Capítulo 503
Pablo se acercó y la abrazó suavemente por detrás. No hizo nada más, solo la abrazó, susurrando disculpas y preguntándose en voz baja… ¿había alguna posibilidad entre ellos?

Ana observó durante un buen rato antes de decidirse a avanzar. Justo cuando iba a moverse, una mano la rodeó por la espalda, y enseguida se encontró cayendo en unos brazos cálidos. Era Mario.

Mario inclinó la cabeza, sus labios rozaron su oído:

—Déjalos que se arreglen solos. No te preocupes, María no saldrá perdiendo.

Ana luchó en vano, apretando los dientes:

—¡Suéltame!

El rostro de Mario ardía un poco mientras la miraba de reojo, con su pequeña cara enojada, y dijo suavemente:

—He enviado a tu chofer de regreso. Yo he bebido, así que tú manejas mi coche.

Ana se negó.

Mario añadió:

—Está nevando afuera ahora mismo. Si conduzco, podría haber un accidente.

Era evidentemente un sinvergüenza.

Ana forcejeó de nuevo, y esta vez él la soltó. Ella lo miró con desdén:

—Antes no me había dado cuenta de lo sinvergüenza que
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