Capítulo 567
Ya era casi de noche.

A través de las ventanas, el último destello de luz naranja del atardecer calentaba los rostros de las personas, y Ana miraba en silencio a Emma.

La niña era realmente encantadora.

Pero además de ser hermosa, tenía algo más que Ana adoraba.

Ana no podía expresarlo con palabras.

Después de un rato, no pudo resistir acariciar la cabeza de la niña y finalmente admitió:

—Sí, me gusta tu papá.

Emma se alegró mucho:

—Lisa, no te preocupes, no seremos obstáculos en el camino de tu amor con mi papá. Si se casan, ¡podemos ser los pajes de la boda!

Levantó la mirada y miró fijamente a Ana:

—Y ahora podemos llamarte mamá sin problemas.

Ana estaba sin palabras cuando el sonido del automóvil resonó en el patio abajo.

Mario había regresado.

Estacionó el auto, apagó el motor y salió del auto.

Hacía frío afuera en este día de invierno.

El cielo solo tenía un rastro de luz del atardecer, y aunque había estado anhelando ver a Ana, Mario sintió la urgencia de fumar un cigarrillo p
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