Capítulo 725
Clara lo interrumpió con sarcasmo:

—¡Ella es su querida!

Sin más discusión, Clara se levantó de golpe y se fue, llevándose la taza de café con huevo.

Pensó que, de haberlo sabido, no se lo habría dado a comer, no valía la pena darle nada a un ingrato…

Pero aún tenía que hacer la maleta.

Clara pasó por el dormitorio, tratando de no hacer ruido para no despertar a la señora.

Pero Dulcinea estaba despierta.

Clara, nerviosa, murmuró:

—El señor me pidió que arreglara el vestidor.

Dulcinea sonrió serenamente:

—Es para hacer la maleta, ¿verdad?

Los ojos de Clara se llenaron de lágrimas. Se las secó y, con voz entrecortada, dijo:

—Hace poco los veía tan bien, pensaba que al fin habían superado lo peor. Pero, mira, este es el final.

Dulcinea no explicó nada.

Solo le pidió a Clara que preparara la maleta.

Clara hizo un equipaje sencillo y lo llevó al estudio, pero Luis no estaba allí.

Él estaba en la habitación de Leonardo.

La suave luz de la mañana iluminaba el rostro de su hijo.

Luis estaba ag
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