Capítulo 719
Dulcinea retiró su mano.

No escuchaba sus explicaciones, no quería su compañía.

Lágrimas rodaron por sus mejillas y murmuró:

—No quiero verte.

Se cubrió con la manta y lloró en silencio.

Para Luis, esa bebé que no nació era solo una pérdida, quizás estaría triste unos días.

Pero con el tiempo, lo olvidaría…

Para una mujer, perder un bebé es como si le arrancaran un pedazo de su propio cuerpo. Es un dolor que no se olvida jamás.

Luis pasó la noche en el hospital.

Al día siguiente, tenía un compromiso importante y necesitaba volver a la mansión.

El vestidor ya había sido limpiado minuciosamente, no quedaba rastro de la sangre del aborto de Dulcinea, pero aún se percibía un leve olor metálico en el aire…

Luis abrió la puerta del armario y sacó una corbata.

Se la puso y, vestido impecablemente, se dispuso a salir.

Sin embargo, el olor a sangre en el aire lo perturbaba. Finalmente, se quitó la corbata con frustración y se sentó en el banco del tocador.

Con manos temblorosas, sacó un cigar
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