Capítulo 759
Dulcinea permaneció en silencio.

Con un sentimiento de culpa, Luis cerró la puerta tras él y se acercó con tono amable:

—¿Estás despierta?

Dulcinea lo miraba fijamente.

Finalmente, ella habló con un tono tranquilo:

—Igual que tú, no he dormido.

Ya no tenía sentido fingir.

Luis se sentó en el sofá y sacó una caja de joyas de alta gama, extendiéndosela a Dulcinea:

—Ven y mira si te gusta. Si no, podemos ir juntos a elegir otra.

Ella permaneció en el umbral de la ventana, con una expresión de burla en su rostro:

—Luis, ¿a estas alturas sigues pretendiendo ser sincero? Cuando me fui a Ginebra con Clara y los niños, lo hice para darte la oportunidad de estar con Sylvia. Fuiste tú quien me persiguió hasta allá, quien dijo que quería empezar de nuevo. ¿Tu idea de empezar de nuevo es mantener a Sylvia cerca?

—De verdad, no me importa que tengas a otra mujer —añadió Dulcinea.

—Pero no puede ser Sylvia.

Dulcinea le planteó la realidad sin rodeos.

Luis frunció el ceño. Se inclinó hacia adelante
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