Capítulo 564
Al colgar, Mario regresó a la casa.

Ana ya estaba despierta, preparando el desayuno en la cocina.

Llevaba ropa ligera de casa, con el cabello largo recogido de forma casual, dejando al descubierto su cuello blanco y delgado, suavemente hermoso bajo la luz de la mañana.

Mario la abrazó desde atrás y le besó el cuello.

—Hay un asunto urgente y no hay tiempo para desayunar. Te dejé la tarjeta y la dirección del apartamento. Si tienes tiempo, ve a verlo. En un par de días te ayudaré a mudarte.

Ana asintió.

Luego, él la besó de nuevo con cariño, con una voz que mostraba una delicadeza masculina.

—Tu pierna duele, hoy no vayas a la oficina.

Ana no pudo evitar protestar:

—¡Ya no me duele!

Mario respondió significativamente:

—¿Ya no te duele…?

Ana lo empujó suavemente y le dijo en voz baja:

—¡Tienes algo urgente que hacer! ¡Deberías irte!

De repente, Mario la empujó contra la puerta de la cocina y la besó ásperamente, apresurándose a profundizar el beso… El afecto ardiente.

Después de un largo
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