Capítulo 721
Clara se alarmó:

—¿Señora, a dónde va a esta hora?

Dulcinea bajó la cabeza, sus largas pestañas temblaban. Después de un momento, forzó una leve sonrisa:

—Esto está a punto de terminar, pronto seré libre.

Clara no entendió sus palabras.

Pero sabía que ahora la señora tenía determinación, como lo demostró cuando se atrevió a hacer que amputaran la pierna y el útero de esa mujer. Clara la admiraba, recordaba que antes Dulcinea ni siquiera podía matar a una gallina.

Clara llamó al chofer y ayudó a Dulcinea a vestirse.

Una vez vestida, Clara tomó una bufanda de lana oscura y envolvió a Dulcinea con cuidado. Le dijo con preocupación:

—Déjeme acompañarla, señora. No me quedo tranquila.

Dulcinea tomó la mano de Clara con suavidad. Después de una breve pausa, murmuró:

—Esta bebé tenía problemas congénitos. No hubiera sobrevivido de todas formas.

Al oír esto, Clara se quedó estupefacta.

¡Dios mío!

¿Qué estaba escuchando?

Clara miró a Dulcinea con horror, pero Dulcinea sonrió levemente:

—Hablare
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