Capítulo 758
Luis, recostado en el sofá, fumaba distraídamente.

Frunció el ceño…

No amaba a Sylvia; iba a su apartamento solo porque necesitaba consuelo emocional, no tenía nada que ver con amor.

Sin incomodarla, tomó su chaqueta y dijo:

—Me voy.

—Está lloviendo mucho afuera.

Sylvia se incorporó y, con una voz suave, le pidió:

—Quédate un rato más. Espera a que la lluvia pare.

Como si fuera a propósito, el trueno resonó nuevamente.

Luis volvió a sentarse y continuó viendo las noticias.

Sylvia comenzó a provocarlo.

Se apoyó en su hombro, una mano deslizando por su pecho, acariciando sus puntos sensibles. Con las mejillas ruborizadas, besó su oído, sabiendo que esa zona lo hacía perder el control.

Los ojos de Luis se humedecieron ligeramente mientras la miraba. Después de un rato, la detuvo:

—Sylvia, no hagas eso.

Sylvia no quería perder la oportunidad. Con una mirada seductora, comenzó a satisfacer sus necesidades, algo que pocos hombres podían resistir, especialmente después de haber bebido, cuando
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