Capítulo 573
Cuando Ana despertó, estaba en un hospital.

La luz de arriba era tan brillante que tuvo que cerrar los ojos rápidamente, y solo después de acostumbrarse pudo ver que Mario estaba al lado de su cama. Venía directo de la oficina, vestido con traje y corbata.

En sus ojos había rastros de cansancio.

Ana giró la cabeza hacia la ventana, desde donde la luna se estaba poniendo. Preguntó en voz baja:

—¿Qué hora es?

—¡Es la una de la madrugada!

Respondió Mario con voz ronca, inclinándose para acariciar su mejilla y mirándola fijamente.

Aunque ya habían compartido momentos íntimos, esta vez era diferente.

La mirada de Mario, más allá de la atracción de un hombre hacia una mujer, mostraba la ternura de un esposo. Pero cuanto más tierno era él, más dolor sentía ella en su corazón.

Cecilia era como una espina clavada en ella.

Ana apoyó su rostro en la almohada blanca, al lado de la respiración suave de Mario. Tras un largo silencio, Ana fue la primera en hablar:

—¿Es cierto todo lo que dicen en int
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