puedo permitir que Fernando sienta algún mal olor en mi, aunque estoy segura que no lo tendrá.Acomodo algunos mechones rebeldes que buscan salir de mi coleta, y luego de alisar mi ropa termino por salir de mi oficina.Puedo ver a Cloe en su lugar de trabajo comiéndose una hamburguesa y unas papitas fritas, además de Coca-Cola. La miro con una ceja alzada, y no es que no me guste comer esos deliciosos platos grasos y adictivos, es solo que ella todas las tardes come de lo mismo.—¿Qué? Es delicioso. —Habla con la boca abierta.Ruedo los ojos sin contestarle y termino por entrar al ascensor. Mientras veo l
Pov Fernando.Me quedo en estado de shock al ver cómo Samantha Mercier camina a paso seguro fuera de mi vista. Empuño mis manos preso de la rabia que siento por su rechazo, ¿de verdad? ¿A mí? ¡Joder! Cuando me dijo en mi oficina que no sería el hombre que le daría placer pensé que se trataba de una maldita broma, de una manera de subir su ego, o que se yo, pero jamás imaginé que no le pudiera gustar, a todas la mujeres le gusto, y no es por presumir, puedo sentir la mirada de ellas en mi cuerpo, puedo sentír sus ojos de deseo detallarme cómo si fuera un puto manjar, pero ella; Samantha Mercier, mi jodida gerente, y la mujer que desde que llegué quiero follar hasta cansarme.«Si que puedo darte placer mujer mucho placer»Tomo la carpeta en mis manos y las aprieto con fuerza. La noche anterior no dormí nada formulando el informe, además, ya había llamado a mi abogado para que viajara a firmar porque estaba totalmente seguro que ella sería la número doce, pero me equivoqué, sí que me equ
Pov SamanthaLas calles abarrotadas de París es cómo música para mis oídos. Podía escuchar la bicicletas de los niños rodar, lás risas de las parejas caminar de la mano, y los autos pasar. Suspiro caminando con lentitud, me sentía herida, tonta y sobre todo desilusionada. Sabía perfectamente que Fernando era un hombre multi mujeres, de esos que tiene una en cada esquina, y de paso a todas le da placer, ¿Y como no? Es un adonis de la belleza, lujuria, y pecado y no pudo negarlo. «No quieres negarlo»Continuo con la mirada perdida y lás manos temblorosas. Aún no sé cómo tuve el valor de enfrentarlo, de decirle en su cara que no seré una más de sus esclavas sexuales. De esas mujeres que le brindan placer a su asquerosos pero placenteros deseos carnales.Muero por estar en su cama y lo reconozco, no voy a negarlo, sería una reverenda mentira si lo hiciera, pero muero más porque el se enamore de mi, se entregue sin un maldito contrato de por medio, y que no solo sea un contrato de placer.
Pov SamanthaEstoy esperando que me bese, que abra aún más mis piernas y se entierre dentro de mí, que rompa las barreras y me haga suya, pero no, Fernando Laureti quita el aparato de mi entrada y lo coloca en la mesa. Sus ojos azules están fijos en los míos llenos de deseo, pero se controla, y lo hace muy bien. Acomoda su erección y toma de nuevo los papeles que traía.Asimismo yo estoy ahí, cómo tonta, con las piernas abiertas, empapada y con las mejillas rojas de la vergüenza. Con rapidez me visto, y me pongo de pie con la mirada baja a la espera que él diga algo, algo que me haga abrazarlo, besarlo, o también podría besar su pene si quiere, pero no, el solo camina como sexi profesor por mi salsa mientras da un discurso:—Eso Sam, sería un pequeño porcentaje del placer que puedo hacerte sentir, cada día, cuando te desee.«¿Cuando él me desee? ¿Osea que mis deseos no valen?»Trago grueso intentando controlarme. Mis piernas tiemblan, y mi garganta se seca al escucharlo, y al olerlo.
Pov SamanthaLas siguientes horas, me la pasé tratando de evitar a toda costa a Fernando. Estar cerca de él siempre me traía problemas, dichos problemas que eran muy placenteros, no los voy a negar, pero joder, no puedo estar de abre piernas cada vez que lo veo, es más, creo que mis piernas sufren de algún síndrome, síndrome Fernando, porque no logro explicar cómo con solo estar a solas con él ellas comienzan a temblar y abrirse solas.Y no, no puedo ir de facilonga a dejar que él me toque cuando quiere, porque si es así, jamás me tomara en serio. Desde ahora en adelante no le voy a permitir tocarme, lo prometo.«Es que el es tan sexi que no puedo evitar»«A si no vas a llegar a nada a Samantha», me regaño mentalmente.Termino de leer el informe que me tocaba entregar, para luego enviárselo a mi querido jefe. Echo un vistazo para ver qué no haya un error ortográfico, y le doy enviar. Espero su respuesta, pero no lo hace, así que decido irme a almorzar.No soy mucho de tomar mis horas
¿Son ideas mías, o Fernando me ha estado ignorando? Creo que la segunda opción, después de lo que le dije en el baño el no me ha buscado, él ni siquiera ha ido a mi oficina para hablar de negocios, y mucho menos para hablar de lo que le dije, y lo entiendo, supongo que al darse cuenta que la única manera de acostarse conmigo, es de una manera natural, y sin un contrato de por medio, lo hizo desistir, y me duele, me duele saber que lo perdí, que perdí la oportunidad de estar con el hombre que quiero, ese que lleva siendo mi compañero de sueños y suspiros por años.«Y de masturbaciones nocturnas Samantha»Sí, y de masturbaciones nocturnas, por qué Fernando Laureti es un hombre tan perfecto, que cualquiera lo quiere para todo, y ese fue mi error, quererlo para todo y no conformarme con las migajas que él me ofrece.Salgo del edificio cansada, arrastrando casi mis sandalias de tacón doradas. No voy a negar que la esperanza de verlo retumba en mi cabeza, que las ganas de ir a su oficina y
Pov FernandoEl único pensamiento que llegó a mí mente cuando Samantha Mercier me dijo que la única manera de estar con ella sexualmente era sin ser mi sumisa, fue huir, y no es que no haya tenido sexo con alguien aparte de mis sumisas, si lo he hecho, pero ha sido un sexo casual, un sexo rápido con chicas sin importancia, pero Samantha, ella tiene algo que llama mi atención, algo que me dice que no me saciaré solo con un par de veces, y lo sé, su olor es adictivo, su cuerpo es un manjar que quiero devorar, y además, es mi gerente, no puedo simular que no la conozco al otro día y eso es algo que me carcome por dentro. Me bajo de mi Aston Martin y le doy las llaves al franelero. Le prometí a mi padre que no iba a estar metido en clubs nocturnos y mucho menos bebiendo, pero hoy es una excusa perfecta para hacerlo; cité a un ingeniero aquí para hablar de negocios, y ¿Por qué no? Para beber unas cuantas copas.Doy unos cuantos pasos al interior del lugar, y ya tengo a mis guardaespaldas
Pov Samantha.Desde que me obsesioné con Fernando, idee en mi mente cómo sería nuestro primer beso, lo bien que se podía llegar a sentir, pero ahora que lo tengo aquí, frente a mí, devorando mis labios con vehemencia, mientras aprieta mi cuerpo al suyo, puedo decir que es mucho mejor.Su lengua entra y sale de mi cavidad bucal haciendo que mi cuerpo tiemble, mis bragas están tan empapadas que temo que se note por encima del vestido, mis mejillas están rojas, gracias al calor que demanda su cuerpo y su hombría; puedo sentir su enorme hombría rozar mi feminidad, ¡y dios! Cómo quisiera llevar su hombría a mi boca.Fernando suelta mis labios, para mirar mis ojos. Enseguida me estremezco por la calidez de su mirada, es como si fuera un depredador a punto de devorarme, aunque el deseo que siento por él, las ganas y todo lo que mi mente idea con hacerle, no logro sentirme intimidada, siento que soy capaz de hacerlo sentir muy bien, aunque, aunque no haya tenido experiencia con ningún hombre