Cuando salimos del motorhome, las luces de los flashes estaban por todos lados. Yo agarré el brazo de Grace con fuerza; ella, que estaba mojada por completo, me quedó mirando.
— ¿Y ahora, qué tienes? — me preguntó.
Bajé un poco la cabeza. Al principio no me dio vergüenza que él me viera semi desnuda, pues para mí era ridículo que él me mirara con ojos de lujuria. Pero al verme en el espejo y notar cuán horrible estaba, la vergüenza se apoderó de mí.
— Todos vieron cómo me vomitaste, me da vergüenza — le mentí.
Me consideraba una mujer fuerte y segura de mí misma, pero esto me había tomado por sorpresa. Tal vez era porque mi ex prometido se había metido con mi hermanita menor, o tal vez era por la inminente menopausia, pero me sentía muy mal, y eso no era una exageración.
— ¡Genial! Seremos famosas, aunque sea por un par de semanas — dijo Grace con entusiasmo.
Por estas cosas que ella decía, era que no la mandaba a volar. Aunque Grace fuera tan loca, ella le daba diversión a mi vida, y eso se lo agradecía infinitamente.
— Mejor quédate en silencio antes de que seamos famosas por otra razón — la amenacé.
Grace y yo salimos del lugar de la manera más sigilosa posible. De verdad, no quería que él me viera; me daba vergüenza.
UNA SEMANA DESPUÉS
Tenía frente a mí a una futura clienta. Ella estaba llorando a moco tendido, y no le podía entender nada de lo que me estaba diciendo.
— Entiendo, ¿pero puedes explicármelo con más calma? — le pedí.
Ella sorbió la nariz y asintió con la cabeza.
— Me engañó con mi propia madre — me dijo y volvió a llorar.
Yo respiré profundo. Aún no podía entender cómo las personas podían hacer tal cosa, por ejemplo, el bastardo de mi ex.
— Comprendo y lo siento mucho, pero si no te calmas y me dices cómo sucedieron las cosas, no podré ayudarte — le dije.
Ella dejó de llorar y puso la expresión que ponían todas mis clientas; una de venganza.
—Quiero dejarlo en la calle, quiero que cada que se acuerde de mí sufra. También quiero toda la custodia de mis hijos — me dijo.
Yo asentí con la cabeza de inmediato; eso sí lo había entendido fuerte y claro.
— Trabajaré duro para poder conseguir todo lo que pides — le dije.
Ella negó con la cabeza de inmediato.
— Lo quiero todo, yo no voy a permitir que ese cerdo asqueroso se acerque a mis hijos. ¿Y sabes qué es lo peor? — me preguntó.
Yo negué con la cabeza.
— Que el infeliz preñó a mi madre, ¡y ella tiene cincuenta y dos años! — me dijo indignada.
Yo ya había visto y escuchado de todo, así que nada me sorprendía. Las cosas que uno se enteraba en este trabajo eran como para publicar un libro.
— Lo tendremos todo — le aseguré.
Ella sonrió satisfecha con mi respuesta y después se levantó.
— ¿puedo confiar en que ganaremos? — me preguntó.
Yo asentí con la cabeza de inmediato; este caso era pan comido. Me levanté y le tendí la mano; ella la apretó y cerramos el trato.
[....
Fui a comprar algo de vino a un supermercado que me quedaba cerca del trabajo. Quería verme una película romántica y embriagarme, ya que mañana no tenía trabajo. Caminé por los pasillos eligiendo algunas buenas botellas. Pediría algo de comer en mi restaurante favorito y tendría una maravillosa velada.
— ¿Kat? — preguntó alguien a mis espaldas.
Me di la vuelta de inmediato. Era Hayden, vistiendo una camiseta que tenía un enorme dibujo animado en la parte de enfrente. Llevaba unos jeans gastados y unas zapatillas deportivas; vestido así, se veía aún más joven.
— ¿Tendrás una fiesta? — me preguntó.
Miré las tres botellas que llevaba en la canasta; lentamente levanté la cabeza y lo miré. Él estaba sonriendo; tenía hoyuelos y unos dientes perfectos, unos lindos dientes de conejo.
— Sí — le contesté.
— ¡Genial! ¿Y qué celebrarás? — me preguntó.
Quería decir algo interesante, pero nada se me ocurrió.
— Mi futura victoria — le contesté.
Él se acercó a mí y me quitó la canasta de la mano.
— ¿Me invitarás? — me preguntó.
Le sonreí.
— La verdad, solo quiero embriagarme mientras veo una película — le solté.
No todos teníamos una vida interesante.
— Eso suena… fenomenal — me dijo.
Parpadeé un par de veces. ¿Acaso este chico era tonto?
— ¿Puedo acompañarte? — me preguntó.
— ¿No tienes algo interesante por hacer? — le pregunté.
Negó con la cabeza mientras sonreía.
— ¿Qué película veremos? — me preguntó.
Me mordí el labio inferior. Era obvio que él no iba a aceptar un no por respuesta.
— Comedias románticas navideñas — le dije.
Él soltó una pequeña risita, y yo lo miré mal.
— Lo siento, es que a mi madre también le gustan esas películas — me dijo.
Le quité la canasta y empecé a caminar para alejarme de él. Ni cuando mi ex me dejó me sentí tan humillada como ahora. ¿Cómo podía compararme con su madre?
— Lo siento, no quise decir eso — me dijo mientras caminaba detrás mío.
Empecé a meter a la canasta algunos dulces y frituras. Hoy iba a ver películas hasta la madrugada.
— De verdad lo siento — me dijo.
Me detuve y lo volví a ver.
— No tienes que disculparte — le dije.
Se veía apenado.
— No te pareces a mi madre — me dijo.
Puse los ojos en blanco y seguí mi camino.
— ¡Lo siento! — se volvió a disculpar.
Me agarró el brazo. Me detuve y volví a mirarlo a la cara. Hayden se veía ahora desesperado.
— No pasa nada, y nos gustan las mismas cosas porque me imagino que somos casi de la misma edad — le dije.
Abrió un poco la boca y después negó.
— Ella tiene cuarenta y dos — me dijo.
— Y yo treinta y seis; no es mucha diferencia — le dije.
— Ella me tuvo joven — me dijo.
Cada palabra que salía de su boca me hacía sentir más y más furiosa. Quería darle un golpe en la cabeza para que dejara de hablar.
— Me gustaría acompañarte; también me gustan esas películas — me dijo.
Le entregué la canasta.
— Tú pagas — le dije.
Asintió con la cabeza; se veía satisfecho y feliz. ¿Quién comprendía a los chicos de ahora?
— Solo quiero que bebas conmigo y veamos la película. ¿Cuando se termine, te irás de mi casa, ¿ok? — le dejé en claro.
Hayden asintió con la cabeza. Caminé hasta la caja; él caminó a mi lado en completo silencio. Después pagó por todo lo que yo había agarrado y salimos del supermercado.
— Me sigues — le dije.
Ya que él había traído su coche igual que yo. Hayden acomodó las bolsas en mi coche y después fue al suyo. Me subí y arranqué; quería llegar rápido a casa y sacarme los tacos, que me estaban matando.
Hayden estacionó su coche junto al mío en el estacionamiento del edificio donde vivía. Él me ayudó a sacar la bolsa y me siguió hasta el ascensor. Yo lo miré de reojo, y él tenía una sonrisa tonta en los labios. — No me voy a acostar contigo, puedes ser mi nieto — le dije. Él dejó de sonreír y me miró. — ¿Por qué piensas que me quiero acostar contigo? — me preguntó. Quise golpearme por decir tremenda estupidez. — No lo sé, actúas raro y eso me confunde — le dije con honestidad. Hayden sonrió de medio lado. — No quiero ser la sugar mami de nadie — le dije. Hayden empezó a reír. Ahora me sentía aún más estúpida. Dios, ¿por qué decía tantas estupideces? — ¿Puedes detenerte? — le pregunté molesta. Él dejó de reír y me miró a los ojos. — Lo siento — se disculpó mientras me daba una sonrisa. El ascensor abrió las puertas en mi piso y yo salí. Caminé hasta mi apartamento sin mirar atrás. Una de mis vecinas me miró y me saludó, después miró sobre mi hombro y sonrió. — Es mi sobri
Saludé a los otros empleados en el bufete de abogados, donde era socia. Fui a mi oficina y puse en el escritorio algunos documentos que tenía que revisar. — Buenos días — me saludó Lily. Ella venía con un ramo de lirios rojos en las manos. Lo puso en mi escritorio y me sonrió. — Son para ti — me dijo con emoción en la voz. Saqué la pequeña tarjeta que estaba entre los lirios y leí: "Te conquistaré. Att: H". — ¿Quién es "H"? — me preguntó. La miré mal y ella salió de mi oficina de inmediato. Dejé a un lado la tarjeta y me dispuse a trabajar. Mi celular sonó y lo contesté de inmediato. — ¿Te han gustado las flores? — me preguntó. Miré la pantalla de mi teléfono y fruncí el ceño. ¿Cómo diablos tenía mi número? — ¿Quieres almorzar conmigo? — me preguntó. No sabía qué decir. ¿Cómo podía este chico estresarme tanto? — Estoy ocupada. Te pido que no me envíes flores y no me llames otra vez — le dije. Hayden se rió. — ¿Estás nerviosa? — me preguntó. Casi me atraganto, pero respir
Espere a que mi hermana y el bastardo del cucaracho se fueran para voltear a ver a Hayden, que tenía una dulce y traviesa sonrisa en los labios.— Hagamos un trato — le propuse.Él se cruzó de brazos y asintió con la cabeza.— Te doy el mes, pero tú tienes que fingir ser mi pareja. Si en un mes no me conquistas, seguiremos con esto hasta que mi hermana se case, seremos buenos amigos y la pasaremos bien — le dije.Hayden se rascó un poco su nariz.— Me parece bien, pero sé que te conquistaré, soy un encanto — me dijo mientras sonreía y me guiñaba un ojo.Solte todo el aire que tenía en los pulmones y mis hombros cayeron, yo misma me había metido en la boca del lobo por ser “madura” y no pasar por una desgraciada con mi hermana.— Ese tipo es desagradable, ¿cómo puede tu hermana querer casarse con él? — me preguntó.— Necesito un trago — dije.Me di la vuelta y empecé a caminar hacia la carretera, iría a un bar, me tomaría un par de tragos y si estaba de suerte encontraría a alguien con
Hayden detuvo el coche frente a unas enormes rejas; uno de los guardias que estaban enfrente se acercó a nosotros.— Señor Bennett — le saludó.El tipo hizo una señal con la mano al otro, y este abrió las rejas. Yo miré a Hayden, ¿qué clase de persona era él en verdad?— ¿Qué carajos eres? — le pregunté.Hayden sonrió pero no volteó a verme.— Soy un humano que tiene un padre muy rico — me contó.Saqué mi celular y busqué su apellido en Google; una cantidad de resultados aparecieron: "El magnate petrolero Alexander Bennett ha adquirido una importante empresa, convirtiéndose en uno de los hombres más adinerados del mundo."— No me jodas, ¿tú eres hijo de Alexander Bennett? — pregunté sorprendida.Él asintió lentamente.— Déjame adivinar, aquí hay un enorme avión y me llevarás a otro país — le dije.Hayden volteó a verme y se rió.— Eso es muy película romántica — me dijo.Yo puse los ojos en blanco de inmediato.— ¿Entonces qué hacemos aquí? — le pregunté.Hayden detuvo el coche, se ba
Llegamos a su apartamento, y ella abrió la puerta. Yo entré inmediatamente, ella me quedó mirando y después sonrió. — Soy mujer de palabra, no te iba a dejar en la calle — me dijo. Yo me encogí de hombros; todo podía pasar con ella, así que era mejor estar prevenido. — Quédate aquí, me pondré cómoda — me dijo. Yo asentí con la cabeza. Ella desapareció en su habitación, y yo me quedé mirando y husmeando el lugar. En un estante había una foto, me acerqué y la observé. Era una Kat mucho más joven, parecía estar en el campus de alguna universidad y se veía hermosa. Con ella estaba otra chica, una castaña con enormes lentes, se veía como la típica a nerd.— ¿Qué haces? — preguntó ella espantándome. Yo me di la vuelta y la quedé viendo; ella estaba vestida con una pijama que le quedaba enorme. — Son como las tres de la tarde — le recordé. Ella se encogió de hombros y fue a la cocina. — Me gusta estar cómoda mientras me embriago y veo películas románticas — me dijo. Ella sacó una bo
Me desperté de golpe mientras sentía cómo mi respiración se estaba cortando. Kat estaba prácticamente tirada sobre mi pecho, y la pierna de Grace estaba en mi abdomen, presionando mientras ella abrazaba con fuerza mi pierna. Yo aparté un poco a Kat y traté de bajar la pierna de Grace. Kat levanto un poco la cabeza y abrió los ojos, me quedó mirando; yo sonreí un poco. Ella tenía el cabello alborotado, y su cara de recién levantada era tan preciosa. — ¿Dormiste bien? — le pregunté. Ella entrecerró los ojos y se volvió a acostar en mi pecho. Yo miré al techo y puse mala cara; estaba viviendo el sueño de todos los hombres, pero de una mala manera. — Los latidos de tu corazón son relajantes — me dijo Kat con la voz adormilada. Yo sonreí satisfecho por lo que me había dicho; iba por muy buen camino. — Kat, me duele la cabeza — se quejó Grace. Kat se apartó de mi pecho y se sentó en la cama; me miró y después a su amiga, que aún estaba prendida a mi pierna. — Te bebiste dos botellas d
Mientras trabajaba, no dejaba de pensar en lo que me había dicho Grace. Tal vez podría probar un poco, total a nadie le estaré haciendo daño. Me mordí el labio inferior y saqué mi celular del bolso. Busqué su número y me quedé allí mirándolo por un momento, indecisa sobre si marcarle o no.— Qué difícil es esto — me dije a mí misma.Respiré profundamente, cerré los ojos por un momento, los abrí y volví a mirar su número. Le di al botón de llamar y esperé hasta que él contestó. Me quedé en silencio por un momento; ya me estaba arrepintiendo y ni siquiera le había propuesto nada.— ¿Kat? — me llamó.— ¿Hola, cómo estás? — le respondí.Me quedé en silencio otra vez. No tenía la valentía para hablar sobre el tema; me estaba haciendo un lío por prestarle atención a Grace.— ¿Estás bien? — me preguntó.— ¿Quieres almorzar conmigo? — le pregunté.Ahora él fue quien se quedó en silencio.— ¿De verdad? — me preguntó.Estuve a nada de colgar, pero respiré hondo y me tranquilicé. Tenía treinta y
En horas de la tarde, fui a visitar a Grace a su trabajo. Necesitaba quejarme con alguien de lo que había pasado el día de hoy con Hayden. Sabía que ella saldria con algún comentario fuera de lugar y me hará reír.— ¿sidra o cianuro? — me preguntó Grace.Sonreí y me senté frente a ella.— Le propuse follar y me dijo que no —le dije.Grace abrió la boca de par en par y después frunció el entrecejo.— Pensé que le gustabas —me dijo.Asentí con la cabeza.— Él quiere que tengamos una especie de no relación. Es que no lo entiendo —le dije.Grace se veía aún más confundida que yo.— ¿O sea cómo? —me preguntó.— Quiere que salgamos, y si en algún punto de nuestra no relación queremos follar, lo haremos, pero él no quiere tener solo sexo. Quiere que haya como sentimientos o algo así —le dije.Grace se cruzó de brazos.— Qué raro es ese chico —me dijo.Asentí con la cabeza de inmediato.— ¡Exacto! Es demasiado raro —dije.Grace se encogió de hombros.— Pudo darte la follada de tu vida, y con