Denuncia

No lo pensó mucho, no tenía tiempo para hacerlo, así que con paso decidido irrumpió en la comisaría con la mirada fija en su objetivo. No iba a permitir que el miedo lo paralizara, no cuando la seguridad de su familia estaba en juego. Su mente era un torbellino de ideas, pero una cosa era clara: debía proteger a Ashley y a Arnold de las amenazas de su madre.

Al llegar al mostrador, se dirigió al oficial de guardia con voz firme. Le contó sobre las intimidaciones que había recibido de su propia madre, el terror que crecía en su interior cada vez que pensaba en el peligro que acechaba a su mujer e hijo.

—¿Está seguro de lo que nos cuenta, señor?

Para el oficial resultó un poco increíble su explicación. ¿De cuándo acá una madre amenazaba a sus hijos de semejante manera?

—Completamente seguro—contestó Angelo, rotundo—. Me dijo que podía hacer desaparecer a Ashley si no me alejaba de ella—recordó las palabras de su madre, clavando la vista en el rostro impasible del oficial, quien anotaba
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