Capítulo 754
«Ting», el ascensor se abrió.

Luis sacó su tarjeta de acceso, a punto de abrir la puerta, cuando su mirada se quedó fija.

Sylvia estaba agachada en la entrada de su habitación.

Lucía completamente desaliñada, su largo cabello negro mojado por la lluvia, el abrigo empapado, y su prótesis dispersa a su alrededor en un estado lamentable.

La falda de su vestido colgaba vacía de un lado.

Luis sintió un nudo en el estómago. Se acercó lentamente, mirándola desde arriba, pero su tono fue gentil:

—¿Por qué volviste? ¿No habíamos acordado que te quedarías en Berlín?

Sylvia alzó la cabeza para mirarlo, su voz ronca y lastimera:

—¡Se acerca la Navidad! Me siento tan sola allá. Los sirvientes no me tratan bien, fingen no escucharme y me ignoran a propósito… Luis, por favor, déjame volver. Prometo no interferir en tu vida familiar, solo quiero un lugar donde quedarme, ni siquiera te pido que vengas a verme.

—En Berlín, —lloraba desconsoladamente—, estoy realmente sola.

Luis no se conmovió. Le dijo a
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