Capítulo 720
Después de un rato, Luis dijo suavemente:

—Voy a quedarme aquí contigo, no voy a ir a ningún lado.

Dulcinea esbozó una sonrisa muy leve.

No desenmascaró la torpe mentira de Luis, solo se quedó observándolo mientras él actuaba como el buen esposo y buen padre…

Ya no se conmovía.

Sabía que las promesas de un hombre eran como los zapatos de cristal de Cenicienta, pasadas las doce, volvían a ser lo que realmente eran.

Luis no se fue en todo el día.

Incluso apagó su teléfono.

Cuando cayó la noche, Leonardo no podía mantenerse despierto, su cabecita caía pero se resistía a dormir. Luis lo tomó en brazos y le dijo suavemente:

—Lo llevaré a casa a dormir, mañana temprano estaré de vuelta.

Dulcinea lo miró con calma.

Sabía que después de tener el teléfono apagado todo el día, por la noche iría a ver a Sylvia.

Aun así, no lo desenmascaró.

Solo le dijo cuando él se iba:

—Leonardo necesita un biberón durante la noche, no lo olvides.

Luis asintió, mirando a su hijo en su hombro:

—Descuida.

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