Al llegar a la casa de Ashley junto a Arnold, luego de compartir la tarde. Angelo intentó mantener la normalidad por el bien de su hijo, la noticia de la inminente boda lo atormentaba de una manera insoportable, razón por la cual no pudo evitar abordar el tema en la puerta de la casa.—Ashley, necesitamos hablar—le dijo a la mujer, su mirada reflejando la tormenta interna que lo consumía.Ashley, al notar la tensión en la voz de su exmarido, lo miró con una actitud defensiva. «¿Y ahora qué quería?», se preguntó a sí misma con recelo. —¿Qué quieres, Angelo?—cuestionó entonces, preparándose para atacar en lo que le diera respuesta. —¿Es cierto que te vas a casar?Aquella pregunta la tomó completamente por sorpresa. Inmediatamente, supo que su pequeño hijo había estado hablando de más. —Eso no es asunto tuyo.Angelo, luchando por contener sus emociones, no pudo evitar la sinceridad en su mirada. —¿De verdad, Ashley?—insistió, necesitaba que se lo confirmara con su propia boca, con es
Su mente no terminaba de procesar lo que acababa de suceder en el umbral de la puerta de su casa. Angelo la había besado, y su corazón, contra toda lógica, latía con fuerza, desbocado. La turbación invadía sus pensamientos mientras intentaba entender sus propias emociones.Arnold, notando a su madre perdida en sus pensamientos, la miró con curiosidad y preocupación. —¿Mamá, qué te pasa? ¿Por qué estás así?—el niño seguía desconcertado por lo presenciado hacía unos momentos.Su madre, tratando de recuperar la compostura, forzó una sonrisa hacia su hijo. —No es nada, cariño. Solo estoy un poco cansada—se excusó—. ¿Qué te parece si preparamos la cena juntos?Pero las preguntas de Arnold no cesaron. Era pequeño, pero podía intuir que sucedía algo. —Pero mamá, vi a papá muy cerca de ti. ¿Eso no es lo que hacen las personas que se quieren mucho?La pregunta inocente del pequeño acentuó la confusión de la mujer, quien tratando de encontrar las palabras adecuadas, finalmente dijo:—Tu papá
Durante esa semana, Ashley intentaba llevar una aparente normalidad mientras se sumergía en los preparativos de la boda. Revisaba folletos sobre posibles lugares para la ceremonia, se encontraba ocupada con todos los detalles que conllevaba organizar un evento de tal magnitud. Sin embargo, de tanto en tanto, se detenía frente a su computadora y dejaba escapar un suspiro.—Me voy a volver a casar—murmuraba para sí misma, sintiéndose agitada y nerviosa ante la sola idea. A pesar de estar emocionada por iniciar una nueva etapa junto a Enrique, un temor profundo se había apoderado de ella. Era como si hubiese adquirido una fobia al matrimonio, como si el recuerdo de su anterior experiencia le pesara más de lo que creía.Las dudas y los temores la acosaban, haciéndola cuestionar si estaba tomando la decisión correcta. Aunque quería creer en el amor y la felicidad que compartía con Enrique, el miedo al fracaso y al sufrimiento pasado aún persistía en su mente, sembrando la incertidumbre en
La semana posterior al beso que le había dado a Ashley había sido sumamente rutinaria para él. Vivía en un modesto departamento, en un nuevo lugar, tras haberse quedado sin trabajo. Aunque contaba con algunos ahorros, el despido repentino lo había dejado en una situación financiera difícil de sobrellevar.Los días pasaban sin grandes cambios: se levantaba temprano cada mañana y se dedicaba a la ardua tarea de buscar un nuevo empleo. Enviaba currículums, se inscribía en entrevistas y recorría las calles en busca de oportunidades laborales, pero los resultados no eran nada favorables.La falta de trabajo comenzaba a pesar sobre él, generando preocupación y ansiedad por su futuro. Se sentía frustrado por la falta de respuestas y la incertidumbre que lo rodeaba. Sin embargo, se esforzaba por mantener la esperanza y la determinación, recordándose a sí mismo que tarde o temprano encontraría una nueva oportunidad, que volvería a encaminar su vida por el rumbo correcto. «¿Lo haría?», se pregu
Ashley se encontraba en la cocina, preparando el almuerzo para ella y su hijo, cuando escuchó el timbre de la puerta que resonó en la casa, rompiendo la paz del momento.—¿Quién será?—se preguntó a sí misma en voz baja, aunque podría darse una idea de la identidad del visitante. Al abrir la puerta, el corazón le dio un vuelco: frente a ella estaba Angelo. La tensión se apoderó del ambiente como una ola invisible, cargada de recuerdos y emociones encontradas. Le resulto inevitable no recordar el beso. Angelo apenas pudo articular un "hola". Su mirada, sin embargo, era un torbellino de sentimientos: anhelo, nostalgia, preguntas sin respuesta. Ashley, por su parte, desvió la vista, incapaz de sostener el contacto visual por mucho tiempo. Un nudo se formó en su garganta, impidiéndole hablar. Era muy incómodo, pero aun así se obligó a decir con voz fría:— Arnold te está esperando en la sala—dicho esto, se apartó bruscamente.Sin mirarlo a los ojos, se dio la vuelta y se dirigió hacia la
«Es demasiado», pensó Ashley, dándose cuenta de que la boda sería dentro de muy poco tiempo y había demasiadas cosas aún por hacer. Se sería saturada. Era la primera que planificaba una boda. Su boda.Los días se deslizaban como arena entre sus dedos, la boda se aproximaba a pasos agigantados, y cada detalle, cada decisión, pesaba sobre ella como una losa invisible. A pesar de la inminente unión con el hombre que había elegido, una sensación de desasosiego la atormentaba. Enrique, atento como siempre, no tardó en notar la melancolía que teñía las palabras y los gestos de su prometida. Una tarde, mientras discutían sobre las flores que decorarían el altar, la tomó de la mano y la miró con una ternura que derritió las defensas de ella.—¿Qué te ocurre, mi amor?—preguntó con voz suave, acariciando su mejilla con el pulgar—. Te noto distante, como si una nube oscureciera tu alegría.Ashley suspiró, sus ojos se llenaron de un brillo trémulo.—No sé, Enrique—respondió con voz apenas audible
Mónica colgó el teléfono, sintiendo un torbellino de emociones en su interior. La llamada de Enrique la había dejado conmocionada, llena de expectativas e incertidumbre. ¿Qué le habría motivado a llamarla? ¿Sería para pedirle ayuda en un proyecto importante? ¿O tal vez para invitarla a salir?«No, eso es imposible», se dijo al reparar en lo último. Era el prometido de su mejor amiga, obviamente, no la invitaría a salir con dobles intenciones. Sin embargo, su mente seguía siendo un campo de batalla de posibilidades. Cada escenario que imaginaba pintaba una sonrisa en su rostro y aceleraba su corazón. La idea de volver a ver a Enrique, de estar a solas con él, la llenaba de una emoción electrizante.Las horas se convirtieron en una tortura. Mónica se miró al espejo, examinando cada detalle de su apariencia. Quería lucir perfecta, causar una impresión imborrable. Se peinó y maquilló con esmero, eligiendo cuidadosamente su ropa. Cada prenda, cada accesorio, era una decisión cuidadosament
Los ojos de Ashley se posaron en Enrique mientras se sentaban frente a frente en la mesa, iluminada por velas tenues. La sonrisa de él, que solía ser tan radiante y contagiosa, ahora parecía forzada, como si ocultara algo detrás de ella. Una inquietud comenzó a crecer en el pecho de la mujer.—¿Qué ocurre, Enrique?—preguntó con voz directa, sin querer dar rodeos. La sospecha la carcomía por dentro, una sensación de que algo no andaba bien.Enrique la miró, sorprendido por su pregunta y por la forma tan directa de hacerla.—Nada malo, cariño—respondió con una calma que no lograba convencerla—. Solo quería tener una cena especial contigo.Ashley frunció el ceño, insegura de sus palabras. —Bueno, no puedo evitar notar que has estado actuando de manera un poco... diferente últimamente—dijo con cautela. —Estás más... atento.La mirada del hombre se clavó en la suya por un instante, como si sopesara sus palabras antes de responder. —Lo siento si te he hecho sentir incómoda. Solo quiero as