Camine sin rumbo fijo, mientras bebía de la lata de cerveza, ¡estaba furiosa! Hayden habia perdido por el imbécil de ese chico, ¡carajo! había perdido muchísimo dinero por su culpa, ya no iba a follar con ningún hombre en el desierto. Pegue un grito de frustración y seguí caminando por la pista, mientras las personas se iban, algunas felices y otras inconformes como yo, se quejaban mientras salían del lugar. Mi teléfono sonó y yo lo conteste de inmediato. — dónde estás? — Me preguntó Kat. Respire profundamente, para aclarar la voz, no queria que ella se diera cuenta que la derrota de Hayden me había afectado. — No lo sé, tal vez en el más allá — Le dije. Yo ya me había acostumbrado a ganar y como estaba tan segura del triunfo, aposté todo el dinero que tenía destinado para mis vacaciones. — No digas estupideces, ahora trae tu culo al motorhome — Me dijo. Yo le respondí que si y me di media vuelta para regresar. cuando iba llegando al motorhome de Hayden, me detuve en seco, ya q
El ruido de la ciudad me despertó, y al estirarme en la cama, contemplé el techo por unos minutos. La noche anterior había sido muy buena; al fin puedo decir que un hombre realmente me agradaba más allá que solo para una noche. Finalmente, había encontrado a un hombre que valía la pena, digno de ser presentado a mis padres, o bueno a mi madre, Carlo era chistoso, guapo, estaba en sus cuarenta, tenía un muy buen trabajo, ambos éramos abogados, el era simplemente perfecto, encajabamos de maravilla.— Buenos días, dormilona — me dijo él mientras me observaba desde el marco de la puerta. Me bajé de la cama, tomé la camisa que le había quitado la noche anterior y la coloqué en mi cuerpo desnudo. Luego, caminé hacia él de manera sensual. — ¿Desde cuándo estás aquí? — le pregunté. Él me agarró de la cintura y me atrajo hacia su pecho. Me puse de puntillas y le di un dulce beso en los labios. Todo esto parecía sacado de una escena de película; todo se sentía tan perfecto e irreal. — El ti
Grace llegó a buscarme súper temprano, ya que teníamos un largo camino por recorrer. Cada vez que se celebraba una carrera, el camino se volvía tan complicado, una enorme cantidad de personas también se dirigían a ese lugar y los trancones se volvían un infierno.— Sé que esta vez vamos a ganar, lo siento en mis huesos — me dijo Grace emocionada mientras tomaba de su botella de energizante. — Ojalá que sí, ya estoy aburrida de escucharte quejar todo el camino de vuelta — le dije. Saqué mi celular para revisar algunos documentos. — No, celular, hoy es la gran final y tenemos que estar concentradas — me dijo. Ella me quitó el celular y lo lanzó a la guantera del coche. — ¿Cuántos de esos llevas? — le pregunté. Grace me miró y sonrió, se bebió el resto de la bebida y la lanzó en la parte de atrás; yo volví a ver y había cinco ya vacías. — ¿Y si mejor conduzco yo? — le pregunté. Grace negó con la cabeza de inmediato. — No te preocupes, tengo todo bajo control. Ahora relájate, que
Los gritos hicieron que me distrajera de las preguntas que me estaban haciendo los reporteros. Volteé para ver qué causaba el alboroto, y allí estaba ella, estrujando a su amiga mientras un líquido viscoso se escurría por su ropa. Dejé a los reporteros y corrí hacia ella. Al llegar, la vi con horror: la camisa que le había dado estaba hecha un desastre, completamente empapada de vómito. —Lo pagaré — dijo su amiga mientras ella seguía estrujándola. Finalmente, la soltó y, con un repentino arrebato de ira, agarró el cuello de la chica ebria y apretó. Actué de inmediato, apartándola al agarrarla por la cintura, aunque me cubrí de vómito en el proceso. —¡Te voy a matar, Grace! — le gritó furiosa. La llevé en mis brazos hasta el motorhome, la solté y la miré a los ojos. Su expresión de enojo era tan intensa que hasta daba un poco de miedo. —¿Quieres que te preste algo más de ropa? — le pregunté. Sin decir una palabra, ella comenzó a quitarse la ropa hasta quedarse en ropa interior. La
Cuando salimos del motorhome, las luces de los flashes estaban por todos lados. Yo agarré el brazo de Grace con fuerza; ella, que estaba mojada por completo, me quedó mirando.— ¿Y ahora, qué tienes? — me preguntó.Bajé un poco la cabeza. Al principio no me dio vergüenza que él me viera semi desnuda, pues para mí era ridículo que él me mirara con ojos de lujuria. Pero al verme en el espejo y notar cuán horrible estaba, la vergüenza se apoderó de mí.— Todos vieron cómo me vomitaste, me da vergüenza — le mentí.Me consideraba una mujer fuerte y segura de mí misma, pero esto me había tomado por sorpresa. Tal vez era porque mi ex prometido se había metido con mi hermanita menor, o tal vez era por la inminente menopausia, pero me sentía muy mal, y eso no era una exageración.— ¡Genial! Seremos famosas, aunque sea por un par de semanas — dijo Grace con entusiasmo.Por estas cosas que ella decía, era que no la mandaba a volar. Aunque Grace fuera tan loca, ella le daba diversión a mi vida, y
Hayden estacionó su coche junto al mío en el estacionamiento del edificio donde vivía. Él me ayudó a sacar la bolsa y me siguió hasta el ascensor. Yo lo miré de reojo, y él tenía una sonrisa tonta en los labios. — No me voy a acostar contigo, puedes ser mi nieto — le dije. Él dejó de sonreír y me miró. — ¿Por qué piensas que me quiero acostar contigo? — me preguntó. Quise golpearme por decir tremenda estupidez. — No lo sé, actúas raro y eso me confunde — le dije con honestidad. Hayden sonrió de medio lado. — No quiero ser la sugar mami de nadie — le dije. Hayden empezó a reír. Ahora me sentía aún más estúpida. Dios, ¿por qué decía tantas estupideces? — ¿Puedes detenerte? — le pregunté molesta. Él dejó de reír y me miró a los ojos. — Lo siento — se disculpó mientras me daba una sonrisa. El ascensor abrió las puertas en mi piso y yo salí. Caminé hasta mi apartamento sin mirar atrás. Una de mis vecinas me miró y me saludó, después miró sobre mi hombro y sonrió. — Es mi sobri
Saludé a los otros empleados en el bufete de abogados, donde era socia. Fui a mi oficina y puse en el escritorio algunos documentos que tenía que revisar. — Buenos días — me saludó Lily. Ella venía con un ramo de lirios rojos en las manos. Lo puso en mi escritorio y me sonrió. — Son para ti — me dijo con emoción en la voz. Saqué la pequeña tarjeta que estaba entre los lirios y leí: "Te conquistaré. Att: H". — ¿Quién es "H"? — me preguntó. La miré mal y ella salió de mi oficina de inmediato. Dejé a un lado la tarjeta y me dispuse a trabajar. Mi celular sonó y lo contesté de inmediato. — ¿Te han gustado las flores? — me preguntó. Miré la pantalla de mi teléfono y fruncí el ceño. ¿Cómo diablos tenía mi número? — ¿Quieres almorzar conmigo? — me preguntó. No sabía qué decir. ¿Cómo podía este chico estresarme tanto? — Estoy ocupada. Te pido que no me envíes flores y no me llames otra vez — le dije. Hayden se rió. — ¿Estás nerviosa? — me preguntó. Casi me atraganto, pero respir
Espere a que mi hermana y el bastardo del cucaracho se fueran para voltear a ver a Hayden, que tenía una dulce y traviesa sonrisa en los labios.— Hagamos un trato — le propuse.Él se cruzó de brazos y asintió con la cabeza.— Te doy el mes, pero tú tienes que fingir ser mi pareja. Si en un mes no me conquistas, seguiremos con esto hasta que mi hermana se case, seremos buenos amigos y la pasaremos bien — le dije.Hayden se rascó un poco su nariz.— Me parece bien, pero sé que te conquistaré, soy un encanto — me dijo mientras sonreía y me guiñaba un ojo.Solte todo el aire que tenía en los pulmones y mis hombros cayeron, yo misma me había metido en la boca del lobo por ser “madura” y no pasar por una desgraciada con mi hermana.— Ese tipo es desagradable, ¿cómo puede tu hermana querer casarse con él? — me preguntó.— Necesito un trago — dije.Me di la vuelta y empecé a caminar hacia la carretera, iría a un bar, me tomaría un par de tragos y si estaba de suerte encontraría a alguien con