Capítulo 570
Ana acariciaba el cuello de Mario, apenas podía sujetarlo.

Su piel estaba empapada de sudor.

Las gotas de sudor, resbalando por el sensual cuello de Mario, caían en el punto donde sus cuerpos se unían, formando una zona brillante… de un color difícil de describir.

Ana susurró:

—Mario, ¡más despacio!

¡Pero no podía ir más despacio!

Aun así, él consideró sus sentimientos y tomó su muñeca, enrollándola alrededor de su cintura.

Se detuvo un poco, mirándola fijamente, obligándola a mirarlo.

Presionó sus labios contra los de ella, diciendo palabras seductoras entre un hombre y una mujer:

—Ana, mirarme a mí te hará sentir más cómoda, más… conectada.

Ana no se atrevía a mirar.

No podía mirarlo a él, y mucho menos a lo que estaban haciendo…

La modestia y la resistencia coqueteaban, a veces como un veneno que hacía que los hombres no pudieran resistirse, y Mario llevaba mucho tiempo sin ella, anoche no había sido suficiente para satisfacerlo.

Su deseo se intensificaba.

¡La puerta temblaba con fu
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