Capítulo 559
Ana tenía su dignidad de mujer, no iba a suplicarle que la poseyera… Esa noche, se acurrucó en su regazo, escuchando su corazón latir en silencio.

—¿En qué estás pensando?

Mario la abrazó con fuerza, su voz suave en la oscuridad:

—Esta noche estás diferente.

Ana disimuló:

—Quizás no quiera irme. Estoy bien aquí.

Mario sonrió suavemente:

—Si te gusta, la próxima vez ven por más días… ¿Qué te parece traer a Emma y Enrique también?

Ana no respondió, enterró su rostro en su cuello.

Ya había decidido dejarlo.

Pensó que Mario tal vez estaría molesto, pero un hombre tan orgulloso no suplicaría por una mujer.

Para él, ella no era tan importante.

Cuando se fuera, aún habría a señorita Ponce para alegrarlo.

Pero incluso con su decisión tomada, cuando llegó el momento de partir, le costó dejarlo ir. Esa noche casi no durmió, con los ojos fijos en la oscuridad, esperando el amanecer.

Una vez de regreso en Ciudad B, Ana no se presentó en el Grupo Lewis.

En su lugar, envió una carta de renuncia a la
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