Capítulo 813
Después de un rato, respondió con voz apenas audible:

—¿Dónde?

Don Marlon soltó una ligera risa:

—En mi casa. Las cuestiones familiares no me gusta tratarlas en la oficina. Demasiadas bocas y oídos... no es bueno.

Luis colgó el teléfono.

Bajó la cabeza y cubrió su rostro con las manos. Miró a Catalina y preguntó:

—¿He perdido todo, verdad?

Catalina tardó en responder.

Luis se recostó en la silla de cuero, mirando a Catalina dijo:

—Todos están pendientes de Marlon. ¿Quién se atrevería a apoyarme públicamente y enfrentarse a él? Me imagino que todos están vendiendo en secreto las acciones del Grupo Fernández.

Le ordenó a Catalina:

—Todo lo que vendan, cómpralo en privado.

Catalina pensó que no era prudente.

Luis encendió un cigarrillo:

—He perdido la reputación, no puedo perderlo todo. ¿Para qué quiero el dinero si no puedo mantener el Grupo Fernández? Mientras haya vida, hay esperanza.

Catalina pensó que se había vuelto loco.

De seguir así, Luis se arruinaría.

Pero Luis ya había tomado
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