Meses después.Empecé a poner por todos lados las fotos de mi boda con Hayden, y algunas otras fotos. Quería que nuestra casa fuera lo más acogedora posible.— Amor, ¿me ayudas a rodar esto? —grité.Hayden apareció sin camisa y todo sudoroso, ya que estaba organizando los muebles para el cuarto del bebé.— Cariño, deja de moverte tanto, estás en los últimos días. Se supone que debes estar tranquila —me dijo.Yo puse los ojos en blanco de inmediato. Odiaba no hacer nada y dejarle todo el trabajo.— Solo estoy poniendo algunas fotos. No se me va a caer un brazo —le dije.Hayden, de mala gana, movió una mesita que estaba estorbando.— Siéntate, por Dios, que me estás poniendo nervioso —me dijo.Yo me acerqué a él y lo abracé.— Estoy todo sudado —me dijo.Yo me encogí de hombros.— Te ves muy sexy —le dije.Él sonrió.— Siéntate, por favor —me pidió.Yo me separé de él y de pronto sentí cómo agua empezó a bajar por mis piernas.— Mierda —dije.Hayden me miró con nerviosismo.— ¿Qué pasó?
Dos meses después.Hayden se había ido temprano al taller sin antes decirme, o más bien ordenarme, que tenía prohibido ir a ver la carrera. Ethan estaba demasiado pequeño, y yo era consciente de ello, pero hoy era la gran final, y me parecía justo que nuestro pequeño viera la victoria de su padre.Llamé a Grace y le pedí que viniera por mí. Obviamente, ella me dijo que sí de inmediato. Así que aquí estaba, en la puerta, esperando a mi loca amiga, con un maletín con las cosas de mi bebé y con un bebé de dos meses en su portabebé.El coche de Grace aparcó frente a mi casa, yo me apresuré hacia él, acomodé a mi niño en el asiento trasero y después me subí en el asiento del copiloto junto a Grace.— Tu esposo me va a matar —me dijo con una sonrisa.— Nos va a matar a las dos, así que date prisa o llegaremos tarde y quiero desearle buena suerte —le dije.Grace asintió con la cabeza y aceleró.— ¿No has bebido, verdad? —le pregunté.Grace me miró mal de inmediato.— No soy un monstruo, Kat
Camine sin rumbo fijo, mientras bebía de la lata de cerveza, ¡estaba furiosa! Hayden habia perdido por el imbécil de ese chico, ¡carajo! había perdido muchísimo dinero por su culpa, ya no iba a follar con ningún hombre en el desierto. Pegue un grito de frustración y seguí caminando por la pista, mientras las personas se iban, algunas felices y otras inconformes como yo, se quejaban mientras salían del lugar. Mi teléfono sonó y yo lo conteste de inmediato. — dónde estás? — Me preguntó Kat. Respire profundamente, para aclarar la voz, no queria que ella se diera cuenta que la derrota de Hayden me había afectado. — No lo sé, tal vez en el más allá — Le dije. Yo ya me había acostumbrado a ganar y como estaba tan segura del triunfo, aposté todo el dinero que tenía destinado para mis vacaciones. — No digas estupideces, ahora trae tu culo al motorhome — Me dijo. Yo le respondí que si y me di media vuelta para regresar. cuando iba llegando al motorhome de Hayden, me detuve en seco, ya q
El ruido de la ciudad me despertó, y al estirarme en la cama, contemplé el techo por unos minutos. La noche anterior había sido muy buena; al fin puedo decir que un hombre realmente me agradaba más allá que solo para una noche. Finalmente, había encontrado a un hombre que valía la pena, digno de ser presentado a mis padres, o bueno a mi madre, Carlo era chistoso, guapo, estaba en sus cuarenta, tenía un muy buen trabajo, ambos éramos abogados, el era simplemente perfecto, encajabamos de maravilla.— Buenos días, dormilona — me dijo él mientras me observaba desde el marco de la puerta. Me bajé de la cama, tomé la camisa que le había quitado la noche anterior y la coloqué en mi cuerpo desnudo. Luego, caminé hacia él de manera sensual. — ¿Desde cuándo estás aquí? — le pregunté. Él me agarró de la cintura y me atrajo hacia su pecho. Me puse de puntillas y le di un dulce beso en los labios. Todo esto parecía sacado de una escena de película; todo se sentía tan perfecto e irreal. — El ti
Grace llegó a buscarme súper temprano, ya que teníamos un largo camino por recorrer. Cada vez que se celebraba una carrera, el camino se volvía tan complicado, una enorme cantidad de personas también se dirigían a ese lugar y los trancones se volvían un infierno.— Sé que esta vez vamos a ganar, lo siento en mis huesos — me dijo Grace emocionada mientras tomaba de su botella de energizante. — Ojalá que sí, ya estoy aburrida de escucharte quejar todo el camino de vuelta — le dije. Saqué mi celular para revisar algunos documentos. — No, celular, hoy es la gran final y tenemos que estar concentradas — me dijo. Ella me quitó el celular y lo lanzó a la guantera del coche. — ¿Cuántos de esos llevas? — le pregunté. Grace me miró y sonrió, se bebió el resto de la bebida y la lanzó en la parte de atrás; yo volví a ver y había cinco ya vacías. — ¿Y si mejor conduzco yo? — le pregunté. Grace negó con la cabeza de inmediato. — No te preocupes, tengo todo bajo control. Ahora relájate, que
Los gritos hicieron que me distrajera de las preguntas que me estaban haciendo los reporteros. Volteé para ver qué causaba el alboroto, y allí estaba ella, estrujando a su amiga mientras un líquido viscoso se escurría por su ropa. Dejé a los reporteros y corrí hacia ella. Al llegar, la vi con horror: la camisa que le había dado estaba hecha un desastre, completamente empapada de vómito. —Lo pagaré — dijo su amiga mientras ella seguía estrujándola. Finalmente, la soltó y, con un repentino arrebato de ira, agarró el cuello de la chica ebria y apretó. Actué de inmediato, apartándola al agarrarla por la cintura, aunque me cubrí de vómito en el proceso. —¡Te voy a matar, Grace! — le gritó furiosa. La llevé en mis brazos hasta el motorhome, la solté y la miré a los ojos. Su expresión de enojo era tan intensa que hasta daba un poco de miedo. —¿Quieres que te preste algo más de ropa? — le pregunté. Sin decir una palabra, ella comenzó a quitarse la ropa hasta quedarse en ropa interior. La
Cuando salimos del motorhome, las luces de los flashes estaban por todos lados. Yo agarré el brazo de Grace con fuerza; ella, que estaba mojada por completo, me quedó mirando.— ¿Y ahora, qué tienes? — me preguntó.Bajé un poco la cabeza. Al principio no me dio vergüenza que él me viera semi desnuda, pues para mí era ridículo que él me mirara con ojos de lujuria. Pero al verme en el espejo y notar cuán horrible estaba, la vergüenza se apoderó de mí.— Todos vieron cómo me vomitaste, me da vergüenza — le mentí.Me consideraba una mujer fuerte y segura de mí misma, pero esto me había tomado por sorpresa. Tal vez era porque mi ex prometido se había metido con mi hermanita menor, o tal vez era por la inminente menopausia, pero me sentía muy mal, y eso no era una exageración.— ¡Genial! Seremos famosas, aunque sea por un par de semanas — dijo Grace con entusiasmo.Por estas cosas que ella decía, era que no la mandaba a volar. Aunque Grace fuera tan loca, ella le daba diversión a mi vida, y
Hayden estacionó su coche junto al mío en el estacionamiento del edificio donde vivía. Él me ayudó a sacar la bolsa y me siguió hasta el ascensor. Yo lo miré de reojo, y él tenía una sonrisa tonta en los labios. — No me voy a acostar contigo, puedes ser mi nieto — le dije. Él dejó de sonreír y me miró. — ¿Por qué piensas que me quiero acostar contigo? — me preguntó. Quise golpearme por decir tremenda estupidez. — No lo sé, actúas raro y eso me confunde — le dije con honestidad. Hayden sonrió de medio lado. — No quiero ser la sugar mami de nadie — le dije. Hayden empezó a reír. Ahora me sentía aún más estúpida. Dios, ¿por qué decía tantas estupideces? — ¿Puedes detenerte? — le pregunté molesta. Él dejó de reír y me miró a los ojos. — Lo siento — se disculpó mientras me daba una sonrisa. El ascensor abrió las puertas en mi piso y yo salí. Caminé hasta mi apartamento sin mirar atrás. Una de mis vecinas me miró y me saludó, después miró sobre mi hombro y sonrió. — Es mi sobri