Capítulo 755
Luis estaba borracho, pero no tanto como para no darse cuenta de lo que pasaba.

Miró a la mujer en sus brazos.

Era tarde, y Sylvia llevaba un sensual camisón de seda, que llegaba hasta sus tobillos, ocultando su prótesis. Aún se veía tan atractiva como antes, pero Luis ya no sentía el mismo impulso. La apartó suavemente:

—Le prometí a Dulcinea que no tendría más mujeres.

Sylvia mostró una expresión herida:

—Tú también me hiciste promesas.

Luis la miró.

Después de un rato, entró en la suite del hotel, frotándose la frente.

—Hablemos, Sylvia.

Después de todo lo que pasó entre ellos, quería darle una compensación.

Sylvia lo siguió adentro y cerró la puerta.

La suite estaba en silencio.

En Berlín, su última reunión había terminado mal, pero ahora Sylvia se mostraba muy amable y comprensiva. Cuando Luis se acomodó en el sofá, ella se apresuró a traerle unas pantuflas y, agachándose, se las puso.

Luis la observaba con sus oscuros ojos. Sylvia notó su mirada y dijo suavemente:

—Voy a buscarte
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